martes, 16 de marzo de 2010




Disclaimer: Todos los personajes y lugares conocidos pertenecen a J.K. Rowling. Yo sólo le pongo algo de mi alocada imaginación.

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Harry le dio vuelta a su vaso sin percatarse de que el movimiento hacía que el contenido salpicara por todos lados.

Era la hora del almuerzo y tanto él como Ron habían optado por no ir a casa y escoger entre los platos que se ofrecían en el comedor de la Academia. Hermione hacía lo mismo en su escuela porque era más práctico que ir hasta Grimmauld Place y regresar, además de que Kreacher no se quedaba contento si no los veía comer hasta el hartazgo.

Estaban ya casi terminando la semana, apenas unos días después de su encuentro con Moody y los aurores reclutados para hacerle frente a La Gran Noche. Cuando les dijeron que se pondrían en contacto con ellos si se daba alguna novedad, aceptaron porque no tenían otra alternativa; pero Harry, al menos, empezaba a impacientarse.

El saber que Hermione se arriesgaba al vigilar a Malfoy mientras él y Ron estaban allí como si nada lo desesperaba aún más.

Como si eso fuera poco, Moody seguía con su brillante idea de tener a Travis siguiéndolos a todas partes, en vez de enviarlo para que pudiera ayudar a Hermione en caso de necesitar a alguien. Harry se había acercado al auror el primer día que lo divisó frente a la Academia para reclamarse lo que le parecía un riesgo absurdo, pero él se negó firmemente a moverse ya que según sus palabras “seguía órdenes”. Harry debió regresar a sus clases aún más furioso.

¿Y si iba con Kingsley? Podría explicarle que Moody estaba dándole importancia a la persona equivocada, él no estaba corriendo ningún peligro; pero recordó por décima vez en la semana las palabras de Hermione cuando le habló al respecto.

- Ni se te ocurra, Harry, hablo en serio. Si hay mortífagos de por medio y Merlín sabe qué más, tú siempre serás un posible blanco. No te preocupes por mí, ¿quién se fijará en lo que hago? Tendré cuidado con Malfoy, ya no pienses más en eso. – le dijo en aquella ocasión.

Sí, claro, era fácil de decir cuando no podías concentrarte en clase porque esperabas que te trajeran una mala noticia en cualquier momento.

- ¡Harry! ¿Te importa? – Ron lo regresó al presente con tono exasperado.

- ¿Qué? – exclamó su amigo.

Ron se limitó a mostrarle con ademán burlón su bandeja en la que Harry había derramado una buena cantidad de su bebida.

- Me gusta tomar un poco de jugo con mi comida, pero no mezclados. – comentó el pelirrojo tomando una servilleta.

- Lo siento. – se disculpó Harry.

- Ya, no importa, igual ya casi había terminado; al menos se salvó mi pudín. – dijo señalando el postre.

Harry iba a ofrecerle su plato cuando sintió una mano sobre el hombro que le hizo voltear.

- Buenas tardes, muchachos, ¿cómo van las clases? – saludó Travis con una sonrisa.

Sin darles tiempo a contestar, el rubio se acomodó en una silla libre y exhaló un suspiro de alivio.

- Lo que más odio de las guardias es permanecer tanto tiempo de pie sin hacer nada. – comentó Travis de lo más tranquilo.

- ¿Qué estás haciendo? – le preguntó Ron sorprendido.

- Estoy descansando, Weasley, ¿no se nota? – replicó el rubio.

- ¿No es peligroso que te acerques a nosotros? ¿Y cómo entraste? No eres estudiante. – le hizo ver Harry bajando la voz.

- Claro que no es peligroso, nadie me conoce. Y vine a visitar a un hermano menor que estudia aquí. – les sonrió el auror.

- Eso de inventarte familiares para lograr lo que quieres es un viejo hábito, ¿verdad? – comentó Ron mordaz.

- Estrategia, joven Weasley, le llamo estrategia. – corrigió Travis. – Qué bueno está esto, ¿cómo se llama?

A Ron se le fue el alma al piso cuando vio que en su distracción, el auror había tomado el postre y ahora se lo comía encantado.

- ¡Mi pudín! – exclamó con furia. - ¿Cuál es tu problema?

- Ah, lo siento, ¿te lo ibas a comer? – le preguntó el otro con la cuchara en la boca.

Si no hubiera tenido a medio cuerpo estudiantil como testigo, Ron habría saltado sobre su bandeja para estrangular al rubio que no pareció notar la ira del muchacho.

- Voy a coger otro y luego me voy al aula, Harry, nos vemos allí. – dijo conteniendo la irritación al tiempo que tomaba la bandeja y se alejaba sin despedirse.

- Iba a pagárselo. – observó Travis viéndolo marchar.

- Ya, déjalo. – suspiró Harry sacudiendo la cabeza.

Mientras el auror se encogía de hombros para continuar comiendo, el muchacho se quedó en silencio, dividido entre irse también o insistir en que el auror fuera a ocuparse de asuntos más importantes, como vigilar que Hermione no estuviera en peligro, por ejemplo.

- Parece una chica muy astuta, Harry, quédate tranquilo. – comentó el rubio.

- ¿Qué? – Harry lo vio extrañado.

- Hermione, ¿así se pronuncia? ¡Vaya nombre! No me malinterpretes; suena bien, pero raro. – medio se excusó Travis.

Harry le devolvió la mirada aún más confundido, ¿qué pasaba con este tipo?

- No te entiendo. – casi le deletreó.

- Verás, Harry, tal vez pueda parecer que no sé lo que digo y a veces es así, pero si algo bueno tengo es que soy un buen observador. Desde que Moody le pidió a tu amiga que se encargara de vigilar al chico Malfoy estás preocupado por ella, ¿me equivoco? – preguntó con una mirada suspicaz.

Harry estuvo tentado a negar esa información, pero si deseaba que Travis le ayudara tenía que ser honesto.

- No, tienes razón. – reconoció el muchacho.

- Eso pensé. – exclamó el otro satisfecho. – E insisto en lo que dije, ella sabe cuidarse, deja de preocuparte.

- ¿Cómo podría no preocuparme después de todo lo que dijo Moody? Si Malfoy está involucrado en La Noche de Walpurgis eso lo hace aún más peligroso; Hermione está en peligro. – Harry alzó la voz sin poder controlarse.

Travis lanzó un suspiro algo impaciente y tras dejar el recipiente del postre vacío a un lado, se inclinó en la mesa para mirar a Harry fijamente.

- Un auror debe controlar sus emociones y no permitir que ellas lo dominen. Eres humano, Harry, y está bien que te preocupes por la gente que te importa, respeto eso; pero cuando dejas que tu cerebro se nuble y actúas sólo con el corazón, por bonito que suene, es mil veces más probable que sean justamente esas personas las que resulten lastimadas. – le dijo con un tono serio que no acostumbraba utilizar.

Harry lo miró impotente al reconocer la verdad en sus palabras. ¿Cuántas veces había terminado haciéndole daño a gente que le importaba sólo por actuar sin pensar? El rostro de Sirius pasó por su mente y lo golpeó como un rayo.

Travis conocía bastante del pasado de Harry y le era sencillo imaginar lo que estaba pensando el muchacho.

- Mira, no digo que seas como Moody; en mi opinión ese hombre exagera, no me gustaría llegar a viejo así. Pero el desconectarte de tus emociones y usar la cabeza de vez en cuando usualmente da buenos resultados. – observó el auror.

- Supongo que estás en lo cierto. – reconoció el muchacho de mala gana.

- En este caso si que lo creo. No digo que dejes de preocuparte, es bueno para mantenerse alerta, pero dale algo de crédito a Hermione; la conoces mejor que yo, sabes de lo que es capaz. – Travis elevó una ceja.

- No dudo de ella. – exclamó Harry casi ofendido. – Es la persona más inteligente, valiente y brillante que he conocido.

- Y bonita también; rara combinación. – anotó el rubio.

Harry lo vio con el entrecejo fruncido y algo de desconfianza.

- Hermione es muy joven para ti. – las palabras salieron de boca de Harry casi sin darse cuenta.

- No en realidad, sólo tengo veintiséis, es más, hasta hace unos meses salía con una chica de su edad y nos fue bastante bien. – recordó Travis con una sonrisa. – Pero no te preocupes, Harry, no vemos a Hermione de la misma manera. – comentó con tono misterioso antes de levantarse.

El muchacho lo imitó intentando comprender sus insinuaciones, confundido con el giro de la conversación.

- Hermione es mi amiga, es sólo una amiga. – dijo al fin con mucho énfasis.

- Seguro, Harry, no dudo que así sea…por ahora. – le guiñó un ojo el auror.

- Es en serio, de verdad. – insistió Harry luciendo casi aterrado.

Travis se llevó una mano al bolsillo sin hacerle mucho caso y extendió un par de monedas que Harry recibió mecánicamente.

- Dáselo a Weasley para que se compre otro de esos postres; no me gustaría que termine odiándome por un pudín. – ser rió. – Ahora me voy, demasiado conversación seria para mí, si sigo terminaré meditando con Kim.

- Oye, de verdad te estás imaginando cosas…- balbuceó Harry. – Yo tengo novia y no es Hermione.

- Ah, sí, la hermana de Weasley, parece una chica simpática; no me gustaría estar en tu pellejo, en buen lío te has metido. – rió aún más el auror. - ¿Oíste eso? Creo que es el timbre; vete a clases o llegarás tarde. Un placer conversar contigo, Harry, estaré por allí. – Travis le palmeó la espalda y empujó hacia la salida sin ceremonias.

El muchacho dio un vistazo alrededor comprobando cómo casi todos sus compañeros salían corriendo hacia sus respectivas clases. Miró a Travis con impotencia y sacudió la cabeza.

- Nos vemos. – se limitó a decir.

El auror lo observó confundirse con los otros muchachos casi corriendo y tras vacilar un segundo, se dirigió con una sonrisa traviesa al mostrador de la comida.

- ¿Le queda pudín? – preguntó a la encargada.

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- Moody, ¿no crees que deberíamos arrestar a alguno de esos mortífagos? Alguno que no se eche en falta, para que Nott no se entere; podríamos obtener información muy importante. – Laria hablaba en tanto cogía unos pergaminos.

Con gusto habría ido a buscar al mismo Nott en el agujero que estuviera usando de guarida con tal de salir de esa casa; el encierro no iba con ella, pero tampoco iba a decirlo.

- No. – contestó secamente el auror.

- Pero, Moody, no me parece muy justo que Kim y Travis puedan hacer trabajo de campo mientras yo debo quedarme todo el tiempo aquí. – insistió ella tratando de conservar la calma.

- Cada quien hace lo que puede en lo que puede resultar más útil. – respondió Moody con similar tono.

- Entonces crees que sólo sirvo para revisar folios viejos y transcribir, ¿es eso? – Laria espetó las palabras ofendida.

El viejo auror dio una mirada alrededor de la biblioteca en la que se encontraban, mientras veía con su único ojo a la mujer frente a sí que parecía hacer un gran esfuerzo para controlar su mal genio.

- Laria, tú eres de esas personas que siempre hace lo correcto aún cuando tengan a medio mundo en contra, ¿verdad? – lo dicho por el mago fue más una afirmación que una pregunta.

Semejante comentario pareció dejar completamente desconcertada a la joven mujer, que lo miró sin comprender.

- No entiendo el cambio de tema, Moody, pero sí, uno debe hacer lo que cree está bien aunque los demás no concuerden contigo, ¿qué hay con eso? – preguntó mostrando cierta desconfianza.

- Pienso lo mismo que tú. Llegado el momento uno debe actuar siguiendo sus convicciones y no dejar que la sensiblería te afecte, al final eso sólo causa más problemas. Acabar con el mal de raíz, de eso se trata. – continuó hablando el viejo mago más para sí, como si meditara.

- Moody, sigo sin entender. – Laria dejó los pergaminos y puso las manos sobre la mesa para llamar su atención.

- Taylor es demasiado noble; se hace el duro, pero cuando llega la hora de hacer lo que debe sólo piensa en salvar a los demás, lo he visto. – comentó el auror en el mismo tono. – En cuanto a Kim, bueno, no sé qué esperar exactamente de él, pero creo que debajo de toda esa indiferencia también hay un héroe en potencia. – culminó con pesar.

- Mira, si quieres analizarnos creo que deberías hacerlo en privado. No me interesa lo que pienses de ellos, no es mi problema. – la mujer habló con frialdad.

- Lo digo para que comprendas, Laria, tú eres distinta. Si te dan una misión, irás directamente al objetivo y no verás a los lados sin importar lo que ocurra, eso es lo que necesito. – le indicó.

- ¿Debo sentirme ofendida porque me consideras casi insensible? – se burló ella.

- No, en cierta medida es un halago. – respondió Moody secamente. – Cuando llegue La Noche de Walpurgis voy a necesitarte, esa frialdad tuya nos será muy útil.

Laria alzó una ceja y empezó a golpear la superficie de la mesa con los dedos.

- No entiendo, lo siento. Sé que debemos actuar con cuidado para no llamar su atención, aún cuando la idea no me guste; sin embargo, creo que tenemos una gran ventaja. Sabemos quiénes están involucrados, en dónde será, cuándo; hasta Potter y sus amigos insistieron en ayudar. Podremos detenerlos sin problemas, aún antes de la fecha fijada. – la mujer se encogió de hombros.

Moody fijó ambos ojos, el mágico y el normal, sobre la griega, y se inclinó sobre la mesa con semblante sombrío.

- Ese es el punto, Laria, por eso voy a necesitar tu ayuda. – dijo.

- ¿Disculpa? – ella frunció el ceño. - ¿De qué hablas?

- No vamos a detenerlos. – aseguró con voz grave. – Lo que sea que estén planeando para esa noche, debe llevarse a cabo.

La expresión demudada de Laria hubiera hecho reír a Travis a carcajadas, a menos que supiera la razón de la misma.

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Hermione empezaba a creer que el espionaje no era para ella. Cada vez que posaba la mirada en Malfoy con discreción para seguir sus movimientos, el rubio se daba cuenta al instante y la veía con su desprecio habitual.

Eso ocurrió en todas las clases y no había podido dilucidar ni un solo indicio de que el muchacho estuviera tramando algo; si al menos la amenazara de nuevo tendría más lógica, pero no era el caso.

En los recesos y durante las sesiones de estudio en la biblioteca no le quitaba la vista de encima, pero nada, salvo uno que otro vergonzoso momento para explicarle a Padma que comería babosas crudas antes de fijase en Malfoy. Sospechaba que no le creyó del todo, especialmente porque lo gritó en medio del comedor, harta de sus insinuaciones.

Genial; estaba a un paso de convertirse en la acosadora oficial de Draco Malfoy y no había obtenido ni un solo dato que valiera la humillación. Lo único positivo de todo este asunto era que Harry no tendría nada de qué preocuparse; se encontraba tan cerca del peligro como un gigante en medio de un grupo de gnomos.

Al recordar a su amigo, mientras pasaba unas hojas de su libro de mala gana, miró su bolsa sobre la silla del costado con ansiedad.

Había recibido una carta de Ginny antes de salir a clases, pero no pudo leerla hasta el almuerzo.

De por sí no era nada extraño; se escribían cada cierto tiempo, lo mismo que con Luna. Tampoco el contenido le pareció muy especial hasta llegar al último párrafo.

Había empezado contándole de lo bien que le iba al equipo de Quidditch y cuánto la extrañaba, así como de las clases y algunas preguntas acerca de los EXTASIS. Le mencionó muy de pasada el gran trabajo que hacía Neville como ayudante de la profesora Sprout y su cercanía con Luna, aunque Hermione ya sabía de eso por una carta de la siempre honesta Ravenclaw.

Tras preguntarle a la ligera cómo le iba en sus clases, llegó a lo que Hermione consideraba el verdadero motivo de la misiva.

Le expresó en pocas líneas su preocupación por Harry, lo intermitente de su correspondencia y cuán impersonal y distante era lo poco que le contaba. Ginny sabía que Harry no era muy bueno hablando de sus sentimientos, pero comentaba que al parecer algo podría estar mal y tal vez él no quisiera preocuparla, por lo que le pidió que en su contestación le hiciera saber si ocurría algo que debiera saber.

A Hermione ese pedido no le hizo ninguna gracia porque sólo Harry sabía lo que deseaba contarle a su novia; ese no era para nada asunto suyo. Si Harry estaba nervioso por lo de Moody y la Noche de Walpurgis o lo que fuera, era algo privado y ella no iba a involucrarse. Lo sentía por Ginny, pero lo mejor era que esperara a las vacaciones de fin de año para hablar con él al respecto.

De cualquier modo se sentía incómoda con Ginny por ponerla en esa situación. Ahora no podía evitar inquietarse por Harry; tal vez ese asunto lo hubiera afectado más de lo que se atrevía a reconocer.

Iba a tener que hablar con él o no podría estar en paz, se dijo luego de hacer un nuevo borrón en el pergamino. Sí, esa noche ella y Harry iban a tener una charla muy seria, no podía permitir que se guardara para sí toda la preocupación, no era justo pudiendo compartirla con ella y Ron; debía entender de una vez que no estaba solo.

Con esa decisión se relajó un poco y volvió su atención a los libros y pergaminos.

Tras las estanterías, un par de ojos grises no perdían detalle de sus movimientos. Sí, definitivamente Draco Malfoy era mucho mejor espía.

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Luego de la cena servida por Kreacher, que hubiera bastado para una familia de diez, Harry, Ron y Hermione tuvieron su acostumbrada charla en el salón.

Los muchachos oyeron el informe de su amiga acerca de la inacción de Malfoy y no supieron si sentirse preocupados o aliviados.

Ellos, por su parte, le comentaron acerca de la visita de Travis a la Academia. Ron estaba aún furioso con el auror por lo que consideraba un exceso de confianza, aunque reconocía que fue un gesto decente enviarle el dinero del postre que se comió. Harry no dijo una palabra de su conversación con el rubio y cuando sus amigos le preguntaron si le comentó algo importante, él evadió el tema contestando que no hubo tiempo pues debió correr a sus clases.

Si Hermione tenía alguna duda de que Harry escondía algo, ahora estaba segura; podía ver a metros de distancia cada gesto que hacía el muchacho cuando fingía.

El problema era cómo tocar el tema frente a Ron. Por un lado, el pelirrojo no era precisamente el tacto en persona y era muy posible que el nombre de su hermana surgiera, lo cual seguro no le haría ninguna gracia.

Esperó con impaciencia a que Ron se fuera a dormir primero para retener a Harry con alguna excusa, pero fue justamente él quien se despidió temprano.

No le pareció buena idea abordarlo en la escalera porque Ron podría oírles y además, necesitaban hablar con más tranquilidad, así que se despidió del pelirrojo y se fue a la cama pensando en que con un poco de suerte podrían hablar en la mañana.

Después de dar vueltas en la cama preguntándose qué estaba pasando exactamente con Harry, Hermione decidió tomar medidas extremas. No tenía sentido esperar al día siguiente y mucho menos bajar a la cocina con la esperanza de que Harry se levantara de casualidad para hablar.

Cogió su bata y se puso las pantuflas, cuidando mucho sus pasos al salir de la habitación.

Pensó en tocar la puerta, pero haría mucho ruido, así que la abrió con cuidado y asomó apenas la cabeza antes de entrar y cerrar tras de sí.

Harry parecía profundamente dormido y casi dio media vuelta, pero ya estaba allí y lo único que buscaba era ayudar, así que se acercó a la cama con cuidado y agachándose hasta estar a su altura, habló en un susurro.

- Harry. – lo llamó.

Nada. Tras repetir su nombre un par de veces más, se pasó la mano por el cabello, exasperada, ¿desde cuándo Harry tenía el sueño tan pesado?

Suspiró resignada y con mirada de pena lo sacudió con firmeza del hombro al tiempo que volvía a llamarlo.

- Harry, despierta. – dijo.

El muchacho se despertó aturdido y apenas enfocó la mirada, reconoció a su amiga. Se apuró en tomar los anteojos de la mesilla mientras sacudía la cabeza para aclarar sus ideas.

- Hermione, ¿qué pasó? ¿Qué hora es? – preguntó ahogando un bostezo.

- Creo que casi las dos; no te preocupes, no ha pasado nada malo, sólo quería hablar contigo. – le explicó la joven viéndolo con algo de timidez.

Harry confirmó la hora en el despertador y se incorporó lo suficiente para sentarse apoyado en le respaldar de la cama.

- ¿Hablar? ¿Ahora? – inquirió algo escéptico.

- Sí, bueno, es que…es importante. – indicó ella.

- ¿No podía esperar a mañana? – insistió Harry.

- Es que prefiero que hablemos a solas. – explicó Hermione jugando con sus manos.

- Ya. – asintió Harry. – Entiendo.

La verdad era que no entendía nada, pero si Hermione había acudido a su habitación en medio de la noche para hablar con él, debía de ser importante.

- Bueno, está bien, ¿por qué no te sientas? ¿O prefieres bajar? – sugirió algo inseguro.

- No, aquí está bien, no quiero molestarte mucho tiempo, me iré pronto. – le aseguró ella buscando un asiento.

¿Porqué Harry escogió quedarse en un dormitorio tan pequeño? Allí no cabía ni una silla. Con un suspiro resignado se acomodó al pie de la cama.

- ¿Y bien? – el muchacho parecía realmente inquieto.

- Voy a ser muy directa contigo, Harry, ¿hay algo que te preocupa? – le preguntó Hermione con tono resuelto.

- Algo que me preocupe. – repitió él asombrado. – Hermione, sabes perfectamente lo que está pasando, también tú estás preocupada, y Ron.

- Sí, eso lo sé. A lo que me refiero es a si estás permitiendo que eso te afecte demasiado, ya sabes, en todo; porque no podemos hacer nada mientras no tengamos más información y realmente creo que si dejas que este asunto ocupe tu cabeza todo el tiempo, vas a tener problemas en la Academia, con tus amigos y…bueno, con todo. – se apresuró a añadir Hermione.

Había decidido que no iba a mencionar la carta de Ginny porque eso sería traicionar la confianza de la joven, además de que podría ocasionar problemas entre ella y Harry si le disgustaba que compartiera sus asuntos personales con alguien más.

- Hermione, claro que estoy preocupado, pienso en esto todo el tiempo. Pero no sé de donde sacas que eso me va a meter en problemas; entiendo que lo único que podemos hacer es permanecer alertas, esta vez Moody tiene razón. – le aseguró el muchacho.

- ¿En serio? Quiero decir, sé lo mucho que te molesta no poder hacer algo más y últimamente pareces muy retraído; creo que me da un poco de miedo que vayas a hacer algo sin hablarlo antes con nosotros. – confesó la joven.

Harry se inclinó un poco hacia ella y la miró inseguro.

- Hermione, la verdad es que toda la semana he pensado en lo que Moody y Kingsley nos dijeron y cuando propuse que deberíamos interrogar a Malfoy lo hice en serio; es más, sigo creyéndolo porque lo que más me preocupa es justamente lo mucho que te arriesgas al seguirlo. – mencionó Harry.

- Ya he dicho que no debes preocuparte por eso, en serio. Seguir a Malfoy está resultando bastante aburrido, casi empiezo a dudar de que haya aceptado involucrarse con Nott. El mayor problema que me ha traído es que media Academia cree que estoy enamorada de él o algo así. – se rió la chica al recordar el incidente con Padma en la cafetería.

Harry no la acompañó en sus risas, sino que se le quedó viendo con cara de espanto.

- ¡¿Qué?! – exclamó alzando la voz.

Hermione dio un salto y se apresuró a hacerle un gesto para que guardara silencio.

- ¡Harry! ¿Qué te pasa? Vas a despertar a Ron. – lo recriminó.

- Pero… ¿cómo se te ocurre bromear con algo así? – insistió él bajando el tono.

- No bromeo, de verdad lo piensan, pero no importa; creí que te ibas a reír. – mencionó Hermione.

- No es gracioso. – aseguró Harry negando con la cabeza.

- Si estuvieras en mi lugar y tuvieras que encontrarle el lado positivo, sí que lo pensarías. – se encogió de hombros la joven con una mueca resignada.

- Supongo. – medio que aceptó Harry no muy seguro.

Hermione empezó a jugar con el lazo de su bata con nerviosismo mientras Harry guardaba silencio.

- Entonces…además de lo que hemos hablado, no hay nada más que te preocupe y piensas seguir las indicaciones de Moody, ¿verdad? – preguntó la chica al fin.

- Lo intentaré. – le aseguró el muchacho.

- Harry… - le dijo ella con tono de advertencia.

- Pero si en algún momento creo que Moody actúa mal y quiero ir en contra de sus indicaciones hablaré con ustedes primero. – recitó como en una clase. – Lo prometo.

- Gracias. – aceptó Hermione con una suave sonrisa.

Su amiga quería preguntarle por Ginny, alentarlo a que le contara a su novia lo que estaba pasando, pero se dijo por vigésima vez que eso no era asunto suyo; si Harry no quería preocuparla estaba en su derecho, y bien visto, era una decisión muy noble que iba perfectamente con él.

- Hermione, ¿pasa algo más? – Harry la sacó de su ensoñación.

- Ah, no, eso era todo. – descartó ella al momento. – Necesitaba que estuvieras seguro de que puedes confiar en mí, es decir, en Ron y en mí, ya sabes. – le aseguró la joven.

- Eso es algo que tengo muy claro, y lo agradezco. – comentó Harry.

- No tienes porqué, ni lo menciones. Bueno, me voy, necesitas descansar. – dijo Hermione sin moverse.

- También tú. – acordó Harry.

- Sí, es verdad. – mencionó ella.

Hermione se puso de pie al mismo tiempo que Harry jaló las cobijas para levantarse y acompañarla a la puerta, con el resultado de que la chica tropezó y cayó al suelo sin que el muchacho atinara a otra cosa más que intentar sostenerla para amortiguar la caída, consiguiendo tan solo caer sobre ella.

La joven emitió un gemido de dolor, pero al girar la cabeza su mirada se cruzó con la de Harry, que la veía con una expresión muy rara.

A Harry le pasaban varias cosas por la cabeza: acababa de hacer caer de muy mala manera a su mejor amiga; debería quitársele de encima y ayudarla a levantarse, y lo que le ponía más nervioso, ¿por qué estaba pensando en lo bonitos que eran los labios de Hermione? ¿Siempre habían sido así? No estaba seguro, pero una parte de él podía asegurar que así era.

Si Hermione no creyera que era completamente imposible, hubiera jurado que Harry estaba a punto de besarla, ¿o no? ¿Por qué no le decía nada? ¿Porqué ella no decía nada?

Mientras Harry acercaba su rostro al suyo y ella entrecerraba los ojos, la parte lógica de su cerebro que había sido reducida al mínimo, le lanzó una advertencia.

¡No podía besar a Harry! ¡Era su amigo! ¡Tenía novia! ¡Ni siquiera lo veía de ese modo! Antes de discutir esa última afirmación, abrió los ojos como platos y con ademán brusco se quitó de debajo del muchacho haciéndolo rodar al suelo, lo que pareció hacerlo despertar también de su trance.

- ¿Hermione? – le preguntó levantándose al mismo tiempo que ella.

- Lo siento, Harry, pero nunca hubiera creído que pesabas tanto. ¡Vaya golpe! Qué tonta, enredarme con mis propios pies, soy tan torpe, discúlpame. – farfulló la joven acomodándose la bata. – Mira cómo se han caído tus mantas.

La chica recogió todo con manos temblorosas y sin levantar la mirada lo dejó sobre la cama sin ceremonias.

- Seguro que tú puedes acomodarlo a tu gusto; necesito dormir, mañana podrían tomarnos un examen sorpresa, se me había olvidado. Que descanses, ¿si? – se apuró en llegar a la puerta.

- Hermione… - repitió Harry desde el centro de la habitación y sin quitarle la vista de encima.

Ella se quedó con la mano en el picaporte y la cabeza gacha.

- No olvides lo que te dije; si nos necesitas estaremos a tu lado. – le dijo con voz suave para luego salir del dormitorio sin voltear.

Harry adelantó un pie para seguirla, pero desistió al momento. ¿Qué iba a decirle? El mismo no tenía idea de lo que acababa de ocurrir y no estaba seguro de querer saberlo.

Tras dudar nuevamente, se lanzó sobre la cama y enterró la cabeza en la almohada.

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