lunes, 16 de noviembre de 2009

Destino: Primer capítulo


Disclaimer: Todos los personajes y lugares conocidos pertenecen a la gran J K Rowling, sólo tomo prestado parte de su mundo encantado para divertirme.

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El joven corría por un estrecho sendero, sus pasos resonaban sobre la grava y tropezó en un par de ocasiones, pero se impulsó de pie con presteza y continuó la marcha. Sentía los pies de plomo y una profunda cortada en el hombro le escocía; sin embargo, apretó los dientes con fuerza y saltó sobre un riachuelo sin detenerse.

No podía estar muy lejos, lo sabía. Faltaba poco tiempo para la medianoche, debía llegar, tenía que hacerlo.

Esquivó unas ramas haciéndolas a un lado con furia y contempló aliviado el monumento frente a sí. No acababa de recuperar el aire cuando un sonido a su espalda le hizo darse vuelta angustiado para observar cómo una masa informe se abalanzaba sobre él.

- ¡No! – Gritó el muchacho angustiado.- Tengo que llegar.

- ¡Harry! ¡Harry, despierta! – sintió que le sacudían el hombro con brusquedad.

El chico se incorporó jadeante, viendo a su alrededor sólo puntos borrosos, hasta que reconoció la cara de su mejor amigo. Tanteó en la mesilla y cogió sus anteojos para colocárselos enseguida.

- ¿Estás bien? – le preguntó Ron sin disimular su ansiedad.

- Sí, claro, fue sólo un sueño.- replicó Harry, pasándose la mano por el cabello.

- Yo diría que más bien una pesadilla, y bastante fea por como te veías.- observó su amigo.- ¿De qué trataba?

- No lo sé, no lo recuerdo.- se encogió de hombros el muchacho, echando las sábanas a un lado.

- Mejor, supongo. Vine a despertarte para que bajes a desayunar antes de que alguien te eche un vaso de agua encima.- mencionó el pelirrojo.

- ¿Qué no soy yo quien evita que hagan eso contigo?- sonrió el otro.

- Hoy te salvo yo. Lo que pasa es que mamá me envió una lechuza y eso me despertó temprano; no pude volver a dormir. Ahora tengo hambre.- comentó el chico.- Estaré abajo, date prisa.

- Seguro, sólo guárdame algo, ¿quieres?- le pidió Harry.

- No puedo prometer nada.- se alejó riendo Ron y cerrando la puerta de la habitación tras de sí.

Tan pronto como su amigo se alejó, Harry se puso de pie frunciendo el ceño preocupado, para luego tomar algunas cosas y encaminarse al cuarto de baño.

Diez minutos después, tan despeinado como de costumbre, el joven bajaba las imponentes escalinatas de la Casa Black. No dejaba de sorprenderle cómo el lugar parecía casi acogedor sin todas esas cabezas de elfos adornando las paredes y los muebles nuevos le hacían parecer un hogar. También le causaba gracia el imaginar la cara que pondría la madre de Sirius si pudiera ver todas las flores que adornaban el salón; al menos habían logrado quitar su retrato y esconderlo en el desván.

El delicioso olor proveniente de la cocina, hizo que se apresurara a cruzar la puerta.

- Buenos días.- saludó Harry.

- Buenos días, amo; siéntese, por favor, Kreacher lo atenderá en un segundo.- le dijo al instante el viejo elfo.

Harry le sonrió en respuesta y ocupó su asiento en la mesa.

- Buenos días, Harry. Me dijo Ron que tuviste una pesadilla; ¿estás bien?- le preguntó la joven a su lado con expresión preocupada.

El muchacho le dirigió una mirada iracunda al pelirrojo, pero él apenas dejó de masticar para ver al techo fastidiado.

- Ella preguntó si te había despertado y mencioné lo de la pesadilla. Ya la conoces, siempre exagera.- deslindó volviendo la atención a su plato.

- Eso no es verdad y sólo estaba preguntando.- replicó la joven indignada.

Harry intervino para evitar la primera discusión de la mañana.

- Estoy bien, Hermione, fue sólo un sueño. Sé que lo normal era que mis pesadillas estuvieran relacionadas con Voldemort, pero ahora que está muerto eso ya no es posible. Igual no esperarás que deje de soñar, ¿verdad?- sonrió a su amiga divertido.

- Por supuesto que no. Ya lo dije, fue sólo un comentario.- masculló Hermione.

- De cualquier modo, gracias por preocuparte.- apreció Harry, tomando un vaso para servirse algo de jugo.

- No hay problema.- repicó ella, sonriéndole también.

- ¿Van a ir también al Callejón Diagon? Les prometí a los gemelos pasar a darles una mano.- intervino Ron dejando su plato vacío.

- Yo tengo que ir de cualquier modo.- le dijo su amigo empezando a comer.

- Lo mismo digo, porque necesito recoger unas cosas.- se sumó Hermione en tanto recogía sus platos.

- ¿Libros? – preguntó el pelirrojo burlón.

- Sí, Ronald, libros. Pero recuerda que ustedes también deben ir por los suyos.- acotó la joven.

El elfo se apresuró a tomar los platos de manos de la chica y los llevó al fregadero antes de que Hermione atinara a reaccionar.

- Kreacher ya le ha dicho a la señorita que este es su trabajo, pero la señorita continúa haciendo estas cosas.- refunfuñó el elfo.

- Sí, Hermione, deja a Kreacher tranquilo; va a pensar que quieres quitarle el trabajo.- le susurró Ron.

- Sólo quería ayudarle.- replicó Hermione en el mismo tono.

- Y está bien, Hermione, pero ya sabes cómo son los elfos, y Kreacher es muy celoso con sus cosas. Apenas empieza a tomar confianza y no es buena idea disgustarlo.- opinó Harry.

- Es sólo que no está acostumbrado a que sean amables con él, ya se los he explicado.- objetó ella.

- No empieces de nuevo, por favor. – suplicó el pelirrojo. - ¿Porqué no dejas todo eso de los derechos de los elfos para tus clases? Sólo faltan un par de días.

- Ya lo sé, no puedo esperar.- se emocionó la chica, relajando su expresión.- Chicos, ¿se dan cuenta? Ustedes se convertirán en Aurores y yo entraré al Ministerio para cambiar todas esas leyes arcaicas. Primero debemos terminar la carrera, claro, pero vamos a aprender tantas cosas.

Harry y Ron intercambiaron una sonrisa divertida mientras contemplaban el rostro extasiado de su amiga. Sólo Hermione se emocionaría tanto con la idea de empezar a estudiar.

- Supongo que saldremos pronto. Mejor subo a buscar algo de dinero; nos encontramos en el salón para tomar los polvos Flú.- les avisó Ron, desde la puerta.

- No olvides la lista y una chaqueta, tal vez volvamos tarde y el clima está fatal- le dijo Hermione antes de que saliera.

Los chicos le oyeron refunfuñar algo acerca de que si quisiera que lo trataran como un bebé se habría quedado viviendo en su casa, mientras se alejaba por el pasillo.

- No le hagas caso, se volvería loco si viviera solo.- comentó Harry, sacudiendo la cabeza.

- Lo sé, la señora Weasley tiene todo mi respeto.- concordó su amiga, sin disimular su tono burlón, para luego preguntar como al descuido.- ¿Seguro que está todo bien?

- Hermione…- advirtió el muchacho.

- De acuerdo, no diré más, pero prométeme que si algo fuera de lo normal pasa no dejarás de decírmelo.- le pidió.

- Lo prometo.- aceptó Harry.

Hermione agradeció el gesto dándole un suave apretón en el hombro y enseguida se dirigió a la puerta.

- Gracias por el desayuno, Kreacher, estuvo delicioso. Harry, voy a buscar mi bolsa; te veo en el salón.- Hermione se detuvo a punto de salir.- No vayas a olvidar….

- La lista de los libros y una chaqueta, no hay problema.- se adelantó Harry con aparente seriedad.

- Exacto.- coincidió ella viéndolo con suspicacia antes de atravesar el umbral.

Una vez que la joven se alejó, el viejo elfo se acercó a su amo con un paño de cocina entre las manos.

- La señorita amiga del amo es…agradable.- mencionó el elfo como quien hace una gran confesión.- Cuida al amo.

- Siempre lo ha hecho.- reconoció el muchacho con nostalgia.- Bueno, Kreacher, seguro que Ron se tardará, ¿no te habrá quedado algún panqué por allí?

La criatura asintió y fue corriendo a atender el pedido de Harry, esbozando una mueca alegre.

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- Es increíble que debamos llegar siempre tarde por tu culpa.- refunfuñó Hermione, dirigiéndose al pelirrojo que caminaba a su lado.

- ¿Mi culpa? ¡Harry también se tardó! – exclamó el muchacho indignado.

- Él estaba terminando de desayunar y aún así llegó antes que tú.- replicó su amiga en el acto.- Además, siempre haces lo mismo; en la Academia no te lo pasarán por alto.

- ¿Vamos primero por los libros? – intervino Harry para evitar otra discusión.

- ¿Puedes ir tú por los míos, Harry? Tengo que ir con Fred y George, les prometí llegar temprano. Y tú no me veas así que no te he pedido nada. – se dirigió a su amiga.

- No iba a decir ni una sola palabra.- mintió la chica.

- Sí, claro. ¿Puedes, Harry?- insistió el muchacho.

- Seguro, sólo dame la lista.- aceptó su amigo enseguida.

- Gracias, sabía que podía contar contigo. Esta es la lista y aquí tienes el dinero, seguro que te alcanza.- mencionó el chico encogiéndose de hombros.

Hermione pareció tentada a hacer algún comentario, pero sólo sacudió la cabeza y elevó los ojos al cielo.

- ¿Nos encontramos para almorzar?-. Preguntó Ron antes de irse.

- Yo no puedo. – descartó Harry.

- Ah, sí, lo había olvidado.- dijo Ron con una mueca.- ¿Y tú, Hermione?

- Depende de a qué hora termine de hacer mis compras; si puedo nos encontramos en el Caldero Chorreante.- le dijo su amiga.

- Bueno, hasta entonces.- se despidió el pelirrojo.

Harry y Hermione lo vieron marchar con su andar despreocupado hasta perderse de vista.

- ¿A la librería? – preguntó la chica.

- Seguro, las damas primero.- aceptó Harry, cediéndole el paso.

Su amiga lo vio con una ceja alzada y una mueca burlona antes de iniciar el camino al local.

- ¿Qué?- le preguntó Harry al darle alcance.

Hermione se limitó a sonreír y alzar las manos sin cambiar el gesto.

- ¡Oh, vamos! ¿Qué?- insistió el muchacho sin obtener respuesta.

Harry dio un resoplido resignado y siguió a la chica entre las personas que se agolpaban por las callejuelas.

Dos pares de ojos observaban la escena desde una esquina de la calle. Unos parecían divertidos, los otros más que disgustados. Pertenecían a una pareja que se confundía con la multitud. Ambos vestían ropa muggle; el hombre era rubio y muy alto, de complexión fornida y rostro calmado; la mujer, en cambio, pequeña y delgada, tenía el cabello tan oscuro como los ojos que resaltaban en su piel olivácea.

- ¿A esto vinimos? ¿A ver a un par de chiquillos coquetear? Debería quejarme – rezongó la mujer dueña de la mirada helada.

- No coquetean, o al menos si lo hacen no se dan cuenta. Pobre de ti, ya has olvidado lo que es ser joven.- replicó su compañero con voz risueña y de extraño acento.

- ¡Soy joven!- replicó la otra furiosa.- Ellos son sólo unos niños.

- Eso es cuestión del punto de vista, me parece.- mencionó el otro con desenfado.- Vamos, no podemos perderlos, mantén tu distancia.

- Sé perfectamente lo que debo hacer, muchas gracias.- le dijo con sarcasmo la mujer caminando a la par del rubio.- ¿Y qué pasa con el pelirrojo?

- Kim se encargará de él.- contestó su compañero.

Hombre y mujer se detenían cada cierto tramo fingiendo observar los escaparates pero sin perder de vista a la joven pareja hasta que los vieron entrar en la librería y tras intercambiar una mirada de entendimiento, se apuraron a ocupar una de las mesas de una cafetería cercana desde la que podían vigilar toda la calle.

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Pasada poco más de una hora los muchachos salieron del establecimiento con los brazos cargados de paquetes y conversando animadamente.

- No puedo creer que hayamos pasado tanto tiempo dentro.- se quejaba Harry.

- Bueno, teníamos que buscar tus libros y los de Ron, eso sin contar los míos; además necesito material de apoyo.- le dijo Hermione, señalando sus paquetes.

- Tu “material de apoyo” triplica lo que te pidieron en la Academia.- le hizo ver su amigo.

- Es mejor que lo tenga a necesitarlo después, la biblioteca de la Escuela no es como la de Hogwarts, imagina que los necesite en medio de una clase.- le dijo horrorizada por la sola idea.- Y estoy segura de que a Ron y a ti también les serán útiles, hay unos cuantos de Defensa muy interesantes.

- No te ganaré en una discusión sobre libros.- se rindió Harry muy tranquilo.

- Eso es muy inteligente de tu parte.- coincidió su amiga satisfecha.

- Gracias, sólo por eso tú pagas los helados.- la regañó el muchacho falsamente ofendido.

- ¿Tenemos tiempo?- le preguntó Hermione frunciendo el ceño y viendo su reloj.

- ¿Ya es mediodía? ¿Cuánto tiempo estuvimos allí dentro?- se extrañó Harry comprobando la hora.- Vaya, Hermione, has hecho que rompa mi propio record en una librería.

- Te divertías tanto como yo, no seas mentiroso.- descartó la chica.- ¿A qué hora debes irte?

- No estoy seguro, no lo recuerdo.- le contestó el otro.

- ¿No lo recuerdas?- repitió su amiga asombrada.

- No es para tanto.- se defendió el chico.

- Mira, Harry, la verdad es que si tú fueras mi…- iba a decir la joven, pero unos llamados en su dirección la distrajeron.

- ¡Harry! ¡Hermione! – venía gritando una pelirroja desde la otra avenida corriendo hacia ellos.

- ¿Tu qué?- le preguntó el muchacho a su compañera en tanto esperaba que la otra chica llegara.

- Olvídalo.- se apresuró a contestar Hermione.

Harry la vio extrañado, pero guardó silencio cuando la joven les dio alcance y le puso una mano sobre el hombro, empinándose para darle un beso cariñoso en la mejilla.

- Hola, chicos. Lamento la tardanza, pero debía recoger un encargo de mamá y me encontré con unas compañeras en la tienda.- le dijo al muchacho.

- No te preocupes, ni siquiera me había dado cuenta. ¿A qué hora dijimos?- le preguntó él.

- Las doce y ya son las doce y media, supongo que debo agradecer que sea tan distraído, ¿no?- le sonrió a Hermione.

- Tiene sus ventajas.- aceptó no muy convencida la chica.- Bueno, supongo que ustedes irán a pasear por allí.

- Puedes acompañarnos.- le dijo Harry al instante.

- Seguro.- aceptó la pelirroja con demasiado énfasis.

- No lo creo, pero gracias; dejé el violín en casa. Diviértanse, yo aún debo ir por algunas cosas.- rehusó amablemente la invitación Hermione.

- ¿Qué violín? No sabía que lo tocabas.- le preguntó con curiosidad la otra chica.

- Es sólo un dicho muggle, y no muy gracioso por cierto. ¿Segura de que no quieres venir?- insistió Harry.

- No, todavía tengo que pasar por varias tiendas y luego me encontraré con Ron para almorzar. – comentó la joven.

- Deja al menos que me lleve algunas de tus bolsas, si vas a comprar más no sé qué vas a hacer.- se ofreció su amigo.

- Harry, Hermione es una excelente bruja, puede reducir sus cosas y llevarlas como llaveros, no seas tonto.- intervino la pelirroja.

- Ginny tiene razón, pero agradezco el gesto igual. Tu novio es todo un caballero, ¿sabes? – le dijo Hermione.

- Claro que lo sé. Tengo suerte, ¿no?- sonrió la menor de los Weasley enlazando su brazo con el del muchacho.

- Mucho. Bueno, ahora sí que me voy o Ron no me esperará. Nos vemos luego.- se despidió Hermione.

- Cuídate.- sacudió la mano Ginny sonriente.

- Nos vemos en casa.- atinó a decir Harry.

- Seguro.- dijo la chica apenas volteando.

La extraña pareja, que iba por su quinto café, no perdió palabra de la conversación valiéndose de quién sabe qué artilugios, mientras simulaban conversar entusiasmados.

- Ya era hora, no voy a poder dormir esta noche.- se quejó el hombre señalando su taza.

- No sabía que la cafeína te afectaba tanto. – Mencionó la mujer, aunque no parecía importarle en lo absoluto.- Es curioso, ¿no crees?

- ¿Qué?- le preguntó su compañero.

- El muchacho y la pelirroja; creí que tenía algo con la otra.- comentó ella.

- También yo, me parece más interesante, pero sobre gustos no hay nada escrito, ¿no?- se encogió de hombros el otro.

- Si eso dicen. Igual es extraño.- insistió la mujer.

- Ya para con eso, ¿quieres? Pensé que te aburría vigilar a un par de chiquillos, aunque bien pensado siendo mujer tal vez no puedas reprimir tu curiosidad.- se burló.

- ¡Vete al diablo!- le contestó molesta.

- Otro día, hoy no tengo tiempo. Ya se están alejando, ¿a quién quieres? ¿La chica o la parejita que no te convence?- se apuró a preguntar el hombre en tanto se ponía de pie.

- Déjame a esos dos.- dijo ella, imitando sus movimientos.

- Eso pensé. Entonces yo me encargo de la chica. Recuerda tener mucho cuidado, el muchacho no es ningún tonto, nos vemos en el punto de reunión.- le dijo el hombre empezando a alejarse.

- Sí, si.- contestó la otra desganada, empezando a ir tras Harry y Ginny desde una prudente distancia.

- Mujeres.- suspiró el extraño, siguiendo a la cabellera castaña que se perdía en una tienda de artículos de escritorio.- Esto es tan divertido.- masculló irónico.

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2 comentarios:

  1. hola aca pasandome por tu historia ,pinta bien,es intrigante......
    señora usted es fan de la pareja harry hermione!!!
    a mi mucho no me convence ,pero como una buena historia sostiene cualquier pareja ,sigo leyendo
    besos
    fiona

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  2. Intriga es mi segundo nombre, Fionis =)
    Soy Disilucional a muerte, masoquista como nadie, es que son lindos juntos.
    Y la historia va a estar bien compleja, eso es seguro.
    Tú lee y ojalá que te guste, tan linda.
    Besos, Aglaia.

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Le hablan al destino...