sábado, 17 de abril de 2010

DESTINO: CAPITULO 11




Disclaimer: Todos los personajes y lugares conocidos son propiedad de J.K. Rowling; los demás son fruto de mi activa y a veces alocada imaginación.

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Luego de al menos quince minutos poniendo al corriente a Ron de los motivos por los que Draco Malfoy se encontraba cómodamente sentado en el sillón, el pelirrojo sacudió la cabeza incrédulo; el que Malfoy viera la escena entre aburrido y burlón, no estaba ayudando mucho.

- ¡Que no! ¿No se dan cuenta? ¡Está mintiendo! Lo que quiere es información para poder llevársela a Nott. – el muchacho se había aferrado a esa teoría y no iba a dejarla así nada más.

- Ron, te contamos lo del Veritaserum, no está mintiendo. – replicó Harry, pasándose la mano por el cabello; empezaba a cansarse y aún ni siquiera habían oído a Malfoy.

- Eso no prueba nada. – descartó Ron.

- Lo prueba todo, Ron, no seas terco. Ya escuchaste, él no tiene motivos para mentir, sólo está buscando su propio beneficio. – terció Hermione.

- Y sabe que tiene más que perder si se atreve a traicionarnos. – se sumó Harry.

Un sonoro carraspeo interrumpió su discusión.

- No es que sus insultos y amenazas me importen en lo absoluto, pero no pienso quedarme a vivir aquí, así que o hablamos ya, o me voy. – les advirtió el rubio poniéndose de pie.

- ¿Crees aún que tienes derecho a poner condiciones? – Ron le salió al paso.

Hermione se acercó a Harry y le tocó suavemente el codo.

- ¿No crees que deberíamos dejar que se peleen? He leído que eso puede ayudar a aligerar tensiones. – le susurró ella.

- Si sugieres algo así es porque estás tan desesperada como yo harto. – la apoyó Harry. – Vamos a terminar con esto.

El muchacho se masajeó el puente de la nariz y se interpuso entre Draco y Ron.

- Escuchen, aunque la idea de arreglar nuestras diferencias ahora no me molesta; es más, te golpearía con gusto, Malfoy, estamos en medio de una crisis. Ron, te preocupas tanto como nosotros por lo que está pasando y necesitamos que te calmes, ¿de acuerdo? Vamos a escuchar a Malfoy, y si lo que nos dice resulta útil, habrá valido la pena aguantarlo. – le dijo a su amigo con una mirada significativa.

Ron lo vio impotente, pero retrocedió algunos pasos, dando un resoplido.

- Bueno, Malfoy, somos todo oídos. – le dijo Harry al rubio.

Draco volvió a su asiento, intercambiando una mirada furiosa con el pelirrojo, pero sin dar alguna otra muestra de hostilidad.

- Repasemos lo que ustedes dijeron, eso sería lo más inteligente. – empezó el muchacho. – Primero, asumen que Nott es quien está detrás de todo esto, pero en gran parte se equivocan.

- ¿Nott tiene un jefe? – Harry se adelantó interesado.

- No un jefe, Potter, no exactamente. Theodore no está solo en esto; para empezar, todo ha sido planeado por su abuelo, digamos que él es el cerebro, aunque Nott tampoco es ningún idiota. – reconoció Draco de mala gana.

Hasta Ron dejó su actitud malhumorada para fruncir el ceño confundido.

- El abuelo de Nott está muerto. – anotó Hermione. – No creo…

- Es una suerte que ustedes lo sepan todo, ¿eh? – la cortó Draco sarcástico.

- ¿Estás seguro de lo que dices? – Harry intervino con una mirada de advertencia.

- Por supuesto. Todo el mundo lo sabe; bueno, todos los cercanos a…- el rubio se mostró ligeramente incómodo.

- Voldemort. – completó Harry.

- Sí, a él. – aceptó Draco, recuperando el aplomo. – Y antes de que empiecen a preguntar, no, no tengo idea de porqué fingió su muerte y mucho menos los motivos que tuvo el Señor Oscuro para perdonarlo. Se decía que estaba muy viejo y enfermo para ser de utilidad, y como su hijo, el padre de Theodore, se unió de inmediato, supongo que eso lo compensó.

- Pero si está tan enfermo, ¿cómo es que ha podido idear todo esto? – le preguntó Hermione.

- No estoy seguro, quizá no está tan enfermo como dicen; y aún cuando fuera así, para eso tiene a Theodore. Él viaja reclutando seguidores, se encarga de los detalles; tal vez ustedes no lo sepan, de nuevo, pero él es mucho más poderoso de lo que siempre le ha gustado aparentar. – continuó Draco.

- Casi no hablaba en Hogwarts. – recordó Ron, uniéndose a la conversación.

- Ni siquiera en Slytherin, Weasley. Siempre fue muy reservado, se mantenía al margen de todo lo que pasaba. Aún al final, parecía que nada le importaba. Cuando su padre murió, no se supo más de él hasta hace unos meses. – recordó el muchacho.

- Entonces es el abuelo de Nott quien está detrás de todo esto, y Theodore vendría a ser algo así como quien hace el trabajo sucio, ¿verdad? – recapituló Harry, intentando poner orden en sus ideas.

Draco asintió de mala gana.

- Se rumoreaba que el viejo Nott está realmente loco; ya saben, en el sentido de desquiciado, y que era capaz de cualquier cosa por el Señor Oscuro. – anotó al fin.

- ¿Y sabes qué o a quién desean invocar? ¿Qué es lo que buscan con ese ritual? – preguntó Hermione.

- Theodore ha sido muy cuidadoso con eso; no me ha dado ningún detalle, sabe que no puede confiar completamente en mí y dudo que lo haga en alguien, la verdad. – se encogió de hombros el rubio.

Los tres chicos, que lo oyeron atentamente, empezaron a pensar a toda velocidad; por unos minutos, todo fue silencio.

- Malfoy, sospechamos que secuestraron a un muggle, quien resultó ser un squib, ¿es parte eso del ritual? – preguntó Hermione de pronto.

- Ah, eso, ¿ya lo hizo? Es demasiado pronto. – por primera vez, Draco lució sorprendido.

- ¿”Eso”? ¿A qué te refieres? – Harry dejó su caminar nervioso.

- ¿Pero es que no saben nada? Granger, creí que vivir en una biblioteca les permitiría conocer algunos hechos básicos. – Malfoy recuperó su sarcasmo.

- Sé claro, Malfoy. – le espetó Ron molesto.

El rubio rodó los ojos con expresión hastiada.

- ¿Saben al menos en dónde se hará el ritual? ¿Los elementos? – inquirió a su vez.

- El 30 de abril, en Alemania; las montañas de Harz, para ser más exacta. – replicó Hermione al momento. – Es muy posible que opten por el pico más alto, Brocken. En cuanto a los elementos sé que son necesarios al menos doce magos para llevarlo a cabo.

- ¡Diez puntos para Gryffindor por tragarte la enciclopedia! – se burló Draco. - ¿Y qué pasa con los sacrificios? ¿Las ofrendas?

- ¿Usarán al squib como sacrificio? – Ron se veía horrorizado y fue el primero en reaccionar.

- Para empezar, pero no debe ser hasta el momento del ritual; no entiendo porqué Nott se ha apurado con eso, sólo llamará la atención. – el rubio frunció el ceño.

- ¿A qué te refieres con “para empezar”? – inquirió Harry de pronto.

- No puedo asegurarlo, pero un squib no parece suficiente. Estos rituales son complicados, Potter, hay muchas formas de hacerlos, mucho que pedir y ofrecer. Tratándose de los Nott, no creo que pidan poco y por lo mismo deben dar más a cambio. – expresó el muchacho con lógica.

- ¿Crees que puedan ir por más personas? – se dirigió a él Hermione.

Draco se encogió de hombros, sin parecer muy interesado por su preocupación.

- De nuevo, no tengo cómo saberlo, pero no sería nada raro. – aceptó.

Nuevamente el silencio se apoderó del lugar, con sus ocupantes pasando los ojos de un lugar a otro; sólo Malfoy mantenía la mirada fija en el candelabro.

- ¿Qué te ha pedido exactamente Nott? – le preguntó Harry.

- Por ahora, nada. Supongo que sólo está reuniendo a la gente necesaria. Granger tiene razón en algo, debe contar al menos con doce magos para iniciar el ritual. – respondió Malfoy.

- ¿Eso es todo de lo que estás enterado? - insistió Harry.

- Hasta que Nott se ponga nuevamente en contacto conmigo, si. Pero creo que les he dicho bastante, ¿no? – replicó soberbio.

- Algo. – reconoció Ron a medias.

- Bueno, ¿y qué van a hacer? – fue el turno de Draco de preguntar.

- ¿Hacer? – repitió Hermione.

- Sí, hacer. ¿Cómo van a detener a Nott? ¿No es eso lo que les gusta hacer? ¿Salvar a todo el mundo? – bufó el rubio.

- Tendremos que usar lo que nos has dicho y pensar en ello, Malfoy; no podemos simplemente actuar. – le respondió Hermione.

- Sí, y además tenemos que informarle a...- antes de que Ron concluyera la frase, una mirada furiosa de su amiga le obligó a callar.

- ¿Informar a quién? – Malfoy levantó la mirada suspicaz.

- A nadie que te importe. – terció Harry cortante. – Lo que nos has dicho servirá, Malfoy; ahora necesito saber algo muy importante. ¿Hasta dónde estás dispuesto a llegar? – hizo la pregunta con voz grave.

Draco le sostuvo la mirada, mientras Hermione lucía nerviosa y Ron confundido.

- ¿Esperas que me convierta en su espía? – preguntó él a su vez.

- Puedes averiguar cosas que nosotros no. – fue Hermione quien contestó. – Y si cae Nott, será lo mejor para tu familia.

Malfoy ladeó la cabeza con expresión calculadora y entrecerró los ojos antes de responder.

- Pensaré en eso; pero desde ya les digo que si aceptara, tendrán que poner primero a mi madre a salvo. – les advirtió. – Y algo más; no soy como ustedes, ¿de acuerdo? No me interesa ayudar a nadie y muchos menos poner en riesgo mi vida, así que no esperen heroísmos de mi parte.

- Eso no es algo que no supiéramos ya, Malfoy. – mencionó Harry como si fuera muy obvio.

- Siempre has sido un cobarde convenido. – se sumó Ron.

Malfoy abrió la boca para responder a eso, posiblemente con otro de sus insultos, pero pareció pensarlo mejor y se contentó con mirar al pelirrojo con su desprecio habitual.

- Me voy ya; cuando tome una decisión se los haré saber. – dijo el rubio encaminándose a la chimenea para tomar un puñado de polvos Flú. – Recuerden lo que les dije de mi madre, e infórmenle a quien sea que los esté ayudando.

Sin esperar respuesta, entró en la chimenea, y tras pronunciar “Malfoy Manor”, desapareció.

Harry se movió de inmediato, y tras intercambiar un gesto con Hermione, dejó el salón.

- ¿A dónde fue? - preguntó Ron

- Necesitamos hablar con Moody. – le hizo ver la chica.

- Eso ya lo sé, pero ¿para qué…? – el pelirrojo calló al oír la puerta del frente abrirse. – No irá a hacer lo que estoy pensando.

- Sí, eso hará, Ron. Le hicimos una promesa a Moody y vamos a cumplirla, debemos ir ahora. – le contestó Hermione.

Unos segundos después, Harry volvió a la habitación, sólo que esta vez traía compañía.

- ¿Qué ha pasado? – les preguntó Travis con expresión alerta.

- Llévanos con Moody, tenemos algo que decirle. – indicó Harry.

El mayor los miró curioso, pero tras pensar un momento, asintió en silencio.

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El salón principal de la casa que Moody y los aurores extranjeros usaban como cuartel general, parecía una verdadera Torre de Babel.

Harry, Ron y Hermione estaban sobre el viejo auror, hablando todos al mismo tiempo y mareando al pobre hombre, quien intentaba controlar a su ojo mágico, que daba vueltas, al parecer tan alterado como su dueño.

Laria había empezado a maldecir en griego, o eso parecía, mientras Travis intentaba calmarla con alguna de sus bromas, aunque en realidad daba la impresión de querer fastidiarla un poco y marcaba más su acento para hacerla enfadar. En tanto, Kim, permanecía en un rincón, farfullando algunas palabras en su idioma, como si meditara.

Cuando las voces se hicieron demasiado altas para poder siquiera comprender lo que le decían en “su idioma”, Moody dio un alarido de furia que hizo retumbar las ventanas, y consiguió que todos guardaran silencio.

- ¿Pero es que han perdido la razón? ¿Qué pasa con ustedes? ¿Les matará hablar de uno en uno? – el viejo se apoyó en el bastón, llevando la mirada de uno a otro.

- Hemos venido a tratar un tema muy serio contigo, Moody. – le explicó Harry, más tranquilo.

- También yo necesito darte mis informes. – intervino Kim con su voz pausada.

- Y obviamente yo traje a estos tres. – se sumó Travis, señalando a los más jóvenes y girando a mirar a Laria. - ¿Qué pasa contigo? ¿Alguna noticia para aportar?

- Sólo quería saber qué está pasando. – reconoció la mujer.

- ¿Y por eso me echabas todas esas maldiciones? – saltó el rubio ofendido.

- ¡Por supuesto que no! – se defendió Laria al instante.

- ¡Vamos! Todo es que decías no eran saludos para mi madre. – mencionó Travis con sarcasmo.

- ¡No empiecen de nuevo! – gritó Moody ya muy disgustado. – Yo digo quién habla y cuándo, ¿está claro? Búsquense un lugar para sentarse y Kim puede empezar, no creo que tarde.

El oriental hizo una ligera venia y esperó a que todos se hubieran sentado, para iniciar su relato.

- Acabo de llegar de Bristol; fui a vigilar a Selwyn y Travers, como hago siempre con los mortífagos que tenemos bajo sospecha. Me dirigí primero a casa de Selwyn, pero contrario a lo que acostumbra, no se quedó allí, sino que se enrumbó a la taberna más alejada, supuse que para encontrarse con alguien, y no estaba equivocado. Poco después se le unió Travers, y pasaron casi una hora en la misma mesa, aunque apenas si intercambiaron alguna mirada; luego llegó Theodore Nott. – resumió Kim.

- ¿Tres mortífagos en un lugar público? Eso es un poco arriesgado, ¿no? – intervino Travis desde su butaca.

- Quizá, depende de cómo lo veas. – dudó su compañero. – Para nosotros, con todo lo que sabemos, claro que sí; sin embargo, a ojos de los demás no debe de haber nada especial en Nott, y el lugar es bastante discreto, lo suficiente al menos para que tres hombres con las cabezas cubiertas puedan pasar desapercibidos. – concluyó.

- ¿Pudiste oír algo? – inquirió Moody atento.

- Lo lamento, pero debí mantener una distancia prudente. El usar hechizos en un lugar así, y con semejantes seres, resulta muy arriesgado; tuve que conformarme con lo que pude intuir, y no resulta del todo bueno. Como dije, Travers y Selwyn apenas si hablaron mientras estuvieron a solas, y cuando Nott llegó, fueron más cuidadosos aún. Lo que es seguro es que les dijo algo inesperado, porque al dejar la taberna, esos dos parecían muy impresionados, asustados, para ser más exacto. Luego seguí a cada uno a su escondite y vine a reportarme. – culminó su informe.

Moody empezó a golpear con su bastón la fría moqueta, muy pensativo.

- Nott debe de haberles dicho algo nuevo; su siguiente paso, quizá. – especuló el viejo en voz alta.

- ¿Y cómo podemos averiguarlo nosotros? – le preguntó Laria.

- Creo que deberemos coger a uno de esos dos para saberlo, no tenemos otra opción. – sugirió Travis con un suspiro resignado. – Aunque eso pondrá a Nott sobre aviso.

- ¿Podrían escucharnos un momento? – los interrumpió Harry, alzando al voz.

Los mayores giraron a verle con expresión interrogante, y el muchacho los miró a su vez algo enfadado.

- Le pedimos a Travis que nos traiga aquí porque tenemos noticias importantes; es más, pude haber una manera de saber lo que planea Nott sin descubrirnos. – explicó Harry.

- Eso suena interesante. – comentó Travis alzando las cejas.

- Habla. – le pidió Moody.

Durante los siguientes minutos, Harry relató todo lo ocurrido desde la llegada de Draco Malfoy a Grimmauld Place. Lo que les contó el muchacho, y su posible inclusión como espía, así como también su propia opinión, sin omitir ningún detalle.

Cuando terminó, un pesado silencio se instaló en el salón; Moody y los otros tres aurores mostraban diferentes expresiones, que iban del abierto entusiasmo, a la desconfianza absoluta.

- Ese chico no me gusta para nada, pero bien llevado, el plan puede funcionar. – Travis fue el primero en hablar.

- Eso mismo creemos nosotros. – replicó Hermione.

- ¿Creemos? No me incluyas, Hermione, sabes que no estoy de acuerdo con esto. – Ron se cruzó de brazos obstinado.

- Apoyo al pelirrojo, debe de ser una trampa. – Laria mostró también su inconformidad.

- Es Ron. – la corrigió el chico algo ruborizado.

- Ah, si, Ron, disculpa. – aceptó la mujer, para luego agregar. – Ese muchacho proviene de una familia de mortífagos; es un mortífago, por Circe, sería una locura confiar en él.

Kim cabeceó en señal de afirmación, aunque una ligera duda pareció revolotear en su mirada; en tanto, Moody chasqueaba la lengua y se tocaba la mutilada nariz con un dedo.

Hermione miró a Ron furiosa, pero él mantuvo su expresión reprobadora. Harry vio alrededor y se pasó la mano por el cabello antes de ponerse de pie y aclarar su garganta para llamar la atención.

- Miren, confío en Malfoy tanto como ustedes; es decir, nada, y está bien, se lo ha ganado. Pero estamos en una situación difícil, y no podemos darnos el lujo de descartar la única opción que tenemos. – expresó el joven. – Tal vez Draco Malfoy ser un cobarde traidor, pero ya ha pasado por una situación similar antes, y casi muere; además de que está su madre en juego, y me consta que debe de ser la única persona, además de sí mismo, a quien realmente quiere, no creo que la pusiera en medio de todo esto para ganar algo.

- Harry está en lo cierto. – lo apoyó Hermione. – Les contamos la trampa del Veritaserum; no ha mentido, y hasta dejó muy en claro que si nos ayuda será sólo por su conveniencia, y si podemos prometerle que su madre estará a salvo.

- Ese es un punto interesante; nadie que se preocupe así por su madre puede ser un completo villano. – reconoció Kim.

- No me digas que estás considerando seriamente esto; Kim, es ridículo. – intervino Laria.

- No todo es lo que parece en esta vida, Laria, no existen el bien y el mal absoluto. – comentó él con gravedad.

- Muy cierto; como diría mi madre, “en el mundo hay muchos colores, no sólo blanco y negro”.- se sumó Travis.

Laria bufó frustrada y miró fijamente a Moody.

- ¿Qué piensas tú, Alastor? – le preguntó.

El viejo se apoyó aún más en el bastón, e hizo girar su ojo de un lado a otro antes de contestar.

- Esto de usar espías nunca me ha gustado, y menos si son tipos de semejante calaña. – dijo al fin. – Sin embargo, Potter tiene razón en que el chico Malfoy se preocupa por su madre, y eso cuenta; lo que debemos hacer es usar esa debilidad a nuestro favor. ¿Quiere que protejamos a su madre? Bien, lo hacemos, pero él tendrá que hacer su parte. – sentenció.

- ¿Estás hablando de chantaje? – lo encaró Harry, viéndolo inquieto.

- Intercambio de favores, Potter, nada más. – replicó el viejo.

- Lo mismo dijo él. – observó Hermione.

- ¿Lo ven? Sólo me pongo a su nivel; es la mejor forma de tratar con esta gente. – dijo Moody.

Harry suspiró y miró a Hermione sobre su hombro. Ambos pensaban lo mismo; lo último que querían era actuar igual que los mortífagos, pero discutir todo eso con Moody hubiera resultado inútil.

- Bueno, entonces estamos todos de acuerdo en que debemos incluir al chico Malfoy, ¿cierto? – preguntó Travis.

Laria sacudió la cabeza y miró al techo sin responder, mientras Kim asentía en silencio.

- Si es bajo los términos de Moody, está bien; pero no podemos quitarle un ojo de encima. – advirtió Ron por su parte.

- Hermione y yo también estamos de acuerdo, claro. – se unió Harry, mientras la joven asentía con firmeza.

- Muy bien, coincidimos todos; bueno, casi todos. – se corrigió Moody al oír el bufido de Laria. – El chico Malfoy está dentro; cuando se ponga en contacto con ustedes pueden decirle que nos encargaremos de su madre si él cumple con informarnos de todo lo que le diga Nott. – indicó a los más jóvenes.

Harry, Ron y Hermione se miraron entre sí, cabeceando y haciéndose gestos, que hicieron fruncir el ceño a los demás.

- ¿Qué pasa? – inquirió Moody desconfiado.

- Lo que ocurre es que deseamos tener una participación más activa. – explicó Harry. – Ya lo hemos hablado desde hace semanas, no podemos quedarnos en casa esperando tan sólo que las cosas pasen.

- Pensé que había dejado claro… - empezó Moody.

- Estamos cumpliendo con lo que prometimos; vinimos de inmediato a contar lo ocurrido con Malfoy, ¿no? Pero si queremos realmente ayudar, debe de haber algo más que podamos hacer. – lo apoyó Hermione.

- En eso si estoy completamente de acuerdo con ellos. – se unió Ron de inmediato.

- Ustedes apenas son cuatro y no sólo deben vigilar a Nott, sino a varios otros mortífagos; sin mencionar lo que dijo Malfoy de las ofrendas. – insistió Hermione. - ¿Qué pasa si van tras alguien más? Necesitarán ayuda.

- Ten por seguro que nos las arreglaremos, estamos más que cualificados para enfrentar esto. – la interrumpió Laria. - ¿En qué podría ayudar una niña como tú?

- ¡No le hables así! – intervino Harry, adelantándose. – Ella ha hecho por el mundo mágico mucho más de lo que puedes imaginar.

- Harry… - la chica hizo un gesto para que no hablara más.

- Es la verdad, y ellos hacen mal en intentar hacernos menos todo el tiempo; estoy harto de sus insinuaciones acerca de lo jóvenes que somos y lo poco que sabemos, ¿de qué sirve entonces todo por lo que hemos pasado? – continuó el muchacho de mal talante.

- ¡Hey! Tranquilo ahí, Potter, que nunca me he metido con ustedes, y mucho menos los he subestimado. – se defendió Travis en el acto.

- Quizá tú no, pero ella continúa llamándonos “niños”. – intervino Ron, señalando a Laria.

- Vamos, no pueden hacer caso de lo que Laria diga; la conozco hace meses y sigue llamándome “estúpido aussie”, sólo ignórenla. – el rubio se encogió de hombros.

- ¿Disculpa? – la aludida se irguió muy ofendida.

- Será mejor que guardes silencio si quieres seguir con esta asignación, Laria, ¿está claro? – Moody le dirigió una mirada significativa, casi misteriosa.

La mujer lo miró desafiante, pero asintió como si le costara un esfuerzo sobrehumano.

- ¿Ven? Casi les ofreció disculpas; viniendo de ella no es poca cosa. – Travis hacía lo posible por mantener el ambiente calmado.

- Si me permiten, quisiera dar mi opinión. – la suave voz de Kim llamó su atención. – Creo que de alguna u otra forma, todos actuamos como dueños de la razón, y eso es muy peligroso si estamos del mismo lado. Harry, tú y tus amigos tienes derecho a sentirse ofendidos si creen que se les ha faltado el respeto; nunca lo haríamos adrede, sabemos todo lo que han hecho, y les estamos muy agradecidos por ello. Por otra parte, espero que sepan comprender nuestra posición. Hemos venido de lugares muy lejanos, tenemos instrucción y costumbres diferentes, que a veces pueden provocar ciertas fricciones, aún entre nosotros que llevamos algún tiempo trabajando juntos. Sin embargo, debemos tener todos muy claro que sin importar cuán diferentes seamos, tenemos un objetivo común, y es más lo que nos uno que lo que nos separa. – terminó su pequeño discurso el mago.

Los más jóvenes lo vieron con aprecio; casi les recordó a Dumbledore con sus llamadas a la unidad; mientras que sus compañeros asintieron en señal de conformidad; hasta Laria tuvo la delicadeza de lucir ligeramente avergonzada por su anterior explosión.

Moody aspiró con fuerza, y apoyado en su bastón, se incorporó para situarse en el medio de la habitación.

- Bueno, yo no lo habría dicho mejor. – reconoció el viejo con una sonrisa torcida. – Supongo que después de todo podríamos hacer algunos ajustes.

Harry lo miró anhelante, lo mismo que sus amigos.

- Las cosas irán así, y desde ya digo que no acepto quejas, y a quien no le gusten, se puede ir. ¿Quieren más acción? La tendrán, pero bajo mis términos, ¿comprendido? – preguntó.

Los chicos se apuraron a asentir.

- Bien, empecemos con el asunto Malfoy. El muchacho hizo contigo, Granger, seguro que lo hará de nuevo porque le resulta más fácil al estudiar en el mismo lugar. Cuando lo haga, házmelo saber, y Kim se reunirá contigo para asegurarse de que no miente, ya él te guiará para hacerlo de la mejor forma. – empezó sus asignaciones.

Hermione le sonrió amablemente al oriental, que a su vez hizo una ligera reverencia en señal de respeto.

- ¿Qué sigue? Ah, si, la investigación. – rumió Moody por lo bajo y con cierta inquietud. – Muy bien…Laria se ha venido encargando de eso y no tiene sentido que cambiemos, de modo que Weasley puede darle una mano y así informarse de todo lo que ocurre; luego podrá contarle a sus amigos y todos sabremos lo mismo. – indicó.

La idea no pareció caer muy bien a ninguno de los dos; Ron se veía espantado de tener que pasar tanto tiempo con una mujer de carácter tan volátil, mientras que ella chasqueó la lengua y negó con la cabeza.

- Eso los deja a ustedes dos. – Moody miró atento a Travis y Harry. – Quiero que se aseguren de seguir a Nott cuando esté en Londres, y también a Jugson y Mulciber, que según nuestras fuentes del Ministerio, se esconden cerca de Surrey. No tengo que decirles lo delicado de este trabajo y cómo la menos indiscreción puede arruinar todo, ¿cierto? – preguntó al mirar con ironía al rubio.

- No te preocupes, Moody, soy el mejor en lo mío. – se ufanó el australiano. – Harry y yo haremos un gran equipo, ¿verdad?

El muchacho cabeceó inseguro y forzó una sonrisa. Le agradaba Travis, pero ya imaginaba cuál sería su tema favorito de conversación.

- Eso será todo por ahora, ya coordinaremos detalles según avancen los acontecimientos, lo que espero sucederá en cualquier momento. Creo que ustedes tres deberían volver a casa; Taylor, ve que lleguen bien. – indicó el viejo.

Los chicos se despidieron, y una vez fuera, dejaron el lugar para aparecer frente a la Casa Black. Travis, que los había seguido, se quedó en la acera del frente, retomando su vigilancia.

Una vez dentro, Ron se dirigió a las escaleras; pero antes de empezar a subir, llamó a sus amigos.

- ¿No vienen? – les preguntó.

Harry miró a Hermione de reojo.

- Seguro. – contestó.

- Yo quiero leer un rato, no tengo sueño. – se excusó la chica.

Ron se encogió de hombros, y tras darle las buenas noches, subió seguido de su amigo.

Hermione se quedó en el salón, y escogía algunos libros de un estante, cuando escuchó pasos bajando las escaleras a toda velocidad.

No tuvo tiempo de sorprenderse al ver a Harry acercarse corriendo, porque el muchacho puso una mano sobre la suya y le susurró unas palabras rápidamente.

- Ven a mi habitación más tarde, necesitamos hablar. – le pidió.

- Pero…- no le dio oportunidad de objetar.

- Por favor. – añadió el joven viéndola con ansiedad.

Hermione dudó un segundo, antes de asentir en silencio. Harry sonrió agradecido y, tomando su chaqueta del sillón más cercano, subió nuevamente las escaleras, perdiéndose en el rellano.

La joven se mantuvo allí, de pie, con la mirada perdida y una mueca de angustia en el rostro. Tras aspirar profundamente, se dejó caer sobre la silla más cercana.

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viernes, 9 de abril de 2010

DESTINO: CAPITULO 10






Disclaimer: Todos los personajes y lugares conocidos pertenecen a J.K. Rowling.

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Resumen de los capítulos anteriores: Harry, Ron y Hermione viven juntos en la Casa Black mientras continúan sus respectivos estudios. Una nueva amenaza se cierne sobre ellos, con los planes de Theodore Nott y su abuelo para invocar fuerzas oscuras en La Noche de Walpurgis. Todo lo que los jóvenes saben es gracias a “Ojoloco” Moody, quien nunca murió, sino que se mantuvo escondido todo este tiempo, pero ahora, unido a Kingsley Shackelbot, actual Ministro de Magia y a tres aurores extranjeros, quiere detener a los mortífagos, o eso se pensaba hasta que expresó su deseo a una de ellos de dejarles terminar su ritual; aún no conocemos sus motivos. Draco Malfoy se ha visto tentado para unirse a Nott, pero la idea no parece gustarle y busca otra opción. Si bien Harry tiene una relación con Ginny Weasley, empieza a compartir ciertos sentimientos por su mejor amiga, que al parecer son más que correspondidos. Ahora deben luchar contra lo que les pone en riesgo y al mismo tiempo descubrir lo que realmente sienten el uno por el otro.

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Un par de semanas después de la conversación entre Harry y Hermione en el dormitorio del primero, la atmósfera en Grimmauld Place resultaba más que extraña, por no decir incómoda.

Los dos jóvenes apenas si intercambiaban algunas frases durante las comidas y el resto del tiempo se evitaban buscando mil excusas para no estar en la misma habitación.

El más afectado con esa situación resultó siendo Ron, quien veía a sus amigos sin entender qué podía haber pasado entre ellos. En circunstancias normales simplemente hubiera preguntado, pero no estaba seguro de querer saber; tenía sus sospechas y ninguna le gustaba. Algo le decía que ser frontal esta vez no le iba a ayudar.

La rutina, por ende, consistía en desayunar muy temprano en las mañanas con algún comentario no muy entusiasta de parte de Ron y las monosilábicas respuestas de sus amigos. Luego iban a sus respectivas clases y los muchachos no veían a Hermione hasta la hora de la cena, ya que al parecer, según ella, estaba tomando unos cursos extras que le obligaban a pasar mucho tiempo en la Academia.

Los fines de semana el panorama no cambiaba mucho, porque ante toda esa tensión, Ron había optado por pasar su tiempo libre en la tienda de los gemelos y Harry lo acompañaba con frecuencia. Hermione, en cambio, se excusaba diciendo que prefería aprovechar el tiempo para estudiar o visitar a sus padres.

Tal vez si al menos ocurriera algo nuevo relacionado con los mortífagos y La Gran Noche, les serviría para salir de esa situación, pero nada pasaba. Moody no se comunicó más con ellos y salvo uno que otro saludo con Travis, quien siempre permanecía vigilante, no recibían mayores noticias.

Sin embargo, ellos no tenían como saber que los acontecimientos se sucederían tan rápidamente que los tomaría casi con la guardia baja.

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A Hermione le costaba recordar cuándo fue la última vez que se sintió tan aislada. Era conciente de que en gran medida era por su propia decisión, pero aún así no dejaba de resultarle muy incómodo y hasta triste.

Empezaba a hartarse de pasar buena parte de su tiempo libre recorriendo los jardines de la Academia o quedándose en la biblioteca casi hasta el anochecer. Merlín sabía cuánto le gustaban los libros, pero siendo honesta consigo misma, debía reconocer que hubiera preferido pasar esas horas en Grimmauld Place, sentada en el salón con la chimenea encendida y discutiendo como siempre con Ron, mientras Harry se sentaba a su lado y sonreía divertido.

Harry, ese era el quid del asunto. Harry.

La joven suspiró al tiempo que ocupaban una de las bancas más alejadas; hacía ya una hora que Padma se había disculpado por no acompañarla ya que debía regresar a casa.

¿Qué fue exactamente lo que pasó entre ellos? Un minuto estaban hablando con la misma confianza de siempre y al siguiente lo tenía sobre ella a punto de besarla.

Bueno, no es que tú no hubieras querido lo mismo, le recordó una vocecita traicionera en su cabeza.

Eso era lo que más le angustiaba, porque si hubiera sido sólo cosa de Harry podría haber pensado que estaba imaginando cosas o el muchacho había quedado aturdido por el golpe al caer. Pero no, después de todo ella era Hermione Granger y en teoría la inteligencia era su punto fuerte, ¿no? De modo que si algo tenía por seguro, era que por unos segundo al menos, Harry había deseado besarla y ella a él.

Eso era lo que la parte racional de su cerebro tenía muy claro; lástima que en lo que a sus emociones se refería era un completo desastre.

¿Porqué, en el nombre de todos los magos, querría ella besar a su mejor amigo? No tenía ningún sentido. De acuerdo, tal vez eso no fuera del todo cierto; Harry siempre le había parecido un chico muy guapo, aunque no lo mencionara. Por otro lado, mentiría si no reconociera que en sus primeros años en Hogwarts se sintió ligeramente atraída por él. Pero entonces era una niña, ni siquiera sabía darle un nombre, sólo se trataba de un enamoramiento infantil. Luego a ella empezó a gustarle Ron, y Harry suspiraba por Cho y después Ginny…simplemente lo dejó pasar, nunca pensó mucho en ello.

Hizo mal, porque si entonces hubiera analizado lo que realmente sentía por su amigo, ahora no estaría tan confundida.

Y una parte de ella le rogaba que no pensara mucho en eso porque podría descubrir algo que no iba a gustarle para nada, que lo echara al olvido.

Lo que ocurrió la otra noche fue un error, algún tipo de equivocación de parte de ambos; Harry estaba con Ginny y a ella le parecía muy bien, eso era todo.

Empezaba a sentir frío y se acomodó mejor la chaqueta para calentarse un poco. Lo mejor sería regresar a casa e intentar volver a la normalidad; odiaba no poder hablar con Harry.

Antes de desaparecer dio una mirada alrededor, viendo a lo lejos algunos grupos dispersos. En el edificio más alejado, justo bajo el pórtico de entrada, una figura oscura la veía con fijeza.

¿Qué no era ella quien debía vigilar a Malfoy? ¿Qué hacía allí parado mirándola de un modo tan raro? Hermione se extrañó aún más cuando el muchacho asintió en su dirección y dio media vuelta, de regreso al edificio. Quería que lo siguiera.

La chica no dudó, y con la mano sujetando fuertemente la varita, se encaminó hacia el lugar. Una vez allí, divisó a Malfoy unos pasos delante, dándole la espalda.

No estaba segura de qué hacer ahora, sólo podía ver a todos lados, esperando que no se tratara de una emboscada.

El muchacho no decía nada ni volteaba a mirarla, ¿qué hacer? Regresar sobre sus pasos se perfilaba como la mejor opción, pero cuando estaba por girar, una suave risa burlona le hizo cambiar de opinión.

- Eres un desastre, Granger; no puedes espiar a nadie y te lanzas de cabeza a una trampa; Weasley no podría haberlo hecho mejor. – Malfoy usaba su tono habitual de desprecio.

Hermione miró alrededor aún más nerviosa, pero cuidándose de no demostrarlo.

- ¿De eso se trata, Malfoy? ¿Una trampa? – mantuvo la varita firme.

El rubio giró lentamente con expresión calculadora y una sonrisa burlona.

- ¿Y qué harías si fuera así, Granger? Potter y Weasley no están para defender a su amiga sangre sucia. – replicó él.

- Me basto sola para acabar contigo. – y vaya que lo pensaba, pero no estaba segura de que no hubiera nadie más por allí.

Malfoy suspiró y levantó las manos vacías.

- Lo dudo mucho, Granger, pero lo dejaremos para otra ocasión; ahora vas a hacer algo por mí. – le indicó con tono prepotente.

Hermione no bajó la guardia, pero un parpadeo delató su confusión.

- “Voy a hacer algo por ti”. – repitió incrédula. - ¿Estás loco?

- No, Granger, sólo aburrido por tener que hablar contigo. – comentó ofensivo. – Ahora has lo que te he dicho, te conviene.

- ¿De qué manera hacer algo por ti va a convenirme? – le preguntó ignorando sus insultos.

- ¿Tú y tus amigos no quieren detener La Gran Noche? – preguntó él a su vez con un susurro apenas audible.

La chica abrió los ojos al máximo mientras daba un paso hacia delante, bajando inconcientemente la varita.

- ¿De qué hablas? ¿Qué sabes? – así que después de todo sus sospechas eran correctas, estaba involucrado.

Malfoy se mostró aún más altivo y la vio con los ojos entrecerrados.

- Llévame con Potter y ve pensando en cómo hacerlo sin llamar la atención; me están vigilando. – se limitó a contestar.

- ¿Quieres hablar con Harry? – esto no se lo esperaba.

- Potter, el diablo, llámalo como quieras. – expresó el muchacho con una mueca de disgusto.

Hermione clavó la mirada en los ojos desdeñosos de Malfoy, buscando algún indicio de engaño, pero al no ver ninguno, se guardó la varita y usó ambas manos para masajear sus sienes.

Y pensar que hasta hacía unos minutos creía tener ya bastantes problemas.

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Los miembros del equipo liderado por Moody no lo llevaban mejor. Travis continuaba su vigilancia sobre Harry; Laria se hizo cargo de recibir toda la información recabada en el cuartel y Kim, bueno, a Kim le pasaban muchas cosas por la mente en este momento. Por ejemplo, que si Travis fuera más desconfiado y menos distraído, se haría las mismas preguntas que él.

Más de una vez se acercó al australiano para preguntarle si no le parecía extraña la conducta de Laria, a lo que el rubio tan solo contestaba que le daba la impresión de estar un poco menos antipática que de costumbre; pero fuera de eso la veía igual.

En opinión de Kim, era una buena observación, con la diferencia de que él le daba mucha más importancia a ese cambio que Travis.

Por semanas, Laria sólo se dirigía a ellos para quejarse por mil motivos; los más comunes justamente no tener una participación tan activa como hubiera deseado en la operación. Ahora, en cambio, no se mofaba con sarcasmo de Travis por encargarse de la vigilancia de Potter, y había dejado de gruñir cada vez que Alastor lo enviaba a él en alguna misión de seguimientos a los mortífagos prófugos, mientras ella permanecía en la casa revisando folios o diseñando estrategias.

Aún más extraño era el hecho de que los trataba con una amabilidad poco común en ella, como queriendo dejar en claro que era uno de ellos, preocupada por lo que hacían en sus horas de vigilancia y por todo lo que lograban averiguar.

Kim no creía que las personas pudieran cambiar de la noche a la mañana y mucho menos sin un motivo. Así que esa nueva actitud de Laria le generaba cierta inquietud, sentía que algo no estaba bien.

Cavilaba en todo esto mientras se columpiaba sobre la silla de ese viejo bar en las afueras de Bristol.

Al parecer Selwyn y Travers tenían un motivo muy poderoso para reunirse en ese hueco maloliente, especialmente cuando por todos los informes que manejaba, sabía que lo normal era que se evitaran como a la peste. Algo muy lógico, ya que separados llamaban menos la atención.

La posibilidad de una reunión para recordar viejos tiempos como compañeros mortífagos estaba descartada; por los rostros pétreos que exhibían era como si una mano invisible los hubiera arrastrado al último lugar en el que deseaban estar.

Y el dueño de la mano en cuestión acababa de hacerse presente con una discreta entrada que apenas si pudo advertir; los dos mortífagos fueron mucho más lentos, no lo vieron hasta que ya se hubo sentado entre ellos.

Kim se preguntó, como hacía con frecuencia desde que empezó a seguir a Theodore Nott, qué tan poderoso podía ser ese muchacho realmente. A lo mucho un año mayor que Potter, delgado, no muy alto, y por lo que Laria investigó respecto a él, nunca fue muy popular en su época de escuela. Si de miembros destacados por sus conocimientos en Artes Oscuras se trataba, Draco Malfoy le llevaba una franca ventaja. Aparentemente, claro.

La hipótesis más coherente, que habían discutido él y sus compañeros más de una vez, era que el muchacho simple y llanamente había decidido mantener un perfil bajo para no llamar la atención; dejar que el joven Malfoy fuera el objeto de todas la miradas, y las sospechas. Lo mismo que su abuelo en los primeros años de Voldemort, parecía preferir actuar desde las sombras, lo que a su entender sólo lo hacía más peligroso.

En lo posible, para cumplir con su papel de vigilante a cabalidad, intentaba ir siempre con la cabeza gacha, usar su condición de extranjero para fingir ignorancia; todo lo que pudiera servir para pasar desapercibido.

Pero al menos una vez había logrado mirar a Nott a los ojos y lo que notó en ellos le resultó escalofriante; eran los más fríos que había visto jamás, la crueldad en ellos casi podía sentirse, y a él parecía gustarle. En seres así, lo común era percibir cierto grado de locura, pero este no le parecía un desquiciado más, aparentaba una lucidez que bien usada podía ser letal.

Ahora estaba agachado, hablando en susurros con Selwyn y Travers, y no alcanzaba a oír lo que les decía, ni podía ver sus rostros sin delatarse.

En cierto le pareció ver a Travers dar un pequeño salto en el asiento, pero se recuperó con rapidez y volvió a su posición inicial.

Al menos media hora después, Nott se levantó y puso unas monedas sobre la mesa. De inmediato, giró y salió del local sin mirar atrás.

A Kim no le parecía que los otros fueran muy astutos, así que se inclinó un poco más hacia delante para observar con detenimiento a los mortífagos.

Hablaban muy rápido entre ellos, con ademanes casi frenéticos, y lo que más inquietó a Kim, lucían increíblemente asustados.

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Harry aprovechó que cancelaron la última hora de clases para regresar a Grimmauld Place; Ron prefirió darse una vuelta por la tienda de los gemelos.

Le hubiera gustado ir a pie, le agradaba caminar cuando algo lo preocupaba y pensar con más tranquilidad en ello, pero con Travis siguiéndolo a todas partes, la idea le parecía mucho menos atractiva.

Así que se apareció en la puerta de la Casa Black y sintió una extraña satisfacción al cerrarla tras de si, casi en las narices del auror. No tenía nada en su contra, pero empezaba a hartarse de su presencia.

Kreacher le salió al encuentro tan pronto como puso un pie en la casa, y empezó a ofrecerle toda clase de bocadillos para esperar a que terminara de preparar la cena, pero Harry se negó con amabilidad y subió a su dormitorio.

Dejó sus cosas sobre una silla y abrió la puerta del armario para rebuscar entre todos los objetos lanzados al azar. Sólo un compartimiento estaba medianamente ordenado y fue ese el que retiró con cuidado.

Había dos álbumes de cuero allí; uno era el que Hagrid le obsequiara, y otro menos rústico, como recién comprado, fue este el que tomó.

Se lanzó a la cama con un suspiro y poniéndolo sobre las rodillas, empezó a pasar una a una las páginas.

Tenía decenas de fotos allí y él estaba en casi todas. Desde su primer año en Hogwarts, en sus visitas a La Madriguera, con todos los miembros de la familia Weasley, algunas de sus juegos de Quidditch, con profesores de la escuela, miembros de la Orden, el Ejército de Dumbledore; en fin, de todo acontecimiento en su vida desde que entró al mundo mágico.

En algunas de ellas estaba Ginny, especialmente en las más recientes, pero eran Ron y Hermione quienes le hacían compañía en la mayoría.

Salvo su crecimiento desmesurado, Ron se veía casi igual a cuando iniciaron su amistad; pero no se lo iba a decir, dudaba que le hiciera mucha gracia.

Y ella…no, mucho en ella era diferente a cuando la conoció, al menos en apariencia. Ya no era la niña de once años que irrumpió en su compartimiento del tren buscando al sapo de Neville. Como Travis le dijera hacía unos días, se había convertido en una chica muy linda.

La mayor parte del tiempo lo olvidaba, no porque no lo viera o no le diera importancia; era sólo que Hermione seguía siendo Hermione, eso continuaba igual y para él no había nada más valioso.

Por lo que le parecía toda su vida, esa chica había estado a su lado alentándolo, lanzándole críticas a diestra y siniestra, muchas veces con razón; dándole ánimos cuando ya no sabía qué hacer; deslizando los mejores consejos que se podían necesitar en situaciones de crisis; permaneciendo a su lado cuando no le quedaba nadie más, ni siquiera Ron. No podía pensar en una situación en la que Hermione no hubiera estado allí, acompañándolo.

Cerró el álbum, que por cierto ella le había regalado en las últimas fiestas para que no tuviera las fotografías regadas por allí, y se cubrió el rostro con la almohada.

¿Ahora qué? No intentas besar a tu mejor amiga y lo olvidas con facilidad; mucho menos si se trataba de Hermione.

Ella se sentía tan confundida como él, estaba seguro, pero ninguno se atrevía a decir nada.

Él, al menos, hubiera sólo empeorado las cosas si abría la boca. No podía ir con ella y decirle algo como “lamento casi haberte besado la otra noche, aunque no es algo que me moleste para nada; la idea de besarte, por supuesto”.

Harry casi se ahoga con la almohada para dejar de pensar tonterías. ¿Qué pasaba con Ron? Lo mataría si se enteraba de eso. ¡Y Ginny! No, ni hablar, entre él y Hermione no podía haber más que amistad, eso era todo.

Pero la parte rebelde de su cabeza, esa que siempre le obligaba a no tomar la salida fácil, le recordó todo lo que había sentido por Hermione las últimas semanas, y cómo eso no iba a desaparecer con facilidad.

¿Y qué hacer? ¿Pedirle que le hiciera el favor de dejar que la besara para saber qué sentía? Y en el hipotético caso de que ella aceptara, ¿qué si de pronto se daba cuenta de que no estaba loco y la empezaba a ver de otro modo? ¿En qué momento su vida se complicó tanto? Demonios, ni siquiera podía contestar las cartas de Ginny, no sabía qué decirle.

Oyó la puerta principal cerrarse y al ver su reloj, notó que había pasado más de una hora pensando justamente en la persona que acababa de llegar; sólo ella la cerraba de esa manera, suavemente, pero con firmeza.

La idea de quedarse encerrado en su habitación hasta la mañana siguiente cruzó por su mente, pero decidió que era un absurdo; no iba a escapar por siempre de esa situación. Técnicamente eran adultos, ¿no? Y se tenían mucha confianza, en algún momento iban a tener que hablar.

Guardó el álbum entre sus cosas y salió de la habitación bajando las escaleras con cierta pesadez.

Hermione acomodaba su abrigo en el armario del recibidor cuando vio a Harry bajando las escaleras, y sonreírle de ese modo tímido que delataba lo nervioso que se sentía; no podía decir que ella estuviera mejor. Si al menos pudieran hablar, pero este no era un buen momento; corrección, era el peor de los momentos.

- Harry, necesito hablar contigo. – se apuró al acercarse con expresión ansiosa

- Yo también. – el muchacho tragó espeso y elevó la mirada.

¡Oh, no! No ahora, de ninguna manera podían hablar ahora.

- Creo que sé de qué se trata, Harry, pero esto es muy distinto. De lo otro…será mejor que lo dejemos para después. – Hermione miraba de un lado a otro con el ceño fruncido.

- ¿Qué ha pasado? – Harry se tensó de inmediato, algo iba mal.

- Se trata de Malfoy. Ya confirmé que está involucrado en todo este asunto de La Gran Noche. – le informó ella.

- ¿Cómo lo sabes? ¿Lo viste reunirse con Nott o algo así? - el muchacho se preguntó si ella no estaría tan preocupada por haber escapado de un ataque.

- No, nada de eso; él me lo dijo. – indicó la joven.

Harry sacudió la cabeza, no muy seguro de haber oído bien. ¿Malfoy le dijo qué?

- Quiere hablar contigo, no estoy segura de para qué y mucho menos con qué intenciones; aunque tratándose de él no puede ser nada bueno. No me dio tiempo, Harry, tuve que tomar una decisión enseguida. – continuó ella con expresión ligeramente culpable.

- ¿Decisión? ¿Qué clase de…? – sus preguntas se vieron interrumpidas por un sordo ruido procedente del salón.

Él y Hermione corrieron hacia allí para encontrarse con un Draco Malfoy que se sacudía las cenizas del traje en tanto veía con la nariz arrugada todo lo que le rodeaba.

- Felicidades, Potter, has despojado a la Casa Black de toda su dignidad en sólo unos meses. – espetó el rubio con sarcasmo.

Harry tenía la varita en alto y alternaba la mirada de “la visita” a Hermione.

- Lo siento, Harry, la red Flú fue lo único que se me ocurrió. – confió ella apenada. – No podía traerlo hasta la puerta.

- ¿Pero traerlo aquí? ¿A nuestra casa? ¿En qué pensabas? – tal vez no fuera justo que se molestara con ella, pero esto era lo último que esperaba.

- ¿Nuestra casa? ¡Vaya, qué desagradable ha sonado eso! – el ex Slytherin veía de un lado a otro frunciendo cada vez más el ceño.

Harry aspiró profundamente e hizo todo lo posible para calmarse; seguro que Hermione tenía una muy buena explicación.

- Usó una de las chimeneas de la Academia, puse un hechizo para que sólo le sirviera a él, y además tengo su varita. – le mostró la joven.

- Que ya puedes ir devolviendo, Granger, quedamos en que la tendrías sólo mientras llegaba aquí. – el rubio extendió la mano.

- Creo que podrás esperar un poco más. – Hermione se guardó la varita en el bolsillo.

- Asquerosa sangre su… - Malfoy no pudo completa la frase, porque ya tenía la varita de Harry en el cuello.

- No te atrevas, Malfoy. – le advirtió. – Nunca más.

- Deja la varita y dímelo de nuevo. – lo desafió el otro a su vez.

- No hay problema. – el muchacho iba a hacer lo que Malfoy le pedía, cuando un rayo de luz se interpuso entre ellos y lo hizo retroceder.

Hermione miraba de uno a otro con severidad; en medio de una crisis y actuaban como si tuvieran doce años, y Ron aún no llegaba.

- Lo lamento, Harry, pero traje a Malfoy porque dijo que puede sernos útil, jamás lo habría hecho de otro modo. – le dijo con una mirada que pedía comprensión, para luego girar a ver al rubio. – En cuanto a ti, empieza a hablar.

Draco la miró con odio y cierta impotencia, pero desarmado no podía hacer nada contra los dos; y después de todo, no era contra ellos que deseaba pelear, no por ahora.

- ¿Qué tanto saben de La Noche de Walpurgis? – preguntó de pronto, cruzándose de brazos.

Harry miró a Hermione de reojo, aún dudando de qué tan sabio podría ser confiar en Malfoy.

- Lo necesario. – contestó el muchacho al fin con tono seco. – La pregunta en realidad es otra. ¿Qué quieres?

- Se lo dije a Granger, voy a ayudarlos a detener el ritual.- respondió el otro.

- ¿Porqué? – Harry no se iba a contentar con esa respuesta. - ¿Para hacernos un favor?

- Por supuesto que no. – respondió el rubio asqueado por la sola idea. - Tengo mis razones.

- Si no eres honesto perdemos el tiempo, Malfoy; haz un esfuerzo y di la verdad. – Hermione lo apremió.

Draco aspiró profundamente y tras alejarse un poco, se dejó caer sobre el sillón más cercano.

- Nott quiere que participe en la Ceremonia, y como sabe que no lo haría de otro modo, ha amenazado a mi madre. – empezó a explicar sin alterar su expresión. – Ya antes he cometido ciertos…errores de juicio que no deseo repetir, pero me tiene de manos atadas; sé que está atento a todo lo que hago y el Ministerio tiene un auror sobre mí, no me dejan mucho margen para actuar.

- ¿Quieres que te ayudemos? – Harry no pudo evitar sentir un poco de compasión por él.

- No te confundas, Potter, no he venido a pedir auxilio. – espetó el otro. – Estoy hablando de un intercambio; como le dije a Granger, tengo información que podría servirles y si con ella detienen a Nott, me beneficio y deja a mi familia en paz.

Harry y Hermione intercambiaron una mirada exasperada; Malfoy no iba a cambiar nunca.

- ¿Y bien? ¿No van a empezar a preguntar? – Draco los veía impaciente.

- La verdad, Malfoy, hay pocas cosas que puedes decirnos que no sepamos. – indicó Hermione.

- ¿Cómo qué? – replicó el rubio ligeramente descolocado.

- Sabemos que es Nott quien está detrás de todo, reuniendo mortífagos para realizar un ritual en La Gran Noche de Walpurgis; el cuándo y el donde será tampoco es un misterio. – comentó Harry.

- ¿Eso es todo? – Malfoy sonrió incrédulo.

- A grandes rasgos. – se defendió Hermione.

- Bueno, eso es un alivio. Vamos, ¿y los detalles? – replicó Draco sin ocultar su tono burlón.

Harry sujetó con más fuerza la varita, resistiendo la tentación de borrarse esa sonrisa de la cara; grandísimo idiota.

- ¿Realmente crees que vamos a decirte todo lo que sabemos? – intervino Hermione.

- No confiamos en ti. – se unió Harry.

- ¿Qué motivos puedo tener para mentir? – replicó Draco.

- Podrías ser un espía de Nott; tal vez sólo quieres informarle de lo que sabemos. – observó Harry.

- ¿Y porqué iba a ayudar a Nott? – el rubio se puso de pie.

- Quizá porque te hizo alguna oferta que no pudiste rechazar; no sería la primera vez que te vendes para sacar provecho. – le recordó el otro.

Mientras los muchachos se enfrentaban, Hermione rodó los ojos y sacudió la cabeza; ahí iban de nuevo.

- Podemos resolver esas dudas con facilidad, vuelvo en un minuto. – la chica salió corriendo del salón y la oyeron subir las escaleras.

- ¿A dónde fue? – Harry frunció el seño.

- Tú lo sabrás mejor que nadie. Ahora resulta que Granger también está loca; sí que sabes escogerlas, ¿eh? – comentó el rubio burlón.

Antes de que Harry pudiera replicar a eso, la joven regresó agitada y con un frasquito entre las manos.

- Listo, sabía que me quedaba un poco. – indicó ella, extendiéndola hacia Malfoy. – Bébelo.

Draco la vio con más desconfianza aún.

- ¿Qué es eso? – preguntó.

- Veritaserum. Si estás diciendo la verdad, supongo que no tendrás problemas para beberlo. – lo desafió ella.

Harry iba a abrir la boca, cuando una mirada de la chica le hizo guardar silencio.

Draco, por su parte, observó a la pareja indignado. Estar allí era ya una humillación terrible, ¿debía pasar por esto también? Estúpido cara rajada y maldita sangre sucia.

Reprimiendo toda la rabia que sentía, arrebató la botella de manos de la joven, y se bebió el contenido de un trago.

- Listo, ¿contentos? – los miró.

- Mucho. – asintió Hermione.

- Quita esa cara de satisfacción, Granger; agradece que no estoy en los mejores términos con el Ministerio, porque de otra manera, podría denunciarte; sabes que está prohibido. – la amenazó.

- Lo sé, nunca usaría Veritaserum sin permiso; conozco las leyes. – replicó ella.

- ¿Y esto? – expresó el rubio confundido y mirando la botella vacía.

- Es sólo agua, Malfoy, necesitábamos saber si podíamos confiar en ti, y parece que en cierta medida, así es, al menos por ahora. – observó Hermione encogiéndose de hombros.

Harry no disimuló la sonrisa burlona que le produjo la expresión de Malfoy y si no hubiera estado el rubio presente, habría abrazado a la chica.

- Recordaré esto, Granger. – le advirtió Draco.

- Sí, sí, puedes anotarlo en tu lista. – replicó ella con tono aburrido.

El golpe de la puerta al cerrarse y los pasos apresurados en el pasillo les hicieron girar para buscar el origen del ruido.

Cuando Ron entró en la habitación, dejando su mochila tirada al lado de la puerta, dirigió la mirada de uno a otro de sus amigos con expresión curiosa por verlos juntos, después de los pasados días evitándose; pero justo en el momento en que iba a abrir la boca, notó al tercer ocupante del salón y casi se va de espaldas.

- ¡Malfoy! – exclamó sacando la varita.

- ¡Weasley! – lo imitó el otro con burla.

Harry se apresuró a acercarse a su amigo y le hizo bajar el brazo.

- ¿Qué demonios…? – balbuceó el pelirrojo.

- Tranquilo, Ron; Malfoy ha venido en son de paz, ¿verdad? – lo vio Hermione alzando una ceja.

- Y a contarnos una historia muy interesante. – anotó Harry.

Ron pareció más confundido aún, mientras Draco volvió al sillón y se acomodó como si estuviera en su casa.

- ¡Cierra la boca, Weasley, un hipogrifo podría colarse por allí! Bueno, ¿por dónde empiezo? – preguntó.

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N.A. Lo sé, lo sé, soy de lo peor. Las excusas están de más, porque ya muy mal me siento de haberme perdido todo este tiempo; si ven a la musa de la historia, denle un coscorrón de mi parte.

He puesto un pequeño resumen al inicio porque yo misma necesité releer todos los capítulos de nuevo para recordar por dónde andábamos, aún cuando en realidad no es tan complejo, salvo uno que otro detalle; así que es breve, para no incomodar.

¿Ya me disculpé? Otra vez, por si acaso. No tiene sentido contestar a los reviews del anterior capítulo porque usualmente los contesto a modo de PM y si no está registrado, pues lo agradezco desde aquí. Igual con las personas que añadieron la historia a favoritos a pesar del parón. De cualquier modo, retomaré la costumbre de contestar aquí con el siguiente capi porque me gusta mucho.

Saldré de este agujero negro de la falta de inspiración y continuaré la historia; ya tengo el siguiente capítulo casi acabado; les conté alguna vez cómo es mi favorita y no puedo dejarla en el aire.

Si me perdonan o les gusta el capítulo, háganmelo saber; tal vez mi musa se compadezca y pase más tiempo a mi lado. Por cierto, actualicé el blog y le puse un par de gifs de la pareja; como siempre, se reciben aportes.

Besos y nos estamos leyendo pronto. ¡En serio!