lunes, 13 de junio de 2011

DESTINO: CAPITULO 25






Disclaimer: Todos los lugares y personajes conocidos pertenecen a J. K. Rowling.


El miedo puede ser la emoción más asfixiante de todas, especialmente si no sabes cómo enfrentarlo, y la desesperación te ciega hasta el punto de no saber cuál es el paso correcto a dar.

Eso era exactamente lo que Harry sentía mientras permanecía con la mirada perdida, ignorando las voces que retumbaban a su alrededor, oyendo a medias todas las palabras que se mezclaban, y captando apenas lo que significaban.

Lo único que pasaba por su mente, una y otra vez, eran los acontecimientos de las últimas horas, que para él bien pudieron haber sido siglos.

La carrera a la casa de los Malfoy, con Ron pisándole los talones, solo presagiaba lo peor; todo parecía indicar que Nott consiguió deshacerse de los aurores que custodiaban la Mansión, y hasta hechizar a uno de ellos para que se encargara de distraerlos.

Esperaba encontrar algún signo de ataque, hasta cruzó por su mente la idea de que Nott hubiera cumplido su amenaza de ir tras la madre de Malfoy para convencerlo de que se uniera a ellos; pero le sorprendió ver a su llegada todo en aparente orden, y tras esquivar a un par de elfos que deambulaban por el lugar, asustados, logró abrirse camino a la biblioteca, y lo que vio allí lo dejó pasmado.

Draco estaba semiinconsciente sobre la alfombra, haciendo el amago de levantar apenas la cabeza, y un hilillo de sangre descendía por su barbilla.

Apenas tuvo tiempo de acercarse cuando sintió los pasos de Ron, que se puso a su altura, e intercambiaron una mirada escéptica; ¿qué rayos había pasado allí?

Harry no esperó a que Malfoy recuperara del todo el conocimiento, sino que usó un Enervate para ayudarle a reaccionar, ansioso por respuestas.

En circunstancias normales, Ron se hubiera burlado por la cara de espanto que exhibió el muchacho en cuanto pareció despejar su mente del todo, pero en esta ocasión algo le dijo que las bromas estaban completamente de más.

—Malfoy, ¿qué pasó? Nott estuvo aquí, ¿verdad?—Harry llamó su atención, pero el muchacho lo ignoró.

—¡Malfoy, habla! Tenemos un auror hechizado y vaya Merlín a saber qué hicieron con el otro—Ron lo apremió también sin obtener respuesta.

Harry suspiró, perdiendo la paciencia, y lo tomó del hombro para sacudirlo sin ceremonias.

—¡Malfoy! Si no empiezas a hablar…

—Mi madre…—el rubio contestó con voz lúgubre—Se llevó a mi madre, Potter.

Esa revelación, dicha tras un momento de duda, fue la primera de las que se sucedieron en el transcurso de la noche.

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Su reacción natural, luego de la sorpresa, fue intentar que Malfoy les contara exactamente lo ocurrido, pero este se encontraba demasiado afectado, y se negó a decir nada que pudiera serles de utilidad. Una vez que recuperó el aplomo, se dedicó a insultarlos y recordarles el trato que habían acordado, según el cual no permitirían que su madre resultara lastimada. De nada sirvió que Harry se armara de paciencia para explicarle que ellos no habían tenido nada que ver con eso, y que fueron engañados, el muchacho parecía haber perdido el poco control que le quedaba, y Ron estuvo a punto de hechizarlo para que dejara de maldecirlos, cuando la llegada de Laria a toda prisa los interrumpió.

—¿Qué está pasando? ¿Por qué hay un auror desmayado en el bosque? ¿Dónde está el encargado de la entrada? No debería haber podido entrar a la casa con esta facilidad…

La bruja guardó silencio al ver la escena que se desarrollaba ante sus ojos, y con una mirada rápida pareció analizar toda la situación. Su expresión lúgubre dio paso a la frialdad habitual, y con movimientos decididos se acercó.

—¿Qué ha pasado? Rápido, hablen.

Ron empezó a explicarle lo ocurrido, pero se enredaba con las palabras, ya que estaba aún muy confuso, por lo que Harry le ayudó, aportando lo que sabía.

Laria escuchó sin alterarse, a lo mucho frunció el ceño con extrañeza al oír de la irrupción de Nott en la Mansión, y dirigió la mirada a Draco, que la veía con desconfianza. Respiró profundamente, apretando los labios, para dejar paso luego a una expresión decidida.

—Nos vamos.

—¿A dónde?—Ron la miró sin entender.

—Fuera de aquí, este lugar no es seguro, Nott puede volver, y mientras este niño no hable claro no sabremos a qué atenernos. Ya se encargará Kim de sacarle todo lo que sabe.

—¿A quién llamas niño, extraña? —Draco reaccionó como pinchado por un resorte, sacado por un momento de su ostracismo—¿Quién crees que eres? Puedes ordenarle a estos dos, pero no a mí.

Por un segundo, Harry creyó vislumbrar un rayo de ira en los ojos de Laria, pero la ilusión no duró mucho, especialmente porque ella caminó unos pasos hasta llegar a Malfoy, dándole la espalda. El joven, que se había incorporado ya, y se mantenía apoyado sobre el escritorio, la miró de vuelta con la barbilla alzada.

—Eres el único niño que veo aquí, llorando por mami, pero sin hacer nada, ¿de qué otro modo podría llamarte? Y no soy nadie para darle órdenes a ellos, es verdad—señaló a Harry y Ron muy alterada—, pero alguien tiene que empezar a actuar, ya que al parecer están demasiado impresionados por tu rabieta.

La bruja escupía cada palabra sin ocultar su desprecio, e ignorando la expresión ultrajada de Draco. Es más, dirigió la mirada hacia Harry, y le habló con más gentileza de la acostumbrada.

—Iríamos a tu casa, pero no es lo suficiente segura, me temo; el Cuartel es la mejor opción, tenemos que reunirnos ahora—hizo hincapié en la última palabra—Weasley puede ir por Hermione, necesito que me ayudes a llevar a Malfoy.

—No iré a ningún lugar con ustedes—Draco se irguió, respirando agitado por la ira.

—¡Por supuesto que vendrás! Quieras o no, y créeme, te conviene venir por las buenas, porque no estoy de humor para cargar con un fardo, que es como terminarás si sigues comportándote así—lo vio de reojo—No bromeo, niño, no quieres verme enojada.

—No, no quieres—a Ron se le escapó la frase, ganándose una mirada airada de la auror.

—Bien, Potter, encárgate de vendar a Malfoy, y no te atrevas a quejarte, niño, no tenemos tiempo para esto; si quieres salvar a tu madre es lo único que podrás hacer—empezó a dar órdenes—Tú, Weasley, ve por Granger, y nos vemos en el Cuartel; espero que Travis y Kim hayan vuelto de su viaje.

Harry y Ron intercambiaron una mirada de entendimiento; si Laria quería tomar el control, ellos no lo iban a discutir ahora, había muchas cosas por las que preocuparse.

De modo que el pelirrojo se encogió de hombros, y sin decir nada, dejó el lugar.
Laria, en tanto, se había acercado a Harry para darle una venda que había hecho aparecer en su mano con un pase de la varita.

—Venda a Malfoy, tiene un hechizo, no podrá quitársela hasta que lleguemos; esto no me gusta nada—suspiró.

Harry asintió y le hizo un gesto a Draco, como dándole a entender que si no hacía lo que la bruja decía, ella en persona se encargaría de él. El chico pareció comprender perfectamente la amenaza, y aunque se sentía aún nervioso y ofendido, se dijo que ir con ellos no podría ser peor que quedarse allí sin hacer nada. Y después de todo, esa loca histérica, como había decidido llamar a Laria, tenía razón en algo; debía salvar a su madre.

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Ron esperó a estar fuera de la Mansión para desaparecer, aunque luego se dijo que fue una decisión un poco tonta; después de todo, si Nott había logrado entrar con tanta facilidad, lo mismo debía ocurrir si alguien deseaba salir, pero una vez en las afueras del lugar no le pareció tan mala idea; algo de aire puro le resultaba muy necesario.

Apareció frente a Grimmauld Place e hizo una mueca extraña al ver la casa en la que había pasado tantos momentos, cuando las cosas aún no se habían complicado hasta el punto en que no sabía a quién debía sus lealtades, o cuál era el mejor camino a seguir.

Su amistad con Harry estaba en la cuerda floja, y no habían mayores muestras de que se pudiera arreglar; después de todo, por mucho que apreciara a Harry y Hermione, no podría nunca darle la espalda a su familia.

La voz de Luna se coló en sus pensamientos, recordándole esa frase dicha en Navidad; que ellos también eran su familia. Y lo pensó, cierto, pero nunca hubiera podido siquiera imaginar que se encontrarían en semejante situación. Si decidían continuar juntos, sus padres y hermanos no los perdonarían, especialmente Ginny; era la que más había sufrido por todo ese asunto, y él no estaba dispuesto a decirle que simplemente lo olvidara.

Odiaba ese horrible enredo, ¿qué no eran sus vidas ya lo bastante complicadas?
Rodó los ojos, bloqueando todos esos sentimientos hasta que lograran resolver el asunto de Holda y los Nott. Ya vería luego qué hacer, quizá alguna solución se presentara en el momento menos pensado, cosas más raras le habían pasado.

Hermione debía de estar leyendo o algo así, porque no contestó a sus llamados a la puerta, y no encontró una forma de entrar por el frente, ya que estaba asegurado, y él había dejado su llave al marcharse. Pensó en enviar a su Patronus a avisarle, pero eso hubiera sido muy infantil; Hermione no tenía más culpa que Harry y hablaba con él, aunque fuera por necesidad.

Se dirigió a la puerta trasera, seguro que Kreacher podría abrirle, siempre y cuando no le reclamara antes por dejar la casa.

Una sensación extraña lo embargó al ver la puerta abierta, y con el pecho oprimido, se pegó a la pared, y sacó la varita, en posición de defensa. Dio unos pasos para entrar, sin bajar el arma, pero tropezó con algo que por poco y lo hace caer.

Aspiró como si tuviera problemas para llevar el aire a sus pulmones, y la cabeza empezó a darle vueltas, pero hizo un esfuerzo por calmarse, despegando la vista del cuerpo inerte del elfo. No era necesario que se acercara a comprobarlo, estaba muerto; podía verlo en sus ojos fijos en la nada, y la expresión de horror.

—Hermione, Hermione—susurró, en cuanto el miedo atenazó su pecho.

Sin pensarlo, entró a la casa dando de gritos, llamando a su amiga, pero no estaba en ningún lugar. Subió los escalones de dos en dos, sin preocuparse de lo que le pudiera salir al encuentro, preocupado tan solo por encontrarla, pero nada, ni rastro de ella.

Se mesó las sienes para calmarse antes de salir corriendo a dar el aviso; tal vez estaba bien, quizá nunca estuvo en la casa. Ahora mismo podría encontrarse en el Cuartel, esperando noticias, e ignorante de lo que había ocurrido.

Sí, era posible, claro que sí, nada podía haberle pasado a ella, se dijo angustiado, y reprimiendo un escalofrío. La imagen de Harry pasó por su mente, como si lo hubiera invocado con la sola idea de que Hermione estuviera en peligro.

Hizo aparecer un lienzo para cubrir a Kreacher, y tras una última mirada de lástima, desapareció de la estancia.

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Cuando Ron llegó al Cuartel de los aurores, fue como entrar en una zona de desastre, en la que todo el mundo hablaba al mismo tiempo de temas distintos, y no podía ni adivinar qué decían; estaba con todos los sentidos puestos en las personas que se encontraban allí, repasando y descartando rostros, esperando ver al que buscaba, pero el nudo en su estómago siguió apretando al no ver a Hermione.

Travis y Kim, en un rincón, y hablando en voz baja con Moody; los tres con rostros lúgubres, como si lo que discutían no les gustara nada.

Laria estaba sentada en el sillón, muy cerca de Malfoy, a quien vigilaba como un halcón, mientras Harry los veía desde su altura, y sacudía la cabeza de un lado a otro, dando la impresión de estar incómodo por lo que fuera que la bruja decía.

Ron no pudo notarlo, porque estaba demasiado enfrascado en sus propios pensamientos, pero tan pronto como entró al salón, todas las miradas se dirigieron a él; algunas con más interés que otras.

Travis le hizo un gesto amistoso, y volvió a su charla, en tanto Kim y Moody lo ignoraron tras mirar un segundo sobre su hombro.

Los tres en el centro de la estancia, en cambio, parecieron más interesados al verlo aparecer. Laria frunció aún más el ceño, si eso era posible, mientras que Draco le dirigió su habitual mirada de desprecio, aunque de haberse encontrado menos angustiado, quizá hubiera detectado cierto alivio en el muchacho; tal vez fuera porque rodeado de extraños, exceptuando a Harry, aún su rostro podía resultar una visión agradable, si bien no iba a reconocerlo.

Pero fue Harry el que se acercó con pasos rápidos hasta él, atisbando tras su hombro, e interrogándolo con la mirada.

—¿Dónde está ella?

Fue solo entonces cuando Ron sintió que el mundo empezó a desmoronarse. Y Harry lo supo.

—Ron, ¿dónde está Hermione?—su tono se elevó lo suficiente para llamar la atención de los otros ocupantes del salón.

Su amigo tragó espeso, y se apoyó contra la pared, con las rodillas temblando.

—No estaba allí, Harry, creí que podría encontrarla con ustedes…—su voz flaqueó al continuar—Kreacher está muerto.

Los demás se acercaron de inmediato, a excepción de Malfoy, que continuó sentado en el sillón, pero sin perder palabra de lo que se decía.

Ron esperaba que Harry le dijera algo, lo interrogara, pero el semblante demudado de su amigo le hizo saber que todo lo que malo que pasaba por su mente, estaba también en la suya, y se encontraba demasiado sobrepasado para decir algo, así que él continuó antes de que los otros empezaran a hacer preguntas al mismo tiempo.

—Fui por Hermione a Grimmauld Place, tal y como acordamos, pero nadie respondió cuando llamé a la puerta principal, así que fui por la trasera—intentó calmarse, instándose a continuar—Estaba abierta, nunca está abierta, Hermione es muy cuidadosa con eso, y Kreacher desconfiado, así que no la dejarían nunca sin el seguro puesto. Pero sentí algo raro, y me acerqué; fue entonces que vi a Kreacher, en el piso, muerto, y corrí dentro de la casa, llamando a Hermione; la busqué por todas partes, lo juro, pero no estaba. Revisé cada esquina y no vi nada fuera de lo normal, ninguna señal de lucha, hasta que he llegado pensé que podría encontrarla aquí…

Mientras su voz se hacía más débil con cada palabra, miraba a Harry, angustiado por lo que pudiera hacer o decir, ignorando el silencio opresor que ocupó el salón. Lo que no esperó fue que su amigo le diera la espalda, y fuera hasta la chimenea, sin dar muestras de mayor emoción.

¿Qué estaba esperando para empezar a gritar?, se preguntó Ron, totalmente desconcertado. Sin embargo, no atinó a acercarse para hablarle, porque tenía ya a los aurores sobre él, lanzando preguntas a diestra y siniestra.

—¿Qué viste exactamente?—el tono sombrío de Kim lo habría espantado de no estarlo ya.

—¿Había una nota? ¿Fuiste a otros lugares?—Laria no se quedó atrás.

—¿Recorriste la casa? ¿No se te ha pasado nada? ¿Estás seguro? Weasley, contesta—Travis lo cogió del brazo y lo sacudió con cierta brusquedad, consiguiendo que el muchacho recobrara su aplomo.

Se deshizo del agarre y retrocedió un par de pasos, enfrentando las miradas preocupadas, e intentando organizar sus ideas.

—Les he dicho todo lo que vi, no hubo rincón en el que no buscara, estoy seguro; y no, no había ninguna nota, ni fui a ningún otro lugar, creí que la encontraría aquí—respondió a todas las interrogantes en una sola frase.

—Entonces no tenemos que pensar lo peor, podría estar en la Academia, de camino hacia aquí, en cualquier lugar…—Travis intentó parecer optimista.

—Y desde luego, el que no esté en su casa como debía y la muerte del elfo son solo una simple coincidencia, nada más—Draco abrió la boca por primera vez desde que llegó a la casa, sin reprimir el sarcasmo, ganándose una mirada indignada del auror.

—El chico tiene razón, Taylor, tuvieron que llevársela—Moody se adelantó con andar pesado, pero sin dar muestras obvias de pena.

—¿Por qué? Esto no tiene ningún sentido…—Laria retrocedió unos pasos, mirando al anciano.

—Tal vez lo tenga, más de lo que hubiéramos podido esperar—Kim suspiró, dirigiendo la mirada de Harry a Travis, y haciéndole un gesto al segundo.

Travis frunció el ceño, confuso por la expresión de su amigo, pero hizo un mohín de entendimiento en cuanto comprendió lo que le quería decir.

—¡Pero es ridículo! Vamos, ¿cuántas probabilidades hay de que eso ocurra? Es absurdo, no puedes creerlo de verdad.

—¿Tienes otra explicación?

—¿Venganza? Los Nott no deben de ser los principales admiradores de Harry, tal vez solo quieren lastimarlo—ambos parecían haber olvidado que no estaban solos en el lugar.

—Ellos han demostrado ser demasiado listos hasta ahora para actuar por simple venganza, Travis, no con todo lo que tienen para perder.

—¡Basta! ¿Pueden ser más claros? No entiendo nada de lo que están diciendo, y a los demás parece ocurrirles lo mismo—Laria se interpuso entre ellos, reclamándoles por su actitud.

—Cuéntenles—la seca orden de Moody fue como un aire frío en el calor de la discusión.
Fue Kim quien, tras dudar un momento, se acercó hasta la chimenea, donde Harry continuaba apoyado, y empezó a compartir con el grupo lo que él y Travis habían descubierto.

Resumió al máximo su viaje y posterior encuentro con la extraña familia en Harz, y se centró en su charla con la anciana Adelma.

—Es una buena mujer, aunque quizá demasiado supersticiosa, pero fue mucho lo que pudo contarnos y nos será de utilidad, ahora más que nunca—miró a Harry de reojo—Confirmó lo que ya sabíamos, y dio luces acerca de lo que más nos extrañaba. ¿Recuerdan que nuestra mayor preocupación era confirmar la teoría de los sacrificios? Bueno, creo que acabamos de hacerlo.

—De acuerdo, continúa—Laria lo apremió con una mueca de exasperación.

—Estábamos en lo correcto, Hermione estaba en lo correcto—hizo una pausa antes de continuar—No son personas elegidas al azar, sino descendientes de los primeros que huyeron cuando los seguidores de Holda quisieron hacer el ritual hace siglos; hemos cotejado los apellidos, y aún cuando muchos de ellos no los comparten ya, pude seguir la línea, y hay una relación de sangre.

—¿Estás seguro?—Ron pareció tan sorprendido como los demás, a excepción de Moody y Travis.

Kim asintió, y dirigió una mirada a Malfoy, que se había adelantado en el sillón.

—Sí, completamente, y el secuestro de la señora Malfoy solo lo confirma.

—Espera, ¿entonces no se llevaron a mi madre para obligarme a participar? ¿Estás diciendo que desde un inicio el bastardo de Nott pensaba incluirla en esta locura?—Draco salió dejó su actitud indolente, y se levantó, en apariencia furioso.

—Exacto, es una descendiente directa de sangre por su parentesco con la familia Black, estamos seguros, lo siento—Travis lo miró con una lástima que el otro no apreció en lo absoluto—Nott solo estuvo haciendo tiempo para mantenerte al margen y distraernos; su intención fue llevarse a tu madre, lo mismo que a Hermione; es un maldito infeliz, pero uno muy listo.

—¡Pero lo necesita! No mintió sobre eso, lo necesita para completar a los doce miembros del ritual, ¿verdad? Sacamos las cuentas, y solo faltaban Rookwood y Malfoy—Ron intervino.

—En teoría, así es, y no es que abunden mortífagos para pedirles que los reemplacen, pero no tengo idea de qué tienen en mente. Quizá han decidido que ese será un pequeño problema que resolver al lado de conseguir a los cuatro que deberán ser… ya saben—Travis miró de Malfoy a Harry, incómodo.

Un silencio opresor siguió a sus palabras, y suspiró, como si un fardo muy pesado hubiera caído de pronto sobre sus hombros. Los demás callaron también, aún Malfoy, que pareció completamente perdido en sus pensamientos.

—¿Cómo es posible que Hermione fuera una de los descendientes y nosotros no lo supiéramos?—Laria rompió el silencio, dirigiéndose a Travis.

—Es sorpresivo, sí, pero nosotros tampoco teníamos ninguna sospecha, ni siquiera al regresar de Harz; es más, teníamos claro que el tercer secuestrado sería un miembro de la familia Black, pero en cuanto al siguiente, tardamos mucho en atar cabos. De no haber ocurrido esto, aún dudaría.

—Como sea, ¿de qué sirve estar pensando tanto ahora? Vamos por Hermione, ¿qué estamos esperando?

—Weasley tiene razón, voy a ir por mi madre, me ayuden o no—Draco miró ceñudo de uno a otro, como desafiándoles a detenerlo.

Kim suspiró, y dio unos pasos hasta ponerse a su altura, y para completa sorpresa del muchacho, colocó una mano sobre su hombro y le dirigió una mirada de comprensión.

—Lo haremos, Draco, iremos por Hermione, tu madre, y las otras personas retenidas, no permitiremos que este ritual se lleve a cabo, pero debemos esperar un poco más.

—¡Más! De ninguna manera, ¿están locos? ¿Tienen idea de lo que pueden estar haciendo los Nott a mi madre ahora mismo? ¿Y Granger? ¿También planean abandonarla? ¡Valientes amigos!—el muchacho retrocedió, dejando caer el brazo del auror, que lo miró sin resentimiento.

—¡Claro que no! Pensé que moriría antes de decir esto, pero estoy de acuerdo con Malfoy, debemos ir ahora, no me importa qué planeen hacer ustedes—Ron se adelantó lo suficiente para encarar a Moody, quien permanecía impasible en un extremo de la habitación.

—Muchachos, ¿y a dónde irán? ¿Tienen acaso una dirección donde ubicar a Nott? Y aún más importante, ¿están preparados para eso?—el viejo le devolvió la mirada sin pestañear—El paradero de esta escoria es desconocido, no tendremos un lugar exacto dónde encontrarlos hasta el día del ritual, entonces les caeremos encima, y nos estarán esperando, sí, pero lucharemos, y pase lo que pase, ganaremos.

El tono fanático y embravecido de su voz no pasó desapercibido para nadie, pero no le encontraron nada de extraño; el viejo auror era conocido por la obsesión que lo impulsaba a acabar con los magos oscuros.

Ron lo ignoró, y se dirigió a Harry tal y como acostumbraban, después de mucho tiempo, como un amigo preocupado por su seguridad, y buscando apoyo.

—Harry, ¿por qué no dices nada? Tienes que hacerle entender a esta gente que debemos ir por Hermione ya, no podemos esperar.

Pero Harry dio la impresión de estar completamente distraído, con la mente puesta en cualquier otro lugar, y pasó al lado de Ron sin verlo.

—¡Potter!—aún Draco pareció sorprendido por su actitud, pero no obtuvo una respuesta.

Lo vieron marchar en silencio, indecisos acerca de qué hacer, especialmente Ron, que no supo si seguirlo o permanecer en su lugar, y cuando estaba decidido a hacer lo primero, sintió cómo lo retenía una mano gentil, pero firme.

—Dale un momento, necesita estar solo, ya volverá—Travis miró a la puerta cerrada.

Ron sacudió la cabeza y dio una mirada alrededor, ¿ahora qué iban a hacer?

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Tan pronto como Hermione abrió los ojos, sintió el frío que traspasaba su piel, y la irregularidad del suelo sobre el que se encontraba recostada.

La habitación era oscura y pestañeó con rapidez para acostumbrar su vista, agudizando el oído, atenta a cualquier sonido. Inspiró profundamente para calmarse y ordenó sus pensamientos.

Nott logró entrar a la casa, y ella fue lo bastante estúpida para no estar preparada; pudo matarla, de haberlo deseado, y ella no hubiera podido hacer absolutamente nada.

Cuando desapareció de la casa, llevándola con él, debió arreglárselas para lanzarle un hechizo y conseguir que perdiera el conocimiento, porque no lograba recordar nada más, ni siquiera el momento en que llegaron a ese lugar.

Su mente estaba en blanco, y empezaba a sentir una punzada en un lado de la cabeza. Al llevar su mano allí, sintió la humedad de la sangre que escurría hasta su mejilla. Hizo un esfuerzo por no entrar en pánico, y aspiró una vez más. Nott debía de haberla lanzado sin ninguna ceremonia; esperaba no haberse lastimado más, porque estaba decidida a escapar, y eso solo lo haría más difícil.

Movió todas las extremidades, y exhaló un suspiro aliviado al comprobar que salvo ese corte en la cabeza, estaba bien.

La imagen de Harry se escurrió en su mente, golpeándola como un rayo.

¿Estaría él a salvo? Sí, tenía que estarlo, claro que sí. Seguro que Nott jamás se hubiera atrevido a atacarlos a todos al mismo tiempo, y seguro qué él ni siquiera sabría aún lo que había pasado. Probablemente estaría con Ron en la casa de Malfoy, vigilando, tenía que ser así.

Se clavó las uñas con fuerza en las palmas de las manos para reprimir las lágrimas; el dolor tendría que centrarla. Harry estaba perfectamente bien, y ella iba a salir de ese lugar.

Se incorporó con sigilo, casi arrastrándose, y procurando hacer el menor ruido posible, con cuidado de ir tanteando las paredes que la rodeaban. No pudo reprimir una maldición entre dientes cuando sus manos dieron contra lo que reconoció de inmediato como barrotes.

¡Rayos! Encerrada en una celda, a oscuras, y sin su varita, ¿cómo podría eso ponerse peor?

Se le erizaron los vellos de la nuca al oír un ligero siseo a su derecha, y escudriñando en la penumbra, con el corazón a mil por hora, buscó de un lado a otro, pero no alcanzó a observar nada, ni siquiera ahora que sus ojos parecían acostumbrados a la media luz.

Pasaron unos minutos, y tanto el siseo como el sonido de un cuerpo arrastrándose se repitieron. Hermione estaba lista para buscar algo con qué defenderse, cuando una voz ronca, pero gentil la sorprendió.

—¿Cómo estás, niña?

La joven frunció el ceño, desconfiada, pero tras dudar un momento, se acercó a los barrotes, acomodó el rostro para mirar con la mayor claridad posible, y buscó el origen de la voz.

Se sobresaltó un poco al distinguir una serie de pequeñas celdas, como la suya, alineadas a ambos lados de la amplia estancia. De una de ellas, la que tenía más cerca, alcanzó a ver cómo sobresalía una mano blanquecina.

—¿Quién eres?—le sorprendió la sequedad de su garganta, la frase brotó como un graznido.

—Mi nombre es Martin, Padre Martin—se corrigió con rapidez la voz.
Hermione ahogó una exclamación de sorpresa, y se pegó aún más a los barrotes para oír mejor.

—Entonces usted es… claro, ¿adónde más iba a traerme?—habló para sí misma, pero volvió de inmediato su atención al sacerdote—Y dígame, ¿la señora Cook está aquí también? ¿Madeline Cook?

—Oh, sí, está en la celda de al lado, pero me temo que no se encuentra muy bien, hemos pasado por unas semanas difíciles, ¿pero cómo es que sabes su nombre?

La joven ignoró la pregunta, y se dejó caer con pesadez sobre el frío suelo; una idea empezaba a abrirse paso en su mente.

—Padre Martin, ¿sabe por qué está aquí? ¿Por qué estoy aquí?—un silencio angustiante siguió a sus preguntas.

El silencio solo consiguió que se pusiera más nerviosa.

—Padre…

—No sé exactamente, no puedo responder con claridad. Fui traído contra mi voluntad, luego Madeline, pobre mujer, perdió a su esposo, aún está muy afectada. Las cosas que he oído y visto en estos meses no las hubiera creído jamás; he descubierto hechos relacionados con mi pasado, que…—su voz se entrecortó—No soy quien pensaba, y esta gente, niña, me confirma la existencia del mal.

Hermione cerró los ojos con fuerza, escuchando sin atreverse a interrumpir, solo esperaba oír la confirmación de lo que sospechaba.

—Nos necesitan para algo, no sé qué exactamente; Madeline cree que se trata de algún tipo de ritual. Este muchacho, Theodore, es al que más vemos, el que nos trajo aquí. Es también el peor de todos, disfruta lastimando y tiene siempre algo repugnante para decir. Cuando te trajo, hace unas horas, parecía muy feliz, dijo que todo había salido bien, que al fin estábamos ya los que necesitaban, que no debíamos esperar más visitas—el anciano dijo lo último con clara amargura.

—¿Eso dijo?—la joven sacudió la cabeza—¿Está seguro? Pero solo estamos tres personas aquí, ¿verdad?

Tal vez estaba equivocada, se había apresurado demasiado en sus suposiciones, no tenía que tratarse de lo que pensó en un primer momento.

—No, bueno, sí, solo nosotros tres, pero he oído cosas—se apresuró a explicar el sacerdote—Poco antes de que te trajeran, hubo un gran alboroto allí arriba, muchos gritos, la mayoría de ellos provenían de una mujer a la que nunca había escuchado. Por lo que alcancé a entender, la han traído también contra su voluntad, pero no comprendo por qué no está con nosotros.

Eso fue todo lo que Hermione necesitó escuchar para sentir cómo se abría un abismo bajo sus pies. Esa mujer debía de ser la cuarta persona que los Nott necesitaban para el ritual; el por qué no se encontraba allí con ellos no debía de ser tan importante.

Sus ansias de escapar continuaban intactas, pero este descubrimiento, el saberse una de las víctimas, lo cambiaba todo. Ahora veía que iba a resultar prácticamente imposible salir de allí por sus propios medios.

—Te necesito, Harry—susurró quedamente, y dejó que las lágrimas fluyeran.

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