viernes, 25 de junio de 2010

DESTINO: CAPITULO 16




Disclaimer: Todos los lugares y personajes conocidos pertenecen a J. K. Rowling. Lo demás, es fruto de mi afiebradísima imaginación.

././././././././././././././././././././././././././././././././././././././././././././././././

Ron llegó sin darse mucha prisa al Cuartel de los Aurores. No sólo le molestaba tener que pasar horas revisando folios, sino que la situación en casa iba a hacer que empezara a dar de gritos. Y no era que acostumbrara contenerse, pero esto lo sobrepasaba.

Todo el asunto de Harry y Hermione lo confundía, y era mucho más simple mostrarse agresivo, o distante con lo que no lograba entender del todo.

En realidad, no podía decir que le parecía increíble la situación en sí. De alguna manera, siempre le extrañó no ver algo más entre ellos. Tal vez no fuera el tipo más observador del mundo, pero no estaba ciego.

Durante sus primeros años en Hogwarts, creyó que terminarían juntos, aunque nunca se atreviera siquiera a comentarlo, especialmente cuando descubrió que sentía por Hermione algo más que amistad. Así que cuando se atrevió a hablar con ella, y Harry empezó a salir con su hermana, olvidó el asunto.

Y aún después del fiasco del noviazgo, que dieron por terminado al coincidir en que les iba mejor como amigos, Harry continuaba con Ginny, y todo parecía ir bien. Bueno, debía buscarse una nueva novia, pero aparte de eso, no tenían más problemas.

Pero de un momento a otro, ocurrió. Por más que le molestara, no había nada que pudiera hacer.

Tal vez en otras circunstancias no le disgustara tanto, salvo la idea de ver a su mejor amigo con su ex novia, que además era también su otra mejor amiga. Pero no se trataba sólo de eso; su familia también se vería afectada, y mucho.

Seguro que Ginny no iba a tomárselo muy bien, y no quería ni pensar en cómo se pondría su madre. Algo le decía que iba a verse en la disyuntiva de elegir un bando, y la idea no le gustaba para nada.

Quería a Harry y Hermione como a dos hermanos más, pero su familia era muy importante para él. Tremendo enredo en el que se habían metido.

No ayudó a mejorar su mal humor, el encontrarse a Travis en la puerta de la casa. Debió aguantar una de sus bromas, que le recordaban tanto a las de los gemelos, antes de que le mencionara que iría por Harry para seguir la posible pista de un mortífago.

Ron suspiró aliviado al verlo partir, y se encaminó a la biblioteca, para buscar a Laria.

Acababa de llegar a la puerta cuando unas voces alteradas lo hicieron detenerse por instinto, pegándose a la pared, y aguzando el oído.

Reconoció a los que discutían de inmediato, pero no quiso intervenir; lo que oía le pareció muy extraño.

—¡No podemos continuar con esto, Alastor, es muy peligroso! ¡No sabíamos de quién se trataba! Todo ha cambiado—una Laria muy tajante hablaba acalorada.

—No permitas que el miedo te gane, Laria, eres más valiente que eso. Los planes siguen—la voz de Moody parecía tan calmada y gruñona como de costumbre.

—Estás equivocado, Alastor, esto no se trata de temer o no. Es demasiado para nosotros, tienes que entenderlo—a Ron le pareció increíble detectar un suave tono de súplica en la normalmente arrogante bruja.

—¡No digas tonterías! Demasiado para nosotros—repitió el auror con desprecio—.Ya lo he dicho, puedes continuar, o dejarlo, nadie te obliga, pero yo seguiré hasta el final.

Ron se inclinó un poco más para oír mejor, frunciendo el ceño por el súbito silencio, hasta que el sonido de una silla arrastrándose casi lo hace brincar.

—Piénsalo con tranquilidad, muchacha, sabes que es lo correcto—Moody había cambiado su tono a uno más conciliador.

—Pero con lo que sabemos ahora…—Laria se oía vacilante.

—Tendremos tiempo para prepararnos, no te preocupes, mantén la confianza—el auror habló con suavidad—.Al final habrá valido la pena.

—¿Y si alguien más es…?—la bruja cortó su frase de improviso.

Ron no pudo ver lo que ocurría dentro de la habitación, pero escuchó con dificultad algo que debió ser el bastón de Moody al arrastrarse.

—Siempre he pensado que tus padres son muy correctos, Weasley, ¿no te enseñaron que es de mala educación andar espiando?—el tono seco del auror esta vez si consiguió que diera un salto.

Al pelirrojo no le quedó otra alternativa que dejar su escondite y asomarse a la puerta con la sonrisa más inocente que pudo esbozar.

—Hola—saludó, para agregar de inmediato—¿Cómo dices eso, Moody? No espiaba, acabo de llegar. Travis me abrió antes de irse. Venía a buscar a Laria para revisar esos pergaminos.

El viejo y la mujer le dirigieron una mirada inquisitiva, e igual de desconfiada, calibrando la veracidad de sus palabras.

Moody bufó, aún escéptico, y observó al muchacho fijamente; pero Ron no desvió la mirada, procurando parecer tan normal como le era posible.

—Bueno, me voy—indicó con otra mirada recelosa—Kingsley y yo tenemos algunos asuntos que tratar. Ustedes pueden seguir con lo suyo.

Sin otra palabra, y dándoles la espalda, caminó fuera de la biblioteca, cerrando la puerta tras de sí.

Ron se quedó un momento en su lugar, mientras veía a Laria dirigirse a un estante para tomar algunos pergaminos, y con ellos en brazos, sentarse frente a la mesa circular, evitando deliberadamente su mirada.

Después de unos minutos, tras desenrollar uno de los folios, y pareciendo muy concentrada en su lectura, habló al fin.

—Siéntate, Weasley. Encontré unos nuevos datos que podrían sernos de utilidad—su tono frío había vuelto.

El muchacho suspiró inseguro, dudando de si sería buena idea preguntarle acerca de lo que alcanzó a escuchar, pero habría resultado muy tonto, si acababa de negar que estuviera espiando. Así que ocupó el lugar junto a la bruja, y tomó otro pergamino para empezar a leer.

././././././././././././././././././././././././././././././././././././././././././././././

La casa de Grimmauld Place podía resultar muy opresora cuando una persona se encontraba allí a solas.

Hermione lo sentía ahora mismo, mientras hacía lo posible por concentrarse en los libros que llevó al salón para ayudar con la investigación.

Ron había dejado la casa muy temprano para ir al cuartel de los aurores, y apenas si se despidió de ella y Harry. Al parecer, iban a tardar algún tiempo en volver a la normalidad, si es que ocurría, por supuesto.

Una vez que ambos se quedaron a solas, un pesado silencio se instaló entre ellos; y si era sincera, en gran medida se debía a su propia decisión. Desde la noche en que llegara la carta de Ginny, evitaba a Harry con sumo cuidado. Sabía que era injusta, que nada era culpa suya, pero se sentía muy asustada, como si todo lo que temiera empezara a hacerse realidad.

Harry, en cambio, pareció tomar las cosas con más calma, y hacía lo posible por buscarla y hablar con ella, sin éxito.

Tan pronto como Travis llegó a buscarlo para ir a seguir la pista de un mortífago que había estado en contacto con Nott, según reportes del Ministerio, le dirigió una mirada llena de impotencia, y dejó la casa.

En teoría, debió sentirse aliviada al quedarse a solas, para pensar con tranquilidad, pero ocurría todo lo contrario. Quería ver a Harry, hablar con él, que estuviera a su lado. Parecía una contradicción ambulante; no había nada de lógica en el modo en el que actuaba, por asustada que estuviera.

Harta de darle vueltas a sus ideas, y de no encontrar un solo punto en todos los libros que pudieran servirle, fue a la cocina, y tras saludar a Kreacher con aprecio, se preparó un tazón de cereales. Ni siquiera había deseado desayunar por la mañana.

Si al menos hubiera podido acompañar a Kim en su viaje, suponía que eso le habría servido de distracción. Pero el auror se negó tajantemente a que fuera con él; en su opinión el asunto que debía tratar era demasiado delicado para llevar compañía. Aún no estaba segura de qué asunto era ese, pero sin importar cuánto insistió, no logró que cambiara de opinión.

Ahora se sentía inútil, triste, y de mal humor. Nada que pudiera ayudar, ni a ella misma, ni a sus compañeros.

El sonido del timbre la sacó de su abstracción, haciendo que frunciera el ceño. ¿Quién podría ser? No acostumbraban recibir visitas.

Se encaminó al vestíbulo, y tras sacar la varita como precaución, abrió la puerta con mucho cuidado.

No pudo evitar dar un pequeño paso hacia atrás, abriendo los ojos al máximo, al ver a quien la saludaba con una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Hermione! Por Merlín, parece que hubieran pasado años en lugar de meses—Ginny le dio un fuerte saludo que casi la hace trastabillar.

La chica estaba demasiado sorprendida como para hablar, y correspondió el gesto con manos temblorosas, respirando aliviada al liberarse del agarre.

Antes de darse cuenta, la pelirroja ya estaba dentro del salón, y no le quedó más remedio que seguirla, enderezando los hombros y aspirando con fuerza.

—Debería estar molesta porque ninguno de ustedes fue a esperarme a la estación, pero papá dice que han estado muy misteriosos últimamente. ¿Qué ha pasado, Hermione? ¿Dónde está Harry?—Ginny hacía sus preguntas con una sonrisa amistosa, instándola a responder.

Hermione le sonrió de vuelta, ahogando un suspiro. Como pocas veces le ocurría, no tenía idea de lo que iba a decir.

./././././././././././././././././././././/./././/./././././/./././././/././././././././././././././././/.

—¿Estás seguro de que este es el lugar?—Harry observó a Travis, que se estiraba para bostezar con poca discreción.

—Lo siento, casi no dormí anoche—se disculpó el auror—Y sí, este es el lugar, Harry, muchacho de poca fe. He vigilado por semanas, estoy seguro. Rowle se esconde aquí.

Estaban en un pequeño poblado, a las afueras de Bristol. El lugar era muy animado, con niños jugando en las puertas de las casas, y sus madres conversando en las calles. Obviamente, era un pueblo habitado por brujos.

—En ese caso, ¿no deberíamos ser más cuidadosos? Rowle me conoce, y si me ve, saldrá corriendo, o nos atacará delante de todas estas personas—le hizo ver Harry, sin ocultar su confusión, por lo que consideraba un descuido de parte del auror.

—¿Tengo que llamarte muchacho de poca fe nuevamente?—Travis rió entre dientes—Ya he estudiado sus movimientos, y simplemente no sale. Vive recluido en una casucha, allí en la zona más apartada. No quiero ni pensar en cómo se las arregla con la comida.

—¿Y dices que Nott vino a verlo?—Harry se relajó, más tranquilo.

Travis asintió, reprimiendo un nuevo bostezo. Se acomodó mejor la capucha, y le hizo un gesto a Harry para que hiciera lo mismo; podían andar con cierta libertad, pero lo último que necesitaban era que se acercara alguien para pedirle un autógrafo al “niño que vivió”.

—¿Crees que sea casualidad el que haya escogido vivir tan cerca de Selwyn y Travers? Porque Kim dice que también se esconden en Bristol—el muchacho veía a lo lejos, concentrado.

—No, para nada. Por lo que sé de los mortífagos, esos no dejan nada al azar—el rubio negó con un movimiento enérgico—Aunque tampoco es que se junten los fines de semana a jugar naipes, ya sabes. Kim vio a Selwyn y Travers reunirse sólo porque Nott se los ordenó; tal vez Rowle se queda aquí por el mismo motivo.

—Esto tiene algo que ver con La Noche de Walpurgis, ¿verdad?—preguntó con suspicacia.

—Harry, últimamente todo tiene que ver con esa bendita noche—le recordó Travis—Como tal vez sepas, para llevar a cabo el ritual se necesitan al menos doce magos, y por lo que suponemos, Nott se está encargando de reclutar. Ayudó a Jugson y Mulciber a escapar en nuestras narices, ha recurrido a Malfoy, se reunió con Selwyn y Travers, y visitó recientemente a Rowle. No hay nada de casualidad en esos actos.

El muchacho asintió, comprendiendo de inmediato. Por supuesto. Habían estado tan enfrascados pensando en la identidad de los secuestrados, y a quién querrían los Nott invocar, que olvidaron ese detalle tan importante. Ellos necesitaban cierto número de brujos para realizar el ritual, y considerando que muchos mortífagos estaban muertos, o apresados, les resultaría difícil completar el grupo que les hacía falta.

—Lo que no comprendo es porqué no los detenemos de una vez. La idea de Moody de esperar a que sus planes sean más concretos para entonces atacar, la verdad, me parece un poco peligroso—reconoció el muchacho.

—Estoy en parte de acuerdo, pero tenemos que cumplir órdenes. Además, por mucho que me desespere el viejo, reconozco que tiene más experiencia con estas cosas, y seguro sabe lo que hace; hasta su Ministro está de acuerdo, ya lo sabes—Travis se recostó sobre una valla, frotándose los ojos con desgana.

Harry continuó de pie, mirando la casa en la lejanía que el auror le había señalado como el escondite de Rowle. No podía discutir lo último que había dicho, pero le inquietaba no hacer nada, salvo esperar. Si sus suposiciones eran correctas, en cualquier momento podría haber un nuevo secuestro.

Además, estaba lo de Hermione. Necesitaba hablar con ella, y ya había decidido hacerlo, cuando Travis llegó para pedirle que le acompañara en esta misión. Desde luego, no podía negarse, y tuvo que partir, sin despedirse siquiera.

Sabía que ella se sentía culpable y preocupada, aún más desde que recibiera la carta de Ginny, y lo comprendía, a él le pasaba lo mismo. Pero debía entender que su vida no iba a girar en torno a lo que ocurriera con Ginny, por egoísta que pareciera. Simplemente, no era justo, ¿en dónde quedaban ellos?

Le prometió que hablaría con ella, y eso iba a hacer. Si estaba en lo correcto, el tren debió llegar esa mañana temprano. Decidió esperar a que fueran sus padres a recogerla a la estación, e ir al día siguiente a la casa de los Weasley para buscar una oportunidad de conversar. Confiaba en que entendiera.

Y los hipogrifos eran tiernas criaturas que te daban la pata a la primera mirada, se dijo con una mueca torcida. No iba a entenderlo con facilidad. De por sí, la idea de que su novio terminara con ella de buenas a primeras no debía de ser nada agradable; si le decía el motivo, seguro que no le hablaría nunca más.

Y aunque le apenaba eso, suponía que podría soportarlo. Era Hermione quien le preocupaba; ella, con su compasión, preocupándose siempre por los demás, seguro que le afectaría mucho más.

¿Podrían las cosas ir peor?

—Oye, Harry, ¿cuándo tú y Hermione formalizan lo suyo? Al paso que vas, no quiero asustarte, pero podrían ganarte la mano—Travis parecía aburrido, y retomaba uno de sus temas preferidos.

Por supuesto que las cosas podían ir peor.

El muchacho aspiró con fuerza, aflojando los músculos, que se habían tensado por permanecer de pie con tanta rigidez.

—Y no estoy siendo metiche, antes de que empieces—se apresuró a añadir el auror—Sólo es una observación, y la hago porque sé cuánto la quieres. Créeme, no es buena idea confiarse, sé porqué te lo digo.

—Travis…—Harry empezó a hablar con tono ominoso.

—No estoy preguntando nada, sólo te doy un consejo—comentó el rubio.

—Es curioso, porque no recuerdo habértelo pedido—replicó el muchacho con sarcasmo.

—Pero lo hago de cualquier modo—insistió el otro, ignorando el malestar de Harry—No te diré porqué, pero tengo mis motivos para pensar que alguien más podría estar interesado en ella, y si no haces algo para dejar las cosas claras, podrías verte en problemas. Eso es todo, y no hablaré más al respecto.

—¿Qué has querido decir con eso?—el muchacho lo miró, inquieto.

Travis se cruzó de brazos, mirando al frente, y mantuvo una expresión decidida.

—Mi madre dice que a buen entendedor, pocas palabras. Y en teoría, no eres tonto, así que puedes atar cabos y descubrirlo por ti mismo—el rubio no dijo más.

—Travis, ¿qué quisiste decir con eso?—inquirió de nuevo el muchacho, con los dientes apretados.

—Lo siento, Harry, no eres el único al que le debo lealtad—se limitó a contestar él.

—Travis…—Harry empezó a perder la paciencia.

El rubio le hizo un gesto, llamándolo a guardar silencio, y a cubrirse más el rostro, señalando a lo lejos.

Harry suspiró de mala gana, pero hizo lo que le pidió, sobresaltándose al ver cierto movimiento en la espesura, cerca de la casucha en la que le había indicado que vivía Rowle. Un hombre salió con paso receloso de la casa, mirando de un lado a otro, e internándose en un camino que lo alejaba aún más del pueblo.

—Pensé que no salía—mencionó Harry en voz baja.

—Tendrá un buen motivo para hacerlo ahora. Acompáñame—Travis se puso en camino, instando al muchacho a seguirlo, con una marcha lenta, para no llamar su atención.

Caminaron unos minutos, con mucho cuidado, deteniéndose por momentos, cuando creían que se acercaban demasiado al hombre, que Harry reconoció como Rowle, y se lo hizo saber a Travis con un murmullo.

El auror sacudió la cabeza en señal de afirmación, frunciendo también el ceño, por la extrañeza.

Cuando estaban a pocos metros de una pequeña montaña, escucharon voces, por lo que se escondieron tras un árbol, y con tanta precaución como les fue posible, se asomaron para ver con quién estaba hablando Rowle.

Theodore Nott parecía muy aburrido mientras escuchaba al mortífago deshacerse en explicaciones de porqué no había acudido a su primera llamada. De por si, no tenía mucha paciencia, pero el día no había sido particularmente bueno, y no tenía tampoco tiempo para estas tonterías.

—¡Ya cállate! ¿Qué me importa que tengas miedo? No es un misterio, siempre has sido un cobarde, no esperamos un gran acto de valentía de tu parte, somos un poco más realistas que eso—mencionó sarcástico.

Rowle se envaró, en apariencia ofendido por sus palabras, y se enfrentó a él con falso coraje.

—Estás pasando los límites, Nott, pequeño—habló con desprecio—¿Quién eres? Un peón de tu abuelo, y ni siquiera a él le temo. El Señor Oscuro siempre me tuvo en alta estima, ¿y ahora quieres que te trate como si valieras más que él?

El muchacho no pareció recibir las ofensas con buen ánimo. Recordarle su posición en lo referente a su abuelo lo ponía de muy mal humor.

—Voldemort era un idiota—le respondió, sonriendo por su exclamación de espanto—Tranquilo, no vendrá a matarte, ¿sabes porqué? Porque él mismo está muerto, grandísimo inútil, ¿no te enteraste?

Rowle empezó a farfullar algo que Harry y Travis no alcanzaron a oír desde su escondite.

—¿El más poderoso mago? No, tonto, ese era Dumbledore. Un poco ridículo el viejo, es verdad, pero era más grande que Voldemort, eso lo sabíamos todos. El problema es que los cobardes como tú jamás lo habrían reconocido en su presencia—mencionó con un encogimiento de hombros—¿Sabes cuál era su problema también? No estaban conscientes de sus limitaciones, porque las tenía, y quería ir más allá; ya sabes lo que ocurrió. Y nos arrastró con él, porque era débil, poca cosa. Jamás debieron seguir a un hombre, cuando tenían a una Diosa esperando por ustedes.

El mayor pareció encontrar cierta tranquilidad en esas afirmaciones, cambiando su tono ofendido, por uno más conciliador, y curioso.

—¿Entonces es verdad? Tu abuelo siempre lo decía, pero no creímos que fuera posible traerla de vuelta—reconoció con cierta desconfianza.

—No estamos jugando aquí, Rowle, y deberías considerarte agradecido. Pudimos ir por muchos otros, pero estás en la lista, ¿te imaginas un honor más grande? ¿Lo que ella te dará a cambio?—Nott sonó divertido.

Rowle empezó a jugar con sus manos, con ademán nervioso, mirando de un lado a otro, como si temiera ser atacado en cualquier momento.

—Si es verdad, lo haré—respondió en voz baja.

Nott lo miró con abierto desprecio, casi asqueado.

—No esperaba menos de ti—se limitó a contestar.

Harry giró a mirar a Travis, haciéndole señas para que intervinieran, pero el auror negó fervientemente con la cabeza. El muchacho, haciendo una mueca de frustración, retrocedió unos pasos, con la mala fortuna de pisar una rama seca, que hizo un ruido estrepitoso en el callado claro.

Rowle giró, asustado, y con la varita en alto. Nott, en cambio, mantuvo la calma, y con la varita también lista para el ataque, empezó a avanzar con mucho sigilo.

—Rowle, ¿y encuentras ofensivo que te llamen idiota?—dijo en voz alta, sin dejar de otear alrededor—¿Quién será? ¿Un auror, quizá?

Travis se golpeó la cabeza contra el tronco del árbol, muy molesto, pero sacó la varita, y le dirigió a Harry una mirada que decía claramente que ni se le ocurriera salir. Antes de que el muchacho pudiera discutir, el auror ya estaba fuera de su campo de visión, adelantándose para ir al encuentro de Nott.

—Hola. Bonito día, ¿verdad?—el rubio avanzaba con paso tranquilo.

Rowle subió el brazo, listo para el ataque, pero Nott se puso frente a él, sin quitar la mirada del auror que se acercaba.

—Ya sabes dónde ir, Rowle, muévete—ordenó con tono imperioso.

—Pero…—el brujo dudó.

—No te hagas el valiente ahora, sólo lárgate—insistió el muchacho, sin variar su expresión.

Al parecer, el mago no necesitó que se lo repitieran nuevamente, porque desapareció sin una palabra.

—Bonitas juntas—mencionó Travis.

—Es lo que hay, no puedo ser muy exigente—Nott negó con fingida resignación.

El rubio rió abiertamente, dando unos pasos a la derecha, midiendo a su oponente sin variar la mueca divertida.

—¿Cómo lo haremos? Ya sabes, ¿te mato o prefieres ir a Azkabán?—preguntó Travis.

Fue el turno de Nott de reír a carcajadas.

—¡Muy buena! Extrañaba un poco de sentido del humor en los aurores, siempre están muy tensos. No eres de por aquí, ¿verdad?—inquirió él a su vez, andando en pequeños círculos.

—Por aquí, por allá, es un poco relativo en este momento, ¿no crees?—respondió el otro—A menos que prefieras ir a tomar un té para conocernos mejor.

—Sólo preguntaba para saber a dónde enviar tus restos—Nott abandonó su mueca burlona.

—Qué considerado, jamás se me habría ocurrido—Travis se encogió de hombros—Tengo un horrible defecto, nunca me ha importado donde tiro la basura.

Esa última frase pareció terminar de enfurecer al muchacho, que con un ademán imperioso, levantó la varita.

—Ascendio—un rayo azul golpeó al auror desprevenido y lo levantó en el aire, hasta arrojarlo contra una roca.

Travis se recuperó rápidamente, regañándose mentalmente por su distracción, y con un ligero esfuerzo corrió hasta la izquierda de Nott, levantando la varita en el acto.

—Deprimo—un hoyo se abrió a los pies del muchacho, que debió lanzarse a un lado, para no caer dentro.

Harry, desde su lugar tras el árbol, los veía luchar, y se debatía entre intervenir o no. Por lo que alcanzaba a ver, Travis era muy hábil, pero Nott no se quedaba atrás. ¿Cómo era posible que en Hogwarts nunca se dieran cuenta de su nivel? Sabía que el auror le ordenó que no se moviera para evitar exponerlo, no por un capricho personal, pero aún así le resultaba insoportable permanecer inmóvil. El problema era que si Nott lo veía, inmediatamente lo relacionaría con Hermione y Ron; entonces ellos estarían nuevamente en peligro. ¡Demonios! ¿Qué hacía?

—Cave Inimicum—en ese momento, Travis se protegía de un Crucio lanzado por Nott con un encantamiento escudo.

Tanto uno como otro parecían exhaustos, midiéndose con la varita en alto. Un gesto apreciativo se dibujó en la expresión del más joven.

—Un encantamiento escudo muy avanzado, estoy impresionado—resopló, sin aliento—Pero sabes que no detendría un Avada, ¿verdad?

—Estás más loco de lo que creí si piensas que te voy a dar tiempo para eso—Travis se limpió un hilillo de sangre del labio—Devasto.

Hasta Harry, que estaba a varios metros del claro, debió cubrirse por la explosión que provocó el hechizo. Apenas la nube de polvo se disipó, alcanzó a ver a Nott en el suelo, cogiéndose el hombro derecho, donde una rama pareció haberse incrustado. Travis, que se había cubierto tras una roca, avanzó unos pasos hacia su oponente.

—¿Suficiente? —el rubio mantuvo la varita alzada.

—Sólo por hoy. No te preocupes, lo retomaremos pronto—Nott se arrancó la rama del brazo con una mueca dolorosa, haciendo el amago de bajar la varita, para luego alzarla con un rápido movimiento y dirigirla hacia el auror—Everte Statum.

Travis sintió un fuerte golpe en el pecho que lo hizo trastabillar, confundiéndolo en el proceso.

Nott aprovechó la distracción para desaparecer, con una última mirada de odio al auror. Y en parte fue una suerte que lo hiciera en ese momento, porque Harry ya había empezado a correr hacia el claro, ignorando las advertencias de Travis. Tal vez Nott alcanzara a oír el grito del muchacho, pero hubiera resultado casi imposible que lo reconociera con la capucha cubriendo su rostro.

Tras mirar a su alrededor, frustrado y furioso consigo mismo, Harry se apresuró a ir donde el auror, que se frotaba la cabeza.

—¿Estás bien?—el muchacho lo ayudó a mantener el equilibrio—Te dio muy fuerte.

Travis respiró profundamente, negando con suavidad.

—He tenido resacas peores—le dijo.

Harry sonrió a su pesar, sacudiendo la cabeza. Vaya con este tipo.

—Mocoso del demonio, traidor—refunfuñó el rubio.

—Era de esperar, debí advertírtelo—Harry lo vio asentarse con más seguridad—Me extraña que no te lanzara un Avada.

—A mí no, está loco—negó Travis—Quiere volver a batirse conmigo, lo encontró muy divertido. Chiflado.

El muchacho se preocupó más aún, por el tono lúgubre del rubio. Estaba de acuerdo con él, sin duda. Por lo que alcanzó a ver, Nott tenía un nivel muy similar al de un auror experimentado.

—¿Qué hacemos ahora?—preguntó.

—Volvamos al Cuartel. Todos necesitan saber de esto tan pronto como sea posible. Recuerda que no sólo peleé con Nott, sino que también escapó Rowle. Están completando sus filas para la ceremonia de La Gran Noche—le recordó.

Harry asintió, y una mueca de fiereza apareció en su semblante. Se prometió que si volvía a estar cerca de Nott, no permanecería escondido.

Con una última mirada alrededor, y tras ponerse de acuerdo con un gesto, ambos desaparecieron, dejando el claro en ruinas.

././././././././././././././././././././././././././././././././././././././././././././././././././

Hermione llevó la bandeja al salón, con mucho cuidado de no derramar las tazas de té.

Había pasado los últimos veinte minutos hablando con Ginny de la escuela, el equipo de Quidditch, preguntando por todos sus conocidos. En fin, cualquier cosa para evitar la charla que la pelirroja estaba buscando, y de la que ella no podía escapar más.

Cuando llegó al salón, Ginny se apresuró a ayudarla, y con un gesto enérgico, hizo que se sentara en el sillón.

—Bueno, ¿qué está pasando?—le preguntó de pronto.

Hermione suspiró, sin ganas de dar más vueltas al asunto, pero no muy segura de cómo abordarlo. Al menos en lo que a ella y Harry se refería, habían acordado que sería él quien hablaría con Ginny.

—Tenemos algunos problemas, nada muy grave, ya casi está controlado—le dijo, pensando para sí que la Noche de Walpurgis era cualquier cosa, menos un pequeño problema—Lo siento, Ginny, pero no puedo decirte nada más.

La pelirroja miró a su amiga con desconfianza, estudiando sus facciones. La conocía bien, y estaba segura de que al menos en ese tema, no iba a poder sacarle una palabra más; insistir habría sido un desperdicio de tiempo. Había algo que le preocupaba mucho más.

—Está bien, entiendo—asintió desganada—La verdad, Hermione, sé que puedo ser honesta contigo y decirte cualquier cosa. Si bien me preocupa lo que pueda estar ocurriendo, confío en Harry, y si es necesario me encantaría ayudar, lo saben. Pero ocurre algo que me inquieta, y creo que sabes de qué se trata.

La chica ahogó un suspiro. Por supuesto que lo sabía.

—Ginny, sé de qué hablas, pero es algo que tú y Harry deben discutir. No me siento cómoda…—no se le ocurría qué decir.

—Lo sé, pero eres la única persona con la que puedo hablar de esto. Por eso te escribí la carta, ¿recuerdas? Harry no está actuando como siempre, y no se trata sólo de lo que sea que esté pasando. Hay algo más, y nadie debe saberlo mejor que tú—insistió.

Hermione cogió su taza con un gesto nervioso, sin probar su contenido siquiera.

—Por favor, Ginny, no puedo hablar al respecto. Estoy segura de que Harry lo hará en cualquier momento; posiblemente vaya hoy o mañana a buscarte—qué horrible sensación la estaba embargando.

La pelirroja la miró, frunciendo el ceño, y dejando su taza sobre la mesilla.

—Entonces algo pasa, y lo sabes—sonó acusadora—Hermione, tienes que decírmelo, eres mi amiga. Por favor.

—Ginny, lo juro, no puedo—le rogó—Harry hablará contigo pronto, sólo tienes que esperar un poco.

Su amiga cambió su expresión molesta por una de desconcierto.

—¿Va a terminar conmigo?—inquirió con un hilo de voz.

Hermione aspiró tanto aire como pudo, y con un gran esfuerzo, extendió la mano para colocarla sobre la de su amiga.

—Por favor, sólo habla con él—insistió.

—Pero no entiendo—la pelirroja miraba al frente, juntando las cejas—¿Por qué?

—Ginny…—la joven no sabía qué más decir.

—¿Conoció a alguien más? ¿De eso se trata?—Ginny giró a mira a su amiga.

Hermione se puso de pie, sin poder soportar más su mirada, caminando alrededor del salón.

—Ustedes tienen que hablar—repitió.

Ginny se levantó también, molesta y herida por la falta de respuestas. Aún más, le dolía que Hermione no estuviera negando todos sus temores.

—¿Qué clase de amiga eres? Entiendo que está Harry de por medio, pero creí que yo era tu amiga también—la acusó.

—Y lo eres—la chica se apresuró a asegurárselo.

—Pues no lo pareces. Sino me dirías qué está pasando—replicó la otra, secándose una lágrima.

—No puedo. Por favor, Ginny, créeme. No puedo—no esperaba que se le quebrara la voz de ese modo, pero era demasiado.

La pelirroja la miró por un momento, parpadeando para observarla mejor. ¿Por qué estaba ella llorando también? ¿Qué pasaba?

Iba a preguntar, pero el sonido del timbre las distrajo. Hermione corrió de inmediato a la puerta, sin decir nada.

Suspiró aliviada al ver a Kim en el umbral, pero la tranquilidad no duró mucho. El auror parecía preocupado, si bien su expresión cambió a una más amable cuando la vio.

—¿Qué ha pasado?—se apresuró a preguntar.

—¿Estás bien?—inquirió él a su vez, fijándose en el rostro lloroso.

Hermione hizo un gesto de negación, y se pasó la mano por los ojos con un ademán brusco.

—¿Qué ha pasado?—insistió.

—Nos necesitan en el Cuartel. No estoy seguro de qué ha ocurrido, sólo recibí un mensaje de Laria—le indicó, señalando el anillo que llevaba.

La joven asintió, haciéndole un gesto para que esperara allí, y volvió al salón, donde Ginny seguía de pie, mirando los retratos sobre la chimenea.

—Ginny, necesito salir, lo siento—le dijo.

La pelirroja asintió en silencio, sin girar a mirarla.

—¿Puedo quedarme a esperar a Harry?—preguntó con voz fría.

—Por supuesto, es sólo que no sé cuánto tardará…—no estaba segura de si también él y Travis habían sido llamados al Cuartel.

—Esperaré—le dijo su amiga, sin parpadear.

—Está bien—aceptó la joven, suspirando—Te veré luego.

Al no obtener respuesta, hizo un amago de acercarse, pero lo pensó mejor y dio media vuelta, hacia la salida.

Kim la esperaba allí, cruzado de brazos, ignorando la nieve que empezaba a caer.

—Podemos irnos—anunció la joven, cerrando la puerta tras de sí.

El auror la miró con más seriedad de la acostumbrada, poniendo una mano sobre su hombro.

—¿Segura de que estás bien?—insistió.

—No, no lo estoy—negó la joven, para luego agregar con voz firme—Vamos.

Kim no preguntó más. Se limitó a darle un pequeño apretón y a dirigirle una sonrisa algo triste, antes de asentir.

Sin más que decir, desaparecieron en la niebla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Le hablan al destino...