sábado, 10 de julio de 2010

DESTINO: CAPITULO 17




Disclaimer: Todos los lugares y personajes conocidos pertenecen a J. K. Rowling. Todo lo demás, es fruto de mi afiebrada imaginación.

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—Presumiendo siempre de lo buen auror que eres, y casi te matan por idiota—Laria chasqueó la lengua, reprobadora.

A pesar de sus duras palabras, se afanaba en untar con delicadeza una poción sobre el torso de Travis, que hacía muecas de dolor.

—¿Quién dijo eso?—el auror daba de brincos cada que tocaban sus heridas—¿Harry?

—No tuvo que hacerlo, te he visto pelear—negó la mujer, tapando el frasco—No puedes mantener la boca cerrada y concentrarte en la lucha; eso es estúpido.

—Nott también habla mucho cuando pelea—se defendió Travis con un gesto hosco.

—Sí, claro, compárate con un mortífago desquiciado, muy inteligente—Laria dio una última suave frotada y se limpió las manos con un lienzo—Déjate la pomada un par de horas y no quedarán cicatrices; tuviste suerte.

El auror buscó su camisa, y se la puso haciendo muecas, pero reprimió las ganas de hacer algún comentario burlón. Estaba agradecido con Laria por ofrecerse a curarlo, y además, le preocupaba todo lo que ocurría.

Cuando él y Harry llegaron al Cuartel para informar de su pelea con Nott, y el escape de Rowle, encontraron a Laria, Moody, y Ron con tales expresiones de ansiedad que sólo pudieron suponer, y con razón, que algo más había pasado, y no debía de ser nada bueno.

Al parecer, Jugson y Mulciber también se habían hecho polvo, dejando a un auror del Ministerio herido. Moody se enteró al mismo tiempo que Kingsley, mientras discutían en su oficina. Mientras el ministro corría al lugar de los hechos, el viejo auror regresó al Cuartel para informar lo ocurrido.

Apenas si terminaba de contarle todo a Laria y Ron, cuando Harry se apareció frente a la casa, ayudando a Travis, que hacía todo lo posible por restarle importancia a sus heridas. No permitió que lo atendieran hasta que todos hubieran dado sus informes. Sólo entonces, mientras esperaban que Kim llegara, luego de pasar por Hermione, dejó que Laria lo llevara a la cocina para aplicarle esos horribles ungüentos.

Al poco rato, desde allí, oyeron la puerta principal abrirse; con seguridad, debía tratarse de Kim, y les pareció oír también la voz de Hermione. Seguro que a su compañero no iba a hacerle ninguna gracia enterarse del escape de Jugson y Mulciber; era él quien se encargaba usualmente de su vigilancia, pero debió dejarlo ese día para ir a atender otro asunto.

Cuando él y Laria dejaron la cocina, rumbo al salón, no les extrañó encontrar a los demás en diferentes estados de preocupación.

Kim discutía en un rincón con Moody. Debía de estar cuestionando su responsabilidad en el escape de los mortífagos, porque el viejo negaba con seguridad, y le daba palmadas amistosas en el hombro.

Harry estaba sentado en uno de los sillones, con Hermione a su lado, que lo veía ansiosa. Era fácil suponer lo preocupada que debía de estar al saber que el muchacho estuvo tan cerca de Nott, aunque no participara en la lucha. Por lo que podía ver, Harry intentaba tranquilizarla con una sonrisa alentadora.

Weasley los vía desde su lugar junto a la chimenea, y no parecía molestarle la escena, aunque no hubiera nada de extraño en ella; para quien no tuviera idea de todo lo que pasaba entre ellos, se trataba sólo de una amiga preocupándose por su mejor amigo. De cualquier modo, el pelirrojo se mantuvo apartado.

Tan pronto como ellos volvieron, todos giraron a mirarlos.

—¿Estás bien?—Harry fue el primero en preguntar.

—Claro que lo estoy, no es para tanto—el rubio se encogió de hombros—Laria hizo todo ese escándalo porque quería verme sin camisa.

—¡Cómo te atreves!—la bruja lo vio tan ofendida, que casi echaba chispas por los ojos.

—No es momento para esto, por favor—intervino Kim, más calmado, pero aún con cierta inquietud evidente—¿Se dan cuenta de lo que acaba de ocurrir?

Travis pareció arrepentido de inmediato, y asintió con algo de vergüenza.

—Lo siento, tienes razón—asintió—Discúlpame, Laria, fue una broma tonta.

—Olvídalo, estoy acostumbrada—ella sacudió la cabeza, suspirando, y se acercó al lado de Moody.

El viejo auror carraspeó para llamar la atención.

—Bueno, en lo que estábamos. Antes de que ustedes volvieran, sacamos algunas conclusiones rápidas—indicó con una mueca torcida—Creo que sólo un idiota no se daría cuenta de que Nott está reclutando a los miembros que va a necesitar para llevar a cabo la ceremonia en La Noche de Walpurgis. Aún tiene tiempo de sobra, pero debe de haber notado nuestros movimientos; tal vez hasta sepa algo de nosotros, y prefiera asegurarse.

—Según nuestros cálculos, contando a Nott y su abuelo, ya debe de haber siete reunidos; lo cual significa que necesitan a cinco más—Kim continuó el razonamiento del mayor.

—Y necesitamos saber quienes son ellos—fue Harry quien intervino.

—En realidad, se trataría de cuatro, porque no han contado a Malfoy—Hermione lo corrigió con suavidad—Nott ha ido a buscarlo más de una vez, ¿recuerdan? Está claro que en algún momento va a pedirle que se reúna con ellos.

—Es verdad, lo había olvidado—Kim frunció el ceño—¿Será posible que Malfoy sepa quienes son los otros cuatro?

—Bueno, ya hemos hablado con él y no parece saber mucho más que nosotros—replicó la chica—Pero tal vez, si somos un poco más honestos con él, y le decimos todo lo que está ocurriendo, pueda ayudarnos. Puede que al limitarle tanto la información, eso no le permita atar cabos.

—No podemos confiar en Malfoy, pensé que lo habíamos dejado claro—Ron intervino por primera vez en la charla.

—Y estamos de acuerdo, pero lo que dice Hermione es verdad; ¿cómo le pedimos a Malfoy que ayude si no sabe exactamente lo que ocurre? La única manera de que lo haga es conociendo los detalles—Harry fue enfático, aunque de por sí la idea tampoco le agradara.

—Y debemos reconocer que si no fuera por él y su madre, no sabríamos que es a la tal Holda a quien quieren traer de vuelta—acotó Travis.

El pelirrojo hizo una mueca de obstinación, pero no discutió ese punto.

—Necesitamos hablar con Malfoy de nuevo, y tenemos que decirle todo lo que sabemos—insistió Hermione.

—Supongo que no tenemos otra opción—aceptó Moody, tan poco convencido como Ron.

—Hermione y yo iremos de inmediato—Kim miró a la joven—¿Estás de acuerdo?

—Por supuesto—ella asintió muy segura.

Harry vio de uno a otro, y de allí dirigió la mirada a Travis, que conciente de ello, empezó a ver el techo, como si hubiera algo muy interesante dando vueltas en lo alto.

—Yo voy—dijo el muchacho de pronto.

—¿A dónde?—Ron lo observó con curiosidad.

—Voy con Hermione a ver a Malfoy—habló con naturalidad.

La chica frunció el ceño, sorprendida.

—Harry, no creo que sea buena idea. Malfoy no confía en nadie, pero al menos ya ha hablado con nosotros; dudo que sea muy abierto contigo, sabes que no le agradas—le recordó, como quien señala un hecho muy evidente.

—A Malfoy no le gusta nadie, y menos cualquiera de nosotros tres. Si quiere ayudar, tendrá que hablar conmigo también—insistió él, de brazos cruzados.

—Es un muchacho difícil, pero Hermione y yo hemos tenido algunos avances con él. Creo que debemos continuar como estamos—Kim fue amable, pero firme.

—No estoy de acuerdo, yo puedo hacerlo; conozco a Malfoy hace mucho más tiempo que tú, sabré si miente—Harry lucía obstinado.

—Creo que puedo detectar cuando intentar engañarme, no te preocupes por eso—el oriental continuaba con su actitud impasible.

Los demás veían de un lado a otro con extrañeza, no era común que discutieran entre ellos. Bueno, todo el mundo regañaba a Travis, pero con su sentido del humor, resultaba natural.

—Este…¿paz y amor?—el rubio intervino con su mejor sonrisa.

—¿Qué estás diciendo?—Laria lo miró de mala manera—Y ustedes no deberían discutir, no en este momento.

—No discutimos, es sólo un intercambio de opiniones—la contradijo Kim.

—Pues a mí me suena mucho a una discusión; lo último que nos faltaba—terció Moody, de mal talante—Potter, las labores ya están asignadas. Granger es nuestro enlace con Malfoy, y Kim el encargado de acompañarla; no hay más que decir.

—Pero…—Harry iba a discutir nuevamente, pero pareció pensárselo mejor y dejó el salón de mal humor.

—Vaya con el carácter del muchacho, ¿eh?—Laria entornaba los ojos, suspicaz.

—Yo voy a hablar con él—se apuró a decir Hermione—Kim, ¿esperarías un momento?

—Seguro—el auror asintió, sin cambiar su expresión.

Mientras Hermione salía, alcanzó a oír la voz de Moody, impartiendo órdenes.

—Necesito a alguien que vaya a reunirse con Kingsley para ver si Jugson y Mulciber dejaron alguna pista, y además…—no alcanzó a escuchar más.

Vio una puerta abierta al fondo del corredor; nunca había estado en esa parte de la casa. Al cruzar el umbral, se encontró en una habitación pequeña, llena de objetos lanzados aquí y allá. Harry estaba sentado en un taburete frente a una ventana polvorienta. Dudaba de que pudiera ver algo a través de ella.

—Harry…—lo llamó con voz tenue.

—¿No te has ido aún?—no giró a mirarla.

—Quería hablar contigo un momento antes de irme—le dijo ella, acercándose—Harry, ¿qué fue eso?

—¿Eso? ¿Te refieres a ese tipo que cree saberlo todo? ¿Quién es para hablar como si fuera más capaz que nosotros?—le increpó, sin dejar su postura.

—Kim es una buena persona, no creo que piense eso. Sólo hace lo que cree es mejor, no te lo tomes como algo personal—comentó ella con tono conciliador.

—Él lo hace personal, ¿no lo ves?—la miró por primera vez, y parecía muy dolido.

—¿No ver qué?—ella continuaba sin entender.

—¡Tú le gustas!—el joven habló como si estuviera haciendo una tremenda acusación.

Hermione lo miró boquiabierta, sin estar segura de haber oído bien.

—¿Le gusto? ¿A Kim? Estás equivocado—la chica lo miró, incrédula.

—¡No lo estoy! ¿No te has dado cuenta de cómo te mira?—Harry se puso de pie sin preocuparse en bajar la voz.

—Harry, no tienes que gritar, ¿quieres que los demás te oigan?—Hermione se apuró a cerrar la puerta—Mira, no sé de dónde has sacado eso, pero es una tontería. Kim jamás me ha mirado como tú dices.

—Tampoco me había dado cuenta hasta ahora, pero lo hace. Eres la única con la que habla como si fueran amigos, y siempre está viendo lo que haces, ¿qué más pruebas quieres?—el muchacho se acercó a la joven.

—Eso es tan ridículo—ella se cruzó de brazos, mirando a Harry—Actúas como un tonto.

—¡Vaya! Gracias por eso; es bueno saber lo que piensas de mí—el chico le respondió con sarcasmo.

—Sabes lo que quise decir—se apresuró ella a aclarar.

—Sí, creo que me hago una idea—el muchacho giró a ver por la ventana nuevamente.

Hermione suspiró, y se pasó una mano por el cabello. Tras dudar un segundo, se acercó al chico, y apoyó la espalda en el alféizar de la ventana, para mirarlo de frente.

—Estás celoso—comentó con una débil sonrisa.

Harry la vio de vuelta, sin cambiar su mal talante.

—No es gracioso—se defendió.

—En realidad si lo es; sólo un poco—replicó la joven con dulzura.

El muchacho inhaló con fuerza, y extendió una mano para tomar la suya.

—Sólo un poco, ¿eh?—comentó, jugando con sus dedos—Tal vez sea tonto, pero sé lo que digo; le gustas a ese tipo.

—No dije que fueras tonto, sino que estabas actuando como uno—lo corrigió ella de inmediato—E insisto en que estás equivocado, en serio.

Harry cabeceó, no muy convencido, pero sin más que decir al respecto. Sólo tenía el extraño comentario de Travis, y su propia paranoia para haber llegado a esa conclusión. Sin embargo, algo dentro de sí le decía que no estaba errado, y era una horrible sensación pensar que alguien más podría estar interesado en Hermione; alguien que pasaba tanto tiempo con ella, y parecía agradarle.

En un impulso, sin detenerse a pensar, tomó el rostro de la chica entre las manos, y la besó como nunca lo había hecho hasta entonces. Ella pareció sorprendida al principio, pero no pasó mucho antes de que enlazara los brazos tras su cuello, y se acercara más a él.

Parecía como si de ese modo, bebiendo el aliento del otro, quisieran decirse todo lo que sentían, y al mismo tiempo, olvidar lo que les rodeaba.

Harry enredó las manos en la espalda de la chica, escurriéndose en el borde de su blusa, sintiendo la piel caliente que se erizaba al roce de sus dedos, atrayéndola tanto hacia sí que no quedaba un milímetro de espacio entre ellos.

Hubieran continuado así, si de pronto una pequeña luz de advertencia no se colaba en los sentidos de Hermione.

Como si le costara un gran esfuerzo, rompió el contacto, y se alejó unos pasos de Harry, mirando al suelo y arreglando su ropa con torpeza.

—Harry, yo…—balbuceó con voz entrecortada.

—Lo siento, no quise…—el muchacho sacudió la cabeza, intentado aclarar sus pensamientos.

—No, no es eso. Bueno, si—la chica retrocedió aún más—Quiero decir que olvidé decirte algo muy importante. Con todo lo que nos contaron al llegar, y luego esto, yo… Oh, por Merlín, ¿cómo pude olvidarlo? Soy horrible.

Harry la miró, confundido por su actitud. ¿Qué había pasado para que se pusiera así? No quería mirarlo, y parecía querer salir corriendo. Sin darle tiempo a preguntar, empezó a hablar tan rápido que apenas si pudo comprender lo que decía.

—Ginny está en la casa, llegó hace unas horas. Estuvo preguntándome acerca de ti; si ocurría algo malo. Hubiera querido decirle algo, pero no pude, lo siento. La dejé allí, dijo que esperaría, pero eso fue hace mucho, dudo que aún la encuentres. Creo que de cualquier modo deberías ir, no es correcto hacerle algo así—la joven se atropellaba con sus palabras.

—Hermione…—apenas procesó lo que le dijo, intentó acercarse, pero ella se pegó a la puerta, sosteniendo la manija.

—Ella está muy preocupada, Harry, no sabe qué pensar, y creyó que podía confiar en mí—expresó con una mueca triste—Si supiera que estaba besando a su novio en vez de darle el mensaje…

—No tienes que hablar así—Harry hizo otro acercamiento frustrado.

—Es la verdad, lo sabes—replicó ella con cierta fiereza—Sólo…habla con ella, Harry. Yo debo ir con Kim a la mansión Malfoy, he tardado demasiado.

Sin darle tiempo a contestar, dio media vuelta, y abriendo la puerta con rapidez, se escurrió fuera de la habitación.

Harry dio un profundo suspiro, y masajeando sus sienes, salió también del lugar, pero no fue al salón a despedirse de nadie, ni a ver a Hermione partir con el auror, sino que se dirigió directamente a la puerta principal. Con un rápido movimiento, una vez fuera de la casa, desapareció.

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Con un poco de suerte, Kim y Hermione lograron burlar a los aurores que custodiaban la mansión Malfoy. En realidad, de haberlos visto, hubieran podido dar una buena explicación para su presencia a esas horas, pero lo mejor era pasar tan desapercibidos como fuera posible.

Lo mismo que la última vez que estuvieron allí, buscaron un lugar cercano a dónde se encontraba la entrada a las cocinas, y esperaron a que alguno de los elfos notara su presencia para anunciarlos a Draco. Ir y tocar la puerta no hubiera sido una buena idea, eso ya lo tenían muy claro.

—No tenemos mucho tiempo. Si no aparece alguien en unos minutos, tendremos que acercarnos más—indicó el auror, con la vista fija en la casa.

Al no obtener respuesta, miró sobre su hombro a la chica, que parecía distraída en sus pensamientos.

—¿Hermione?—llamó, alzando ligeramente la voz.

—¿Qué ocurre?—al salir bruscamente de su ensoñación, lo miró confundida.

—Decía que si no vienen a recibirnos, deberemos acercarnos—repitió Kim—¿Segura de que estás bien? Porque podría ir solo si es necesario; tal vez prefieras volver a casa.

La joven negó muy enfática, respirando profundo para poder concentrarse.

—No será necesario, de verdad. Estoy bien, ya te lo he dicho—fue un poco más brusca de lo que hubiera deseado, pero se encontraba muy alterada.

—De acuerdo—Kim no insistió, y volvió la vista al frente.

Hermione iba a pedir disculpas por su exabrupto, pero antes de poder acercarse, una pequeña criatura llegó trotando hasta ellos.

—El amo dice que pueden pasar, pero que estas no son horas para llegar a una casa sin haber sido invitados—el elfo repitió las indicaciones de su amo con cierto embarazo.

No le contestaron, ya que él no tenía la culpa de los malos modales de Draco, por lo que sólo permitieron que les abriera la marcha hasta el camino que ya conocían bien. En este momento, tal vez por ser ya tan tarde, no habían más criaturas afanándose en la cocina, y apenas unas antorchas les iluminaban al andar.

Esta vez, no los guió hasta el salón en el que hablaron con Draco y su madre, sino a la biblioteca. Una vez allí, les hizo un gesto para que entraran, y cerró la puerta.

Draco los esperaba, de pie al lado de un estante lleno de libros. Se veía más pálido que de costumbre, y tenía una expresión entre desdeñosa y preocupada que no escapó a sus visitantes.

—Más les vale que sea algo muy grave para que hayan venido a esta hora, y sin avisar—les dijo de golpe, sin pensar siquiera en saludar.

—Rowle escapó esta tarde, gracias a Theodore Nott, que se batió en duelo con uno de los nuestros, huyendo también. Algo más tarde, Jugson y Mulciber hicieron otro tanto, hiriendo a un auror del Ministerio; ahora mismo deben de estar reunidos con los Nott. Creemos que ha pasado a otra etapa de su plan; ahora quiere a los brujos que lo acompañarán en el ritual a su lado—Kim habló con voz fría y segura, esperando la reacción del muchacho.

Esta no se hizo esperar, porque Draco se puso más pálido aún, adquiriendo una tonalidad grisácea, y pasándose una mano temblorosa por el cabello. ¿Nott se los llevaba? ¿A dónde?

—Vendrá por mí—afirmó, más que preguntó.

—Eso creemos, pero no hay forma de saber cuándo será eso. Mientras tanto, necesitamos tu ayuda para saber quiénes pueden ser los otros magos a los que piensa reclutar—fue Hermione quien contestó, con más suavidad, y un suave tono de lástima. Le apenaba ver al siempre seguro Malfoy en ese estado.

Él la miró con fijeza, como si su manera de hablar lo hubiera ofendido gravemente.

—No me hables con ese tonito de compasión, Granger, no lo necesito—le espetó, recuperando su semblante altivo.

—No se trata de compasión, Malfoy, sólo pretendo ser educada. Ya, olvídalo, no sé para qué me molesto—Hermione no creía poder soportar las groserías del rubio, no en este momento.

Kim llamó su atención al dar unos cuantos pasos al frente, sin hacer comentario alguno por el intercambio de palabras, pero viendo a Malfoy con severidad.

—Vamos a contarte todo lo que hemos podido averiguar hasta ahora, confiando en que serás discreto, y podrá servir para que recuerdes cualquier cosa que pueda habérsete olvidado, y nos sea de utilidad, ¿comprendes?—le dijo, para luego agregar con un leve tono amenazante, tan suave que fue aún más inquietante—Te advierto, ya que estamos siendo claros, que puedo usar la legilimancia sin problemas, así que sabré si en algún momento cruza por tu mente la idea de traicionarnos. He oído que sabes algo de oclumancia, pero ten por seguro que mis conocimientos son mayores.

Hermione lo miró con sorpresa, no tenía idea de que Kim pudiera usar legilimancia, jamás lo había mencionado en sus conversaciones. Aunque bien pensado, debería haberlo adivinado por el modo en que acostumbraba mirar a las personas, con tanta fijeza, como si quisiera saber siempre lo que estaban pensando.

Draco, por su parte, le dirigió otra mirada de desdén, ofendido por su advertencia. Sin embargo, no pudo evitar el desagrado que le causaba saber que ese hombre podría esculcar entre sus pensamientos con libertad; era algo que siempre le hacía sentir vulnerable. Si su mejor cualidad era el poder esconder sus emociones, como le gustaba pensar, ¿qué podía hacer con alguien que no tenía problemas para saber lo que pensaba tan sólo con mirarlo?

El auror, sin esperar más, empezó a contarle al muchacho absolutamente todo lo que sabían. Se cuidó bien de ocultar tanto su identidad como la de sus compañeros, y no mencionó a Alastor tampoco, pero todo lo demás se lo dijo sin dudar. Le habló de sus primeras sospechas, el cómo llegaron a descubrir que era Nott quien estaba detrás de lo que ocurría, lo que habían logrado averiguar de los secuestrados, repitió la hipótesis de Hermione respecto a la importancia del status de sangre en el ritual, y la historia completa de Holda una vez más. Procuró ser tan claro como le era posible, para que Draco se hiciera una idea completa de la situación, y así lograra iluminar su mente para pensar en algo que pudiera ayudarles.

Una vez que hubo terminado de hablar, dejó que el muchacho procesara toda la información que acababa de recibir. En tanto él daba vueltas por la habitación, con el ceño fruncido y la mirada perdida, miró a Hermione con discreción, preocupado por su silencio.

Ella, en realidad, pensaba en Harry y su última conversación. Se preguntaba inquieta si ahora mismo estaría con Ginny, y lo que le habría dicho. Por una parte, temía que hubiera hablado con ella; sólo de imaginar en la reacción de su amiga, sentía deseos de llorar. Pero si él no había dicho nada, ¿entonces qué? ¿Significaba eso que ella en realidad no le importaba? No, por supuesto, que no. Jamás la habría besado así si no sintiera algo especial por ella.

Esta vez fue la voz de Draco la que llamó su atención a lo que pasaba a su alrededor.

—Para completar a los doce, necesita a cuatro más; si me está incluyendo, por supuesto—dijo, como si hablara consigo mismo.

—Eso es lo que pensamos—acordó el auror.

—¿Quiénes podrían ser los otros cuatro? No lo sé, pero no tiene mucho de donde escoger. La mayoría de los mortífagos están muertos o encerrados en Azkabán—una sombra pasó por su semblante al pensar en su padre, pero sacudió la cabeza para desechar esas ideas— ¿Han sabido algo de Callahan?

—¿Callahan? —repitió Kim con una mirada interrogante.

—Es un mortífago que escapó de la batalla en Hogwarts. Creo que no se le ha escuchado nombrar más—indicó Hermione, tras hacer memoria.

—Callahan es un cobarde, pero uno convenido. Si le ofrecen algo, y cree que hay posibilidades de salir ganando, allí estará. Recuerdo que era amigo del padre de Theodore; él sería una buena opción—explicó el rubio, sin dejar de andar en círculos—Yaxley también se ha mantenido en las sombras por lo que escuché. También está Rookwood; otro desaparecido. No puedo pensar en nadie más ahora.

—Rookwood fue un espía de Voldemort en el Departamento de Misterios; cuando lo atraparon, lo enviaron a Azkabán, pero escapó—le informó la chica al auror con rapidez.

—Como dije, Theodore no tiene muchas opciones, así que esos tres podrían darse por seguros, especialmente porque nadie ha sabido nada de ellos—Draco se encogió de hombros—Ustedes tendrán que averiguar si eso es correcto o no.

Kim asintió, pensativo, sin dejar de mirar al muchacho, como sondeando su mente.

—Dime, Draco—habló de pronto, llamándolo por su nombre de pila por primera vez— ¿Hace cuánto que no puedes dormir bien?

El muchacho levantó la vista, sorprendido por la pregunta, mientras que Hermione lo observó con más cuidado. Comprendía el comentario de Kim; Malfoy se veía aún más demacrado de lo que notó a simple vista.

—¿Estás usando legilimancia para espiar en mis hábitos de sueño? Ustedes si que saben cómo explotar sus habilidades—bufó el muchacho con sarcasmo.

—Malfoy, ¿tu madre está bien?—Hermione hizo la pregunta con toda la delicadeza de la que era capaz.

Él la miró con ira, como pillado en alguna falta.

—¿Tú también, Granger? ¿Qué pasó con la decencia Gryffindor?—le espetó.

—Yo no sé usar legilimancia, Malfoy, pero tengo padres. No debes preocuparte por tu madre, estará bien—ella ignoró su brusquedad.

Draco no le contestó, pero bajó ligeramente el mentón, y se mordió la lengua para no replicar con algún comentario ofensivo, como el porqué se atrevía a comparar a su madre con un par de muggles.

—Hermione tiene razón, tu madre estará a salvo—intervino Kim—Nos iremos ahora, y empezaremos a indagar acerca de estos nombres que nos has dado.

—Eso estaría bien, porque hasta ahora no han hecho nada. Nott les lleva la delantera—acotó el muchacho, sin poder contenerse.

Ninguno le contestó, dejando pasar su comentario.

—Sé que resultará difícil que puedas acercarte a Hermione, con las vacaciones de la Academia, pero si recuerdas algo, cualquier cosa, algún otro nombre que pueda servir, envíale una nota, y estaremos aquí de inmediato—le pidió el auror.

—Y si ocurre algo con tu madre, también puedes decírnoslo—acotó Hermione, intentando no sonar compasiva.

Draco cabeceó en señal afirmativa, sin mirarlos de frente. Ellos, sin decir más, salieron de la biblioteca, para encontrarse con el pequeño elfo al otro lado de la puerta. Con gestos nerviosos los guió fuera de la casa, y se despidió con una sonrisa tímida.

Unos pasos más adelante, antes de desaparecer, Kim se volvió a la joven.

—Nunca he usado legilimancia con ninguno de ustedes, mucho menos contigo, no te preocupes—le dijo.

—Nunca lo pensé—se apresuró a replicar ella.

—Está bien si lo hiciste, es lógico—negó el auror, sin perder la calma—Creo que es una falta de respeto hurgar en la mente de tus compañeros, y aún más si te agradan, por supuesto.

Hermione asintió, agradecida por sus palabras.

—Gracias, Kim, eres una buena persona—sonrió con amabilidad.

El auror hizo un gesto, entre sonriente y burlón, no muy común en él, pero sin hacer más comentarios al respecto.

—¿Irás al Cuartel o prefieres volver a tu casa? Es tarde ya, deberías dormir un poco—mencionó al cabo de un momento.

Hermione no lo pensó mucho antes de responder.

—Vamos al Cuartel, tal vez pueda ayudar allí; seguro que Ron también se ha quedado—indicó apurada.

—De acuerdo—Kim la escrutó con la mirada—¿Harry también estará allí?

No recibió una repuesta, por lo que no insistió, y con un gesto, la invitó a desaparecer primero.

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Cuando Harry llegó a la Casa de Grimmauld Place, no estaba seguro de que fuera a encontrar a Ginny allí. Después de todo, si como Hermione le dijera, habían pasado ya varias horas desde que la dejara esperando, podría haber decidido regresar a casa.

Se preguntaba si sería buena idea ir a la Madriguera a esas horas, y especialmente para tratar un asunto tan complicado, cuando Kreacher apareció en el recibidor.

—Buenas noches, amo, creí que no volvería hoy. ¿No vienen con usted sus amigos?—preguntó, luego de hacer una profunda reverencia.

—Tal vez regresen más tarde—contestó, esquivo—Kreacher, me dijeron que alguien estuvo aquí buscándome, ¿sabes si…?

—Sí, amo, por eso vine a avisarle—lo interrumpió el elfo—La señorita hermana del joven pelirrojo está en el salón, y le pidió a Kreacher que le dijera en cuanto llegara que lo espera en el salón.

Harry suspiró, con expresión abatida, pero se repuso rápido, enderezando los hombros, y hablando con decisión.

—Gracias, Kreacher. ¿Podrías, por favor, dejarnos a solas? Necesito hablar con ella, y no quiero que nos interrumpan—ordenó amable.

—Sí, amo, Kreacher se encarga—asintió la criatura, sacudiendo sus enormes orejas.

El muchacho se dirigió al salón, y una vez dentro, cerró la puerta tras de sí.

No le sorprendió ver a Ginny recostada en uno de los sillones, profundamente dormida. Sonrió con una mueca torcida al reconocer en ese gesto la terquedad de los Weasley; seguro que aunque tuviera mucho sueño, no iba a irse hasta hablar con él.

Se quedó un momento mirándola, intentando recordar cuándo empezó a dejar de sentir por ella lo que en algún momento le pareció tan seguro.

La veía tan bonita como siempre, pero no despertó ningún sentimiento más allá del cariño en él; y en cierta medida le apenó, porque ahora comprendía que en realidad, lo que le inspiraba era ese apego fraterno que sentía por Ron, y el resto de sus hermanos. ¿Debió ser muy tonto para confundir la amistad con el amor? Tal vez, pero si era sincero consigo mismo, y sin ánimos de excusarse, jamás tuvo experiencia como para comparar.

Suspiró de nuevo, y acercándose, se puso de cuclillas a su lado, zarandeando su hombro con suavidad.

—Ginny—la llamó.

La pelirroja abrió los ojos con dificultad, enfocando para ver mejor a quien tenía delante, y ahogó un bostezo.

—¿Harry?—preguntó confundida, para luego sacudir la cabeza con decisión, y colgarse de su cuello—¡Harry! Lamento haberme dormido, pensé que no llegarías.

Harry correspondió el saludo, pero la alejó con rapidez, sin querer ser muy brusco.

—No esperaba encontrarte aún aquí, es muy tarde, ¿no se preocuparán tus padres?—le preguntó, sentándose a su lado.

—Les envié una lechuza explicándoles que tardaría, y que si se me hacía muy tarde , me quedaría a dormir—indicó, para luego agregar con rapidez—No te preocupes, no van a pensar mal con Ron y Hermione aquí también.

El muchacho cabeceó en señal de comprensión, y juntó las manos sobre sus rodillas.

—Te he extrañado, ¿sabes? No respondiste mis últimas cartas, pensé que algo malo estaba pasando—comentó la chica, cortando el silencio.

—La verdad es que si han pasado muchas cosas, pero nada grave—mintió, pensando que mencionar lo de Nott y La Noche de Walpurgis no era una buena idea.

—Lo mismo dijo Hermione—replicó Ginny.

—Y tiene razón—asintió él.

Otro momento de silencio se instaló entre ellos, roto apenas por el sonido del péndulo del reloj.

—¿Porqué no me besas?—preguntó la chica de golpe.

Harry la miró fijamente, sin contestar.

—Harry, sólo di lo que tengas que decir, ¿quieres?—esta vez Ginny fue algo más ruda al hablar.

—Lo lamento, no es mi intención herirte—empezó él—No tengo idea de cómo hacer esto.

—¿Terminar con una chica? No es tan difícil, sólo tienes que decirlo—la joven habló con amargura, para luego levantarse y mirarlo de frente—Harry, tú no eres esa clase de chico, necesito que me digas lo que realmente ha pasado.

—Es tan complicado—replicó Harry.

Ginny intentó calmarse, y cambiar su actitud acusadora por una más agradable.

—¿Es algo relacionado con este misterio del que habló Hermione? ¿Quieres separarte de mí para protegerme otra vez? Sabes que eso no es necesario, Harry, te lo he dicho—explicó con tono suave y conciliador.

Harry negó, pasándose una mano por el cabello ya alborotado. Esto iba a ser más difícil de lo que había pensado.

—No se trata de eso, Ginny—la corrigió de inmediato—Por supuesto que me preocupa lo que te pase, pero…

La chica lo miró, insegura de cómo actuar. ¿Había estado en lo cierto, entonces? ¿Harry ya no la quería?

No podía ser, no de este modo.

—Harry, tal vez piensas que las cosas no están bien porque he estado muy lejos, pero en las vacaciones pasaremos más tiempo juntos, y te darás cuenta de que todo es como antes—le dijo, volviendo a sentarse a su lado, y esforzándose por hablar con naturalidad.

—Ginny, no es tan fácil. No tiene nada que ver con el que estés aquí o no, es algo más—replicó el muchacho.

Ella frunció el ceño, y cerró las manos en puños, temerosa de preguntar lo que deseaba desde un primer momento, pero sabiendo que no había otra salida.

—¿Has conocido a alguna otra chica?—allí estaba.

El muchacho dejó de mirar sus manos sobre las rodillas, y levantó la cabeza, viendo a la chica con un poco de lástima.

—¿Es eso?—le dolía oír su voz quebrada.

—Ginny, lo siento—se disculpó, intentando tomar una de sus manos para reconfortarla, pero ella deshizo el agarre de un tirón, y se levantó nuevamente.

—Nunca creí que fueras esa clase de persona, Harry, jamás. Sólo me fui unos meses, conociste a alguna chica bonita en la Academia, ¿y ya? No puedo creerlo—cada gesto de dolor lo hacía sentir peor.

—¡No es así! Ginny, no sé muy bien cómo explicarlo, quisiera poder, lo juro, pero no se trata de algo que esperara—intentó explicarse—No me di cuenta en qué momento ocurrió, pero no quiero engañarte, no lo mereces.

—Pero si merezco que me dejes de un momento a otro sólo porque conociste a una chica linda, ¿verdad? ¿Eso está bien?—ella lucía muy ofendida y triste—En Hogwarts también hay chicos guapos, ¿sabes? Y algunos parecen interesados en mí, pero nunca les haría caso, porque es a ti a quien quiero.

La última frase llegó acompañada de un sollozo que impulsó al muchacho a ponerse también de pie, dividido entre consolarla e insistir para dejar las cosas en claro.

—Sé que no es fácil de entender; no imagino cómo me sentiría si las cosas fueran al revés. Pero necesito que comprendas algo, y es que no se trata sólo de una chica a la que conocí, como pareces pensar, sino de alguien que me importa, y mucho—a Harry le costó hablar con tanta firmeza, pero creyó que sería lo mejor.

Ginny secó las lágrimas que habían empezado a caer con un ademán furioso.

—Alguien que te importa mucho—repitió con amargura, alzando la voz—¡Eres un tonto, Harry! No puedes dejar de querer a una persona, y luego interesarte por otra, así como así, por muy linda que sea.

—¡Deja de decir eso como si fuera lo único importante! ¿Linda? ¿Crees que pasaría por todo esto si se tratara de alguien que es sólo linda?—él también había empezado a alzar la voz sin darse cuenta de ello.

—¿Entonces la quieres? ¿Vas a decir que te enamoraste de la noche a la mañana?—Ginny lo observó sin disimular la burla en su voz.

Harry no respondió, la pregunta lo tomó desprevenido. Por un momento, su mente se puso en blanco, y luego empezó a funcionar a toda velocidad.

¿Enamorado de Hermione? ¿Era eso lo que sentía? Todas las emociones de los últimos meses empezaron a martillar su cerebro, y a agitar su corazón, como si hubiera caído en un remolino.

Ginny malinterpretó su silencio, y la confusión que vio en su semblante, porque empezó a reír sin rastro de alegría.

—¿Ni siquiera sabes lo que sientes?—lo miró incrédula.

Harry sacudió la cabeza, indignado en gran medida por lo que le pareció una burla a algo que para él era tan importante.

—¡Por supuesto que lo sé!—replicó sin bajar la voz.

—¡No es verdad! Si fuera así, no dudarías—lo contradijo ella—Lo que ocurre, Harry, es que sólo te deslumbró una cara bonita, y no tienes idea de lo que sientes por esa chica.

—¡Si que lo sé!—insistió el muchacho, con la paciencia agotada.

—¿Ah, sí? ¿Y qué sientes?—lo desafió la muchacha con el mentón alzado—¡Vamos, dilo de una vez!

—¡La amo!—la confesión cayó como una bomba en el salón, sumiéndolo de pronto en el silencio.

Ginny se tapó la boca con ambas manos, asombrada por lo que acababa de oír, mientras que Harry se dejó caer sobre el sillón, mareado de una extraña forma.

Sin poder soportar la tensión un segundo más, la pelirroja corrió hasta la puerta, y salió al recibidor, donde se paró de golpe, mirando a la entrada con ojos vidriosos.

Hermione y Ron acababan de cruzar la puerta, cuando oyeron los gritos provenientes del salón. No tardaron mucho en reconocer a los dueños de las voces, e intercambiaron una mirada. El muchacho no ocultó su furia, mientras los ojos de ella se llenaban de angustia.

Pero ambos exhibieron las mismas muecas de incredulidad al oír las últimas frases, sin atinar a moverse.

En cuanto Ginny los vio, dirigió una mirada acusadora a Hermione, sin dejar de llorar.

—¡Tú lo sabías! ¿Cómo pudiste?—le gritó, antes de salir con paso veloz a la calle.

Ron miró de su amiga, a la puerta por la que acababa de desaparecer su hermana menor, y con un bufido de frustración, siguió a la segunda.

Hermione, estática aún, pestañeaba para hacer funcionar sus sentidos.

Cuando Harry salió del salón, ya más calmado, la encontró en el mismo lugar, y no le costó mucho comprender parte de lo que había ocurrido.

—No puedo hablar ahora—la movilidad volvió al cuerpo de la chica como por encanto, y subió las escaleras en un parpadeo.

Harry puso un pie en el primer escalón, pensando en seguirla, pero comprendió que no podrían hablar en este momento, así que optó por respetar su pedido, y con paso cansado, se dirigió a las cocinas.

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Le hablan al destino...